Marta Tudanca, la trotamundos del baloncesto femenino vitoriano y residente ahora en Alicante, acaba de poner fin a más de 15 años de carrera donde ha tenido el lujo de pisar un sinfín de pabellones por todo el planeta. A sus 31 años, y después de que se estrenase de manera profesional en el club Siglo XXI, la gasteiztarra atesora una dilatada trayectoria y jamás ha dado muestras de tener algún tipo de problema en bajar de categoría con tal de seguir disfrutando de este deporte. Tudanca también acumula un notable bagaje fuera de España ya que en 2016 fichó por el Santa María de Machala de Ecuador, pero los terremotos que azotaron el país precipitaron su regreso. En la temporada 2018-19 fue tentada por el Rutronik Stars, donde disputó la Eurocup, y su otra vivencia internacional le llevó a proclamarse campeona de la liga argentina en 2015 y 2017, cuando militó en las filas del Unión Florida. La vitoriana reflexiona acerca de los motivos que le han conducido a colgar las botas, evoca los recuerdos que permanecen en su retina tras más de una década en el baloncesto profesional y también tiene una mención especial para las dos personas que le llevaron a ser la persona que es a día de hoy.

¿Cómo se encuentra ahora que ha colgado las botas?

-Bien, muy bien. Después de tantos años entrenando mañana y tarde desde los 14 años en este momento mi cuerpo y mi mente me han pedido no seguir jugando. Eso sí, continúo vinculada al baloncesto, a las tarde entreno a unos niños en una escuela en Alicante, y los fines de semana suelo tener uno o dos partidos con ellos, así que de una manera u otra sigo ligada a este deporte porque es lo que me apasiona.

¿Considera que su retirada ha sido demasiado repentina?

-En verano tenía pensado colgar las botas. Sin embargo, se me dio la posibilidad de seguir jugando en el CB L’Alfas del Pi. El club realizó el esfuerzo económico para que yo estuviese con ellas y además era un proyecto bonito porque se buscaba el ascenso a Liga Femenina 2. Intenté cambiar el chip y empecé a entrenar, pero el baloncesto cambia mucho de una liga a otra. Además, si tu mente está en otro sitio es todo más difícil. A las dos o tres semanas hablé con el entrenador porque teníamos la confianza suficiente, le expliqué mi situación y me entendió perfectamente. De hecho, me dejó la puerta abierta por si en febrero o marzo quisiera volver ya que hasta abril se puede fichar y no lo descarto. Serían dos meses para ayudarles y devolver la confianza que me mostraron desde el primer día. Aun así, ahora mismo me tomo estos meses de parón y después ya veremos, quizá sea un adiós definitivo.

¿Qué vivencias ha conseguido llevarse del baloncesto?

-Muchísimas. He tenido la suerte de poder jugar en competiciones inferiores con la selección española, he viajado mucho, tuve el privilegio de ir a Barcelona con 14 años al centro de alto rendimiento y en ese sentido me quedo con toda la gente que he conocido, las diferentes culturas en las que he vivido. Todo eso, al fin y al cabo, es lo que me ha permitido crecer como persona, como jugadora y ser la mujer que soy a día de hoy.

¿Cómo ve la evolución del baloncesto femenino?

-Es evidente que está creciendo. Cada vez se habla más de ello en los medios de comunicación pero aún le queda un mundo por igualar al deporte masculino en general. En mi caso personal, he jugado en muchos sitios en los cuales los habitantes de esa misma ciudad no sabían ni el lugar ni a la hora en la que jugábamos, y una vez se enteraban del evento, iban y querían repetir. Pienso que hace falta la comunicación de que el deporte femenino es igual que el masculino y que en ambos se lo pueden pasar igual de bien.

¿Anima a las más pequeñas a probar con el baloncesto?

-Sin duda, sí. El deporte es muy bueno porque se pueden relacionar con gente de diferente edad y por todos los valores que aporta.

Con muy pocos años se fue de casa. ¿Ha merecido la pena este viaje?

-Por descontado. Me siento una privilegiada de poder haber vivido todos estos años fuera de casa, de haber tenido la oportunidad de ir a Barcelona cuando apenas era una cría y le doy gracias al baloncesto por todo lo que me ha dado. Si no hubiera ido a Barcelona, no sé qué habría sido de mi vida. En definitiva, salir de la zona de confort es muy enriquecedor porque te hace madurar bastante.

¿Con qué se queda?

-Me quedo con muchos recuerdos. Destaco los campeonatos que jugaba de pequeña con las categorías inferiores de la selección española. Eran eventos importantes en los cuales tuve la suerte de conseguir cuatro medallas entre campeonatos europeos y el Mundial de Tailandia. Esos momentos cuando era tan joven los voy a recordar siempre. Más adelante, cuando fui a Argentina tuve la fortuna de conseguir títulos fuera de mi país. Competir en Eurocup en Alemania... son muy buenos momentos como los del primer año en el Araski jugando los play off de la Liga Femenina y llegando a semifinales.

¿Cómo valora su periplo en el Kutxabank Araski?

-Tenía ganas de volver a jugar en mi ciudad, con mi gente y con mi familia. Tuve la posibilidad de volver a casa y fue un año súper bonito en el cual el club, que era un recién ascendido, fue la revelación. Nadie apostaba por nosotras en cuanto a los resultados que tuvimos y lo recordaré siempre. Por unas circunstancias u otras, se dio la posibilidad de salir de Vitoria y después de dos años creí que era el momento adecuado para salir. En ese sentido, nunca he tenido problema en irme fuera de España porque se viven experiencias que te enriquecen.

¿A qué personas agradece ahora su carrera?

- Hay dos personas que sin ellas no sé qué hubiera sido de mí en el baloncesto. Ramón Jordana confió en mí en el hecho de llevarme a Barcelona porque al parecer vio talento en los campeonatos a los que iba con la selección de Euskadi. También está David Gil, que ha sido un referente para mí y aún lo sigue siendo. Es una persona súper importante con la que mantengo el contacto y lo considero de mi familia. Cada vez que vuelvo a Vitoria quedo para verle a él, a su mujer y a sus niñas. He tenido la suerte de aprender cada día de todo lo que sabe sobre el baloncesto y me siento una afortunada de haber entrenado con él todos los veranos.

¿Qué pistas deja sobre su futuro?

-Ahora estoy acabando el Grado de Nutrición y para julio espero estar graduada. A las mañanas estoy de prácticas en una clínica en Alicante y por las tardes todos los días entreno a niños de diferentes edades y los sábados tengo partidos con ellos. Tengo ganas de empezar de cero y trabajar en lo mío, así que una vez finalice este año me adentraré en el mundo laboral porque cuanto antes empiece mucho mejor. De hecho, en el mundo laboral te das cuenta de la realidad. Es a lo que me quiero dedicar. Hay muchas jugadoras que siguen jugando hasta cerca de los 40 años y después salir al mundo laboral es mucho más complicado.