Los nervios son algo habitual en todo aquel que está a punto de participar en un evento importante, pues, pese a que la preparación se haya llevado al día, uno nunca sabe cómo responderá su cuerpo y su mente cuando llegue el momento de la verdad. A falta de cuatro días para que se celebre la segunda edición del Ironman en Vitoria-Gasteiz, muchos de sus competidores, sobre todo los que tienen como objetivo finalizar el triatlón y demostrarse a sí mismos de lo que son capaces con su empeño, sienten ya esa agitación, cosquilleo y, principalmente, ansiedad por que llegue lo antes posible la fecha indicada.

Allí, en la línea de salida de Ulibarri-Gamboa, donde se comenzará con la disciplina de natación, estará Gorka Oraá, un sociólogo vitoriano de 51 años que, como ya ha hecho en otras ocasiones, pasará de ser parte de la organización de la prueba, en la que cumplió la labor de director de carrera en 2019, a saltar al agua y ser uno más de los 1.000 triatletas que tratarán de cruzar la meta este domingo 12 de septiembre.

La espera se acaba, ¿cómo lleva los nervios?

-Lo realmente difícil es templarlos ahora, cuando faltan pocos días para la carrera. Sobre todo, porque uno mismo se crea miedos ante la posibilidad de que cualquier imprevisto le impida participar. Algo que, después de tantos meses de preparación, es lo que realmente me puede llegar a preocupar. Por fortuna, aunque la espera se está haciendo larga, no queda nada para estar allí en Landa con todos los demás competidores y compañeros.

¿Cómo ha sido su preparación?

-La clave, sin duda, ha sido la constancia. Empecé en enero a entrenar y, desde entonces, me he preparado conscientemente para acabar el Ironman. Este último mes de agosto, por ejemplo, he sumado alrededor de 1.100 km en bici, 200 km de carrera a pie y otros 40 de natación; todo ello, además, mientras intentaba disfrutar de las vacaciones con mi familia. Ahora bien, pese a la exigencia, tengo claro que lo volvería hacer porque he disfrutado mucho del camino, que también es muy bonito.

¿En algún momento se ha planteado abandonar?

-Para nada. Tengo este dorsal desde el año pasado, cuando se suspendió la edición, y desde el principio he tenido claro que esta vez lo iba a utilizar. La pandemia fue un duro golpe para mí, que soy una persona muy activa y a la que le gusta disfrutar de Vitoria, y voy a disfrutar esta oportunidad. No me importa las horas que tarde en terminarlo, he apostado por ello y voy a por todas.

Sin embargo, usted ya sabe lo que es participar en pruebas similares.

-Siempre me ha apasionado el deporte. Corrí mi primera maratón con 18 años y ahora habré completado ya alrededor de 40. Luego, poco después del 2000, también empecé a entrenarme y participar en triatlones -y eso que tenía pánico al agua-.

¿Cómo superó esto último?

-Echándole horas y superando mis miedos. Para las primeras pruebas en aguas abiertas, por ejemplo, prácticamente no dormía y, realmente, me costó bastante afrontar esto. Sin embargo, estoy muy feliz de haberlo conseguido porque hoy en día disfruto mucho de salir a nadar.

Tiene una anécdota curiosa relacionada con este tema, ¿verdad?

-Así es. Se la cuento, sobre todo, a las personas que tienen también pánico a nadar. Fui a Górliz a participar en una prueba y, como en aquellos años todavía no había neoprenos específicos, un amigo me prestó uno rosa y negro de windsurf. Entonces, ya en los boxes, escuche al comentarista -Javier Berasategui- decir que aquel día tenían el honor de contar con la participación de "la pantera rosa", refiriéndose a mí. Eso se sumó a los nervios que yo ya traía de casa y, nada más empezar, me pasaron por encima cerca de 300 triatletas. En resumen, no me ahogué de milagro y me fui rápido a la orilla.

Enfocándonos ya en su labor como director de carrera, ¿cómo llegó a ser parte de la organización?

-Todo fue gracias a Eduardo Martínez, quien ahora es director del Ironman de Vitoria. Hace más o menos 15 años yo le pedí colaborar, él aceptó y empecé en avituallamiento. "Tus primeros pasos fueron recogiendo botellas de cunetas", me recuerda siempre. Supongo que lo hice tan bien que luego tuve la oportunidad de cumplir con otras tareas hasta que, en 2012, me designaron como director de carrera del Mundial de larga distancia. Una cita que no olvidaré por la bonita pugna entre Eneko Llanos y Chris McCormack. Desde entonces, mi compañero Iñigo Ortiz y yo hemos ido intercalando anualmente el puesto para así poder apuntarme a las pruebas.

¿Qué hace diferente al Ironman de Vitoria-Gasteiz?

-Nosotros cuidamos mucho a los triatletas. Sabemos que detrás de cada uno hay un trabajo arduo de sacrificio y preparación y, por ello, hacemos todo lo posible para que se sientan cómodos y arropados. Es algo que los competidores extranjeros, que ahora suponen alrededor del 60-70% de los participantes, siempre nos agradecen, lo que supone un premio para toda la organización.

La ciudad, como tal, también ayuda en esa tarea, ¿no?

-Por supuesto. Somos unos privilegiados porque vivimos en uno de los mejores lugares del mundo para la práctica del triatlón tanto por las distintas instalaciones como por el espectacular entorno que tenemos. Estamos, sin duda, inmersos en un enclave natural único y, además, tenemos una ciudad bonita. Al final, son pequeñas cosas que suman y que nos hacen únicos; por eso se llenan las listas de inscripciones.

¿Ha crecido la afición al triatlón en los últimos años?

-Mucho, además. Cuando nadábamos en Legutio, íbamos en bici hasta Gamarra y corríamos por allí, nadie sabía qué estábamos haciendo. Éramos cuatro locos a los que nadie conocía. Sin embargo, poco a poco la gente ha ido interesándose por el tema, sobre todo porque se han potenciado eventos importantes, y se ha creado una base de personas que lo siguen y, en algunos casos, lo practican. En la actualidad, hay en la ciudad varios clubes, escuelas y tiendas de triatlón, algo impensable hace años. Además, la figura de Eneko Llanos, un auténtico campeón, también ha hecho mucho.

"No me importa lo que tarde en terminarlo, he apostado por ello y voy a disfrutar y a cruzar la meta"

"Estos días previos a la prueba son los más difíciles; uno quiere que llegue ya la hora"

Competidor

"Nosotros cuidamos mucho a los triatletas porque sabemos que detrás de cada uno hay un trabajo arduo de sacrificio y preparación "

"El premio de nuestro trabajo es ver a los participantes cruzar la meta con una sonrisa y que, además, luego te agradezcan el esfuerzo"

"La afición por el triatlón ha crecido mucho en Vitoria en los últimos años; antes lo practicábamos cuatro locos a los que nadie conocía"