Iker y Eneko Pou se encuentran ya en casa después de casi dos meses de una intensa expedición a Perú cuyo balance no puede ser más satisfactorio. Además de abrir cuatro rutas -Viva Perú Carajo al Huamashraju de 5.350 metros, Mal de Panza en la quebrada de Llaca a 4.350 m, Súper Canalizos al Huanka Punta de 4.670 m y Leire a una montaña de nombre desconocido de 4.882 m-; han conseguido la primera repetición y además en libre de la vía italiana Eder Sabino Chacha Don Bosco y han ascendido los nevados Mateo de 5.150 m, Vallunaraju de 5.686 m, Hurus de 5.495 m y Eder Sabino Chacha Don BoscoMateo Vallunaraju Hurus Rima Rima

Una actividad sobresaliente en un año muy complicado en el que desgraciadamente el covid ha seguido siendo protagonista a nivel mundial. "Viendo todo lo que hemos hecho puede parecer que ha sido coser y cantar, pero con diferencia ha sido una de las expediciones más complicadas de nuestra carrera, ya que los problemas físicos se han multiplicado uno detrás de otro: Una rodilla fastidiada durante más de diez días, varias gastroenteritis seguidas que nos llevaron al baño hasta en veinte ocasiones en un solo día y fiebres. Todo ello sumado a la altura -nos hemos movido siempre por encima de 3.300 metros- han hecho que este verano en Los Andes nos hayamos tenido que esforzar y sufrir como nunca, para sacar toda esta actividad adelante", han explicado los gasteiztarras.

"El desgaste ha sido enorme: Hemos perdido mucho peso y los problemas físicos no nos dejaban recuperar en nuestras vueltas a descansar a Huaraz. En el momento que empezábamos a estar bien, otra indigestión alimenticia nos llevaba a varios días a dieta y una nueva pérdida de kilos. Así hemos estado peleando toda la expedición, saliendo a la montaña en cada ocasión al 50% de nuestras posibilidades, ya que la energía y la fuerza no siempre nos acompañaban. Pero le hemos puesto mucha garra para sacar todo adelante. Nuestra experiencia suma en este tipo de ocasiones en las que muchos alpinistas, y además con razón, tirarían la toalla", han detallado.

"Si nos llegamos a encontrar bien, creo que podríamos haber hecho todavía más, pero lo cierto es que desgraciadamente hemos estado enfermos de la barriga más de la mitad de la expedición", ha lamentado Iker.

Pero a pesar de todo son ya nueve las aperturas que los Pou y Manu Ponce atesoran en los tres viajes que los alpinistas han realizado al país andino, una nada desdeñable actividad que empieza a ser bien reconocida por los locales del lugar: "Para cuando hemos salido de Perú la primera ruta que abrimos al poco de llegar -Viva Perú Carajo- había tenido dos repeticiones y otros dos intentos. Lo mismo ha pasado con las vías que hemos abierto en la zona del Cerro Tornillo. En apenas veinte días, han sido varios grupos de alpinistas internacionales los que nos han pedido información de ellas con la idea de intentar repetirla", han relatado.

El futuro inmediato de los hermanos vitorianos pasa ahora mismo por darse un más que merecido respiro. "Ahora nos toca coger aire. Ha sido un año duro en el que ha tocado reinventarse constantemente por culpa de la pandemia. Retornamos gastados y con ganas de reencontrarnos con nuestros seres queridos. Volver a coger aire para en el momento que podamos continuar con la actividad. Nuestra motivación siempre es muy alta, incluso va en aumento día a día, pero ahora hay que recargar las pilas con el descanso activo. Sobre todo seguir escalando, pero con actividades que sean un poco menos demandantes que el alpinismo", han reconocido.