- ¿Cómo está?
-Bien, muy bien la verdad. He descansado poco. Las noches después de una competición importante, sea el resultado que sea, suele costar dormir. A mí me cuesta conciliar el sueño porque el cuerpo queda un poco agitado. La cabeza da muchas vueltas. Es un día intenso y suele costar un poco. En el avión dormiré muy bien, porque llevo dos noches seguidas durmiendo mal, el día previo a la competición, que también dormí muy mal, y la noche de después. Así que en el avión no voy a tener problemas.
A pesar de los años de experiencia, ¿se siguen pasando nervios antes de una competición?
-A veces se duerme bien y a veces mal. Los nervios siguen estando ahí, igual que siempre. Luego está la forma de gestionarlos. Los nervios son compañeros de viaje de un competidor y, bueno, luego hay que gestionarlos. Por la noche es un punto complicado. El cuerpo está a punto de dormirse, la guardia baja y empiezan a venir muchos pensamientos y cuesta un poquito conciliar el sueño. Y el despertar es muy ligero.
¿Ya se cree lo que ha conseguido?
-Poco a poco, sí. Ha sido así. Es algo increíble, estoy muy contenta y sabía que había esa probabilidad de que sucediera, lo luché hasta el final, pero no pensaba que volvería con una medalla de plata.
Ya había conseguido el bronce en Londres, el oro en Río y ahora llega la plata. Es como que se cierra el círculo, ¿no?
-No veo ningún círculo. Mi carrera deportiva se ha ido desarrollando así. La verdad es que no le quiero dar esa importancia a las medallas, más al camino, el cómo haber llegado a los Juegos, el camino que he recorrido hasta ahora. Me parece que es lo más importante y es a lo que me he agarrado a la hora de afrontar estos Juegos, el sentirme orgullosa de cómo llegaba, cómo había sucedido todo, cómo había reaccionado. Había superado problemas, de cómo, a pesar de ir sumando años, seguía en la élite. Y sentirme bien conmigo misma también me ayudó a sentir que no tenía nada que perder en estos Juegos, ya que mi sueño olímpico ya estaba cumplido, pero no me quitaba las ganas de pelear por lo máximo o conseguir lo máximo posible. Mi objetivo era tener un buen rendimiento, el de una Maialen rápida, con una navegación sólida y fuerte. Consiguiese objetivos o no, lo que realmente me produjo una gran satisfacción fue eso. Ganar la medalla ya suponía un punto de locura. Es algo extraordinario que suma, pero lo que me hace sentirme llena conmigo misma es el camino. Creo en ese camino.
Desde los Juegos Olímpicos de Pekín en 2008 su progresión siempre ha sido ascendente. ¿Se esperaba esta progresión?
-Nunca se sabe qué es lo que va a pasar en el futuro. Se tiene la ilusión, la esperanza de que se pueda conseguir un buen resultado deportivo y, gracias a esa ilusión, se mantienen también esas ganas de ir mejorando como deportista, como piragüista, como persona... y he ido construyendo poco a poco. Mi carrera ha sido bastante tardía, mi primer gran resultado lo tuve en 2009, con 26 años, que fui subcampeona del mundo en La Seu d'Urgell después de aquellos Juegos tan sufridos, que fueron los de Pekín para mí, y poquito a poco, poquito a poco, me fui estabilizando en los primeros puestos del ranking mundial, en los primeros puestos de las competiciones internacionales. Fueron años que me acompañaron a nivel deportivo. En últimos años bajé un escalón de esos primeros puestos, pero seguía peleando entre las diez mejores del mundo. Desde fuera a veces era menos de lo que se esperaba, pero realmente estar entre las diez mejores del mundo es algo muy meritorio. A mí me ha costado un poquito aceptarlo porque la realidad es la realidad y, luego, nuestro gran objetivo siempre han sido los Juegos Olímpicos, que al ser una competición muy emocional, muy potente, muy buscada..., ahí nos hemos preparado para jugar las cartas de la mejor manera posible y, después de trabajarlo mucho, ha salido, pero podía también no haber salido. Y por eso le daba importancia al camino, porque realmente ¿qué es lo que importa? ¿El haberlo intentado, el haberlo luchado hasta el último momento o solo el resultado final? Creer solo en el resultado final es muy peligroso y además no es real.
¿Por todo lo que ha sufrido en este último ciclo olímpico, sabe esta medalla de manera diferente?
-Todas las medallas son muy diferentes, sacadas en épocas diferentes de la vida, en diferentes etapas y todas han sido muy diferentes. La primera medalla de bronce en Londres fue una gran alegría, pero no me supo lo suficiente, me supo a poco. No me conformaba con esa medalla. Fui a Londres a por algo más. Venía de un ciclo muy bueno, de haber ganado varias Copas del Mundo, de estar en medalla muy continuamente. Entrené bastante en el canal de Londres, me encontraba muy cómoda y muy bien, y no fue suficiente. Mi sueño seguía muy encendido. Quería esa medalla de oro y peleé mucho en el camino a Río, pero, al mismo tiempo, tuvimos a Ane y fue otro ciclo muy especial, potente, donde en ese sueño tan difícil de alcanzar, sucedió todo bien, y salió esa medalla. Pero el siguiente ciclo fue duro, donde el cuerpo no aguantó ni la presión ni el esfuerzo empleado en esos tres años de crianza, de haber tenido una hija, de haberla criado, de haber pasado un embarazo, de haber exigido mucho al cuerpo... Ha sido un ciclo difícil, pero la esperanza ha estado ahí, hasta el último momento y he llegado a Tokio muy contenta, porque lo he peleado hasta el último momento, hasta el ultimo instante sabiendo que era muy difícil obtener una medalla, pero ha llegado.
Ha mencionado a su hija Ane. ¿Ha sido un motor para usted?
-Ane es Ane. Para mí, motor de motivación no lo encuentro en las cosas externas, lo encuentro en mí, en mi placer, en el momento de remar, de entrenar, ese placer en el momento en el que superas una dificultad, de la que vas aprendiendo, evolucionando. La motivación la busco más en estas cosas que en las cosas exteriores. Mi hija no la mezclo tanto con mis motivaciones piragüísticas.
¿Y cómo se consigue esa motivación año tras año?
-Te voy a decir la verdad... Durante mi vida no he tenido muchos problemas para encontrar esa motivación, no es algo que lo haya buscado, es algo que ha venido conmigo. Venía dentro de mí. Es verdad que, año tras año, esa motivación igual no es tan fuerte como era antes. Igual ahora lo tengo que trabajar un poquito más. Pero viene de serie en mi persona.
¿Preparada para el recibimiento?
-Estoy con muchísimas ganas de llegar, deseando coger el avión y ver a todas las personas y sobre todo agradecer lo que me han apoyado, lo que me han ayudado, todo lo que me han animado. Y agradecer también lo que han disfrutado. Para mí, es lo más de lo más que la gente haya disfrutado con el piragüismo, con el deporte que tanto quiero, con el deporte que tanto me ha dado y hacer emocionar con una pala sobre el agua, la verdad es que es algo que me... No me salen ni las palabras para expresarlo. Es algo increíble. Tengo que agradecer a todos, todo lo que me han dado. Ver disfrutar a la gente es algo impresionante.
¿Es consciente de que se ha convertido en una leyenda olímpica?
-Yo no soy leyenda, yo soy Maialen Chourraut, a secas. Podemos decir que soy Maialen Chourraut, la piragüista, pero soy una persona normal y corriente, que le gusta la vida normal. Los resultados deportivos, después de haberlo luchado mucho, me han acompañado, pero realmente no me hacen ni mejor ni peor persona. Me gusta mucho más que se me valore por cómo me comporto con la gente que por lo resultados que haya sacado deportivamente. Prefiero que se me conozca como Maialen Chourraut, la piragüista.
¿París 2024?
-Prefiero pensar en el presente, disfrutar el momento. París 2024 queda lejos y hoy es hoy. Solo ha pasado un día desde la competición. Dejadme vivir el presente. Además, necesito un pequeño descanso.
Organizado por el Atlético San Sebastián. Maialen Chourraut, triple medallista en los Juegos Olímpicos, mérito que ningún deportista vasco ostenta, y su entrenador y marido, Xabier Etxaniz, serán hoy homenajeados en la playa de La Concha tras su llegada de tierras japonesas. Su club, el Atlético San Sebastián, ha organizado un acto de reconocimiento, al igual que hiciera hace cinco años cuando conquistó la medalla de oro en Río de Janeiro 2016, en la playa de La Concha, a la altura de la sede del Atlético, a partir de las 18.30, hora en la que está prevista que ambos lleguen a Donostia. El club recomienda a todos los que deseen acudir que lo hagan con tiempo para evitar aglomeraciones en el arenal donostiarra y, además, quiso destacar en su llamamiento que el uso de la mascarilla en el recibimiento a la palista lasartearra y su técnico será obligatorio.
"Que la gente haya disfrutado con el piragüismo, con el deporte que tanto quiero, y hacer emocionar con una pala en el agua es lo más de lo más"
"Ganar la medalla ya suponía un punto de locura, pero lo que me hace sentirme llena conmigo misma es el camino"