l mundo no está acostumbrado a unos Juegos Olímpicos sin Michael Phelps ni Usain Bolt. Desde que en Atenas 2004 surgiera con enorme fuerza la figura del nadador de Baltimore ganando las seis primeras medallas de oro de su histórica cosecha de 23 (en ese mismo evento asomó la cabeza, con una temprana eliminación en las series de los 200 metros, el posteriormente coronado como hombre más rápido del mundo), el estadounidense y el jamaicano, el jamaicano y el estadounidense, han acaparado las miradas en cada cita olímpica. En Pekín 2008, Londres 2012 y Río de Janeiro 2016 estaba claro hacia dónde había que girar las cabezas a la hora de buscar a los grandes protagonistas de los Juegos, rutilantes estrellas además en dos modalidades deportivas que alcanzan en este evento el cenit de su protagonismo mediático. Además, Phelps y Bolt acostumbraban a no fallar y cada cuatro años acudían puntuales a su cita con la gloria en forma de coronación a la vista de todo el mundo. Eran absoluta garantía de éxito.
Pero nada es para siempre. Y menos en el deporte. Phelps y Bolt son hoy en día dos treintañeros retirados del mundo de la alta competición. Sin embargo, la vida sigue y Tokio 2020 reclama en el complicado ecosistema marcado por la pandemia del covid-19 nuevos reyes y reinas, la próxima generación que abandere el deporte y lo lidere hacia una nueva época. Sin las dos bestias competitivas mencionadas, toca buscar nuevos referentes, papel que probablemente nadie encarne, al menos a priori, mejor que Simone Biles. La genial gimnasta estadounidense, con su velocidad, potencia y capacidad para desafiar las leyes de la gravedad, ya brilló con luz propia en los pasados Juegos con cuatro medallas de oro y una de bronce y ahora, convertida en la gimnasta más laureada de la historia con la friolera de treinta medallas sumando Mundiales y Juegos, aspira a agrandar todavía más su leyenda. Tiene fundadas aspiraciones de convertirse en la primera mujer en 53 años en revalidar el oro en el concurso completo y habrá que comprobar si en la prueba de salto se atreve con el Yurchenko double pike, un movimiento que solo ella ha realizado hasta la fecha en una competición oficial. Además de su incontestable dominio deportivo, Biles desprende toneladas de carisma y atractivo mediático por los cuatro costados, por lo que lo tiene todo para reinar.
En la piscina olímpica, hasta ahora era el Tiburón de Baltimore el que marcaba la agenda competitiva. En Tokio ese papel debería corresponder a Katie Ledecky y Caeleb Dressel. A sus 24 años, Ledecky tiene ya en su palmarés cinco oros olímpicos, cuatro de ellos conquistados en Río’16, y domina con puño de hierro las disciplinas de 200, 400 (nueve de las diez mejores marcas históricas son suyas), 800 (posee los mejores 23 registros) y 1.500 libres (copa el top 10 de todos los tiempos), prueba que debuta en el panorama olímpico. Su botín, sumando las pruebas de relevos, puede acabar siendo arrollador, aunque la joven nadadora australiana Ariarne Titmus se le subió a las barbas en los Mundiales de Gwangju de 2019 tanto en el 400 como en el 4x200, arrebatándole sendos oros. En categoría masculina, Dressel, especialista en pruebas cortas y mariposa, se encuentra ante su momento de la verdad, no en vano presenta un fantástico palmarés con trece oros mundialistas, pero solo dos en los Juegos Olímpicos, ninguno de ellos en modalidades individuales (4x100 libres y 4x100 estilos). Podría competir en un total de siete pruebas en Tokio, por lo que acaparará titulares para bien o para mal. Alrededor de estos nombres gravitarán Simone Manuel, Lilly King, las veteranas Katinka Hosszu y Emily Seebohm, Kristoff Miller, Adam Peaty o Kylie Masse. El polémico Sun Yang no podrá participar al estar sancionado por dopaje.
Cuando el protagonismo recaiga en el tartán, se notará una barbaridad el hueco dejado por el Relámpago de Trelawny. Alguien ocupará su habitual lugar en lo alto del podio en las pruebas de 100 y 200 metros (los estadounidenses Trayvon Bromell, que ha corrido el hectómetro en 9,77 segundos este año, y Noah Lyles, que acredita un brutal 19,50 en 200, parecen los aspirantes con más opciones), pero se antoja muy difícil que pongan en riesgo sus marcas históricas y su estratosférico nivel de carisma. Una de las grandes historias de los Juegos Olímpicos la protagonizará la extraordinaria Allyson Felix. A sus 35 años, la estadounidense, con nueve medallas olímpicas a sus espaldas (seis doradas), volvió a la alta competición tras ser madre en 2018 y protagonizar una cruzada contra Nike, que quiso recortarle su patrocinio y obligarle a volver de forma prematura a las pistas, y competirá en sus quintos Juegos Olímpicos participando en las pruebas de 400 metros y el relevo 4x400. En las citas cortas femeninas, se espera mucha competencia, tanto en los 100 (las jamaicanas Shelly Ann Fraser-Pryce y Elaine Thompson y la británica Dina Asher-Smith) como en los 200 (la estadounidense Gabby Thomas, que ha logrado recientemente la tercera marca de todos los tiempos con 21,61 segundos, solo superada por la mítica Florence Griffith-Joyner, o la bahameña Shaunae Miller-Uibo, oro en Río’16 en los 400). La renuncia de Kenenisa Bekele privará a los espectadores de su esperado duelo con Eliud Kipchoge en el maratón masculino, pero será interesante comprobar el rendimiento que ofrecerá en Japón el único ser humano capaz de correr hasta el momento los 42,195 kilómetros en menos de dos horas. La keniana Ruth Chepngetich en el maratón femenino y el sueco Armand Duplantis, gran dominador mundial en pértiga, serán otros dos nombres propios a subrayar en el atletismo.
El resto de deportes olímpicos llegan también cargados de estrellas. Las selecciones estadounidenses de baloncesto, tanto la masculina como la femenina, tratarán de prolongar sus reinados de la mano de figuras del calibre de Kevin Durant, Damian Lillard, Devin Booker, Sue Bird, Diana Taurasi o Brittney Griner, pero ahí estarán Pau y Marc Gasol y Ricky Rubio (España), Luka Doncic (Eslovenia), Rudy Gobert (Francia), Patty Mills (Australia) o Facundo Campazzo y Luis Scola (Argentina) para tratar de evitarlo. El vizcaíno Jon Rahm buscará seguir agrandando su leyenda cuando arranque la competición de golf, la gran estrella local Naomi Osaka y Novak Djokovic centrarán muchas miradas en el tenis y el ciclismo congregará también a un importante número de aspirantes a la gloria olímpica. El espectacular holandés Mathieu Van der Poel tiene entre ceja y ceja la prueba de mountain bike, y para la cita de ruta la nómina de gallos es sobresaliente, encabezada por los eslovenos Tadej Pogacar, vencedor de las dos últimas ediciones del Tour de Francia, y Primoz Roglic, ganador de la Vuelta en 2019 y 2020. Junto a ellos, dos representantes de la vieja guardia como Vincenzo Nibali y Alejandro Valverde, jóvenes irreverentes como Remco Evenepoel y corredores en su plenitud como Wout Van Aert. Competitividad y espectáculo asegurados.
En disciplinas minoritarias que alcanzan un importante nivel de trascendencia en los Juegos Olímpicos, el judoca francés Teddy Riner buscará su tercer oro consecutivo en la categoría de más de 100 kilos, mientras que la haltera neozelandesa Laurel Hubbard derribará un muro al convertirse en la primera deportista transgénero de la historia olímpica. Además, la incorporación de nuevos deportes al programa de los Juegos dará la posibilidad de ver en acción en Tokio a especialistas de modalidades como la escalada (el checo Adam Ondra y la eslovena Janja Garnbret han sido los dominadores mundiales en los últimos años, pero deben adaptarse al formato olímpico), el surf (interesante duelo entre la estadounidense Carissa Moore y la australiana Stephanie Gilmore) o el skateboarding, que aportará novedosos perfiles que van desde el de la jovencísima Sky Brown, que representará a Gran Bretaña a sus 13 años, al del estadounidense Nyjah Huston, una leyenda de esta modalidad a sus 26 años con sus cuatro títulos mundiales y su brutal dominio en los Summer X Games durante la última década.
En natación, Katie Ledecky buscará aumentar el botín de éxitos de Río de Janeiro; Caeleb Dressel, avanzar en las pruebas individuales
Sin Bolt, las carreras de velocidad quedan huérfanas de dominador y con Trayvon Bromell y Noah Lyles como aspirantes a herederos
Kevin Durant, Jon Rahm, Naomi Osaka, Tadej Pogacar..., grandes estrellas mundiales a la caza y captura del oro olímpico
Las modalidades que entran en el programa olímpico colocarán en el escaparate a deportistas brillantes como el ‘skater’ Nyjah Huston