ace 29 años, otro Schmeichel, Peter, se erigió como uno de los héroes de la selección danesa que ganó por sorpresa la Eurocopa de Suecia 1992. El exportero del Manchester United encumbró a Dinamarca con actuaciones inolvidables que casi tres décadas después tienen continuidad a través de su hijo, Kasper, uno de los líderes del cuadro escandinavo que vuelve a ser candidato al título por sorpresa.
Como en 1992, Dinamarca se ha colado entre los cuatro mejores de la Eurocopa cuando nadie apostaba por su presencia en unas semifinales. El combinado de Kasper Hjulmand, sin hacer mucho ruido y paso a paso, ha emulado a sus antecesores para dar la campanada hasta colocarse en la orilla de la final.
Aún tienen un gran reto para igualar a la Dinamarca de 1992, que consiguió el título tras deshacerse de Alemania en la final después de acudir al torneo como invitada tras la exclusión de Yugoslavia a causa de la guerra. Con la mitad de los jugadores de vacaciones en la playa, el antiguo seleccionador, Richard Moller Nielsen, tuvo que improvisar sobre la bocina un equipo para llevar a la gloria a su país. Uno de los elegidos fue Peter Schmeichel, entonces prácticamente un recién llegado al Manchester United y que a sus 29 años comenzó a darse a conocer en el marco internacional.
Con cuarenta partidos a sus espaldas, Peter Schmeichel, como el resto de los daneses que lograron el título, estaba de vacaciones cuando recibió la llamada de Moller Nielsen. En ese momento, pensó que después de la fase de grupos volvería a la tumbona por la vía rápida. Nunca imaginó que Dinamarca llegaría a la final para ganarla. Sin embargo, él mismo se encargó de conducir al combinado escandinavo hacia el título con actuaciones asombrosas.
Ahora, su hijo, a las puertas de cumplirse 30 años de aquella gesta, también guarda el marco de Dinamarca con una diferencia: al contrario que su padre, aún no ha tenido una actuación para el recuerdo a lo largo de la Eurocopa. A Kasper Schmeichel le ha faltado esa parada milagrosa que salvara a Dinamarca. Tal vez, sus tres últimos rivales no dieron el nivel para poner contra las cuerdas a Dinamarca, pero en Wembley, frente a Inglaterra, el pequeño de los Schmeichel tendrá un examen final de primer nivel como el que afrontó su padre ante los Países Bajos hace 29 años.