fraile se libera
EL santurtziarra, pletórico, conquista el estatal de ruta ante herrada y alex aranburu en una carrera alocada con claro protagonismo vasco
- Todo el mundo tiene un plan hasta que suena el primer disparo y en el estatal solo se escuchaba el eco de las balas. Era un tiroteo constante. Una guerra a campo abierto, sin trincheras en las que esconderse. Sonó el silbato y se originó el caos, una maravilla. La carrera tuvo el aroma divertido e histriónico de las competiciones de juveniles, donde manda el ímpetu, el espíritu de combate y el presente. Nadie piensa más allá. Omar Fraile responde punto por punto a las actitudes de los guerreros, a los dorsales que no desmayan ni se rinden. Nunca iza la bandera blanca. El de Santurtzi, que ha pasado dos campañas lejos de su mejor pose, se reivindicó en La Nucía, donde descargó su mejor versión para lograr el estatal de ciclismo en ruta, una victoria balsámica. “En ocasiones he pensado que igual no volvía a ganar, porque eran tres años sin levantar los brazos. Hasta se te olvida cómo celebrarlo”, confesó a DNA el santurtziarra.
La previsión de Fraile no era la victoria, pero su aceleración, que debía de servir para lanzar a Aranburu, su compañero, le dejó solo ante la gloria después de partirse la cara contra el viento. Fraile estuvo a un dedo de sentarse, pero la inercia le arrastró. Por la radio se coló la voz de su masajista. “¡Dale Omar, dale!”, le gritó. No lo dudó el vizcaino, que esperaba a Aranburu. Este se cortó con la sacudida rabiosa santurtziarra. Fraile, que siempre tuvo olfato para el aroma que desprenden las flores de meta, conquistó el Campeonato de España de ruta. Recuperó la sonrisa. “Necesitaba ganar, volver a tener esa sensación”, expuso el santurtziarra, que antes de su logro en el estatal había sumado victorias en el Tour, el Giro, la Itzulia o Romandía. “Pero nunca sabes si has logrado la última”, sintetizó Fraile. Por eso, porque el vizcaino contempló de nuevo el amanecer, se sintió feliz, dichoso y emocionado. Un torbellino para los sentidos. Tenía ansiedad por volver a levantar los brazos. “Cuando he pasado la raya no me lo creía, hacía mucho tiempo que no tenía esa sensación tan especial y no me lo creía. Por eso me he emocionado” Fraile abrió la brazos para agarrar el cielo. Luego se sentó para recuperar el resuello y recibir el abrazo de los suyas. Le besó su chica. Un final de película para Fraile en el thriller del estatal, una carrera repleta de suspense que elevó al santurtziarra, la ola que no claudica. Hombre de mar, remero en su juventud, Fraile dio las paladas exactas para recomponer la figura y dejar en el mar del olvido los días de dolor y pena.
Antes de la explosión de Fraile, cuando la carrera transitaba por el valle de los anónimos, Óscar Sevilla brotó como un recuerdo de una época lejana para tratar de acoplarse a Azparren, Irisarri, Lazkano, González, Fuentes y Ruiz. Sevilla tiene edad de padre y perseguía a unos muchachos. Un asunto generacional. Con el Alto del Turrón Duro a la vista, Sevilla se licuó. Lazkano, Azparren y Fuentes también se despidieron cuando encararon la ascensión en su segunda versión. Irisarri, González y Ruiz hombreaban. El alavés se agitó e Irisarri se cosió a su rebeldía. Pello Bilbao se envalentonó entre los mejores. Amezqueta se acunó a su espalda, pero le negó el relevo. El gernikarra decidió olvidarse de todos. Lanzó su ofensiva. Valiente y convencido.
Ion Izagirre comprendió que Pello Bilbao no tenía intención de relajarse. El de Ormaiztegi convocó a los nobles en el descenso. El gernikarra tensó aún más. Es un kamikaze. Se comió la desventaja de Irisarri y Ruiz. Bilbao. Entre los favoritos se disparaban los intereses cruzados. Espasmos y tirones. Entre curvas festoneadas por los árboles que ultiman la primavera humearon las piernas. El Astana disponía de una mayoría cualificada. Con la bala de Alex Aranburu en la recámara, Fraile se agitó. La carrera era una estampida. Todos buscaban una rendija por la que entrara luz. Todo se deshilachaba pero nada se rasgaba. Luisle, campeón en curso, Herrada, Serrano y Marcos García cargaron en el carrusel del tambor del revólver. Más pólvora.El Astana era un arsenal con Izagirre, Aranburu, Fraile y Luis León. En la guerra de guerrillas, era un ejército regular que domesticó el final, donde las carreras adquieren peso. Aranburu era el más rápido. El de Ezkio estaba protegido por la columna del equipo kazajo. Ion Izagirre se borró después de ofrecer sus piernas. La carretera picaba las piernas, las mordía en el último kilómetro, siempre en pendiente. Luis León realzó otro relevo. Más madera. La última pértiga de Aranburu era Fraile. El santurtziarra, enérgico, puro fuego, partió la cadena. Al fin desencadenado. Fraile se libera.
Clasificación
Omar Fraile
Alex Aranburu
Pello Bilbao
Ander Okamika
Gran actuación. La cita de los estatales de ciclismo subrayó la pujanza del pelotón de Euskal Herria en las distintas categorías. Omar Fraile certificó el oro en la prueba de ruta, mientras que Ion Izagirre fue le mejor en la crono. Ambos lucirán el maillot de campeones a partir de ahora. “Es un maillot que te distingue del resto durante toda la temporada. Eso le da mayor importancia al triunfo”, apunto el de Santurtzi. Ion deberá ponérselo en las pruebas contrarreloj. En la crono también destacó Lourdes Oyarbide, que obtuvo la presea de bronce. Por su parte, Igor Arrieta fue el mejor en sub’23. En la crono de esa mista categoría, Enekoitz Azparren logró el bronce.
“En ocasiones he pensado que igual no volvía a ganar, conseguir esta victoria me ha liberado”
Ciclista del Astana