A Lennard Känma le dio por salir a encontrar la gloria. No la esperó el alemán, siempre proactivo y punzante. Nunca se esconde. Känma es un cazador que persigue la presa, que la acecha. No descansa. Infatigable. No le va quedarse quieto, en la sala de espera tamborileando un golpe de suerte. Esa ambición le impulsó. Su instinto le obliga a atacar, a intentarlo. Aprende de las derrotas para girarlas. No se venció ni se frustró. Continuó a lo suyo.
“Lo había intentado varios días y hoy lo he vuelto a hacer. No ha sido fácil, son las primeras carreras de la temporada”, ha argumentado Känma, que trazó hacia la victoria con la convicción de los poseídos. El alemán, integrante de la fuga que consintió el Ineos, con la nariz respingona y el mentón elevado en la Volta, dejó a sus acompañantes en la bisagra del alto de Montserrat.
Su ataque, a seis kilómetros de meta, desvencijó al resto, entre ellos a un formidable Mikel Bizkarra en una jornada nerviosa de media montaña. El escalador del Euskaltel-Euskadi está completando una gran Volta y fue tercero en la meta de Manresa tras rodar en la fuga. "Estamos bien, pero si queremos seguir ofreciendo este nivel, no podemos alejarnos de esta dinámica. Hay que seguir igual", ha subyado Bizkarra.
El vizcaino era el mejor de la general entre sus compañeros de aventura, siempre controlados por el Ineos, que domina la carrera desde todos los puntos cardinales. Adam Yates, Porte y Thomas completan la tricefalía del equipo británico en el frontispicio de la carrera catalana. Bizkarra estuvo muy cerca de cantar victoria, pero no lo suficiente para derrotar a Känma, que la pasada campaña fue uno de los protagonistas del Tour y se hizo con una victoria de etapa. En la Volta encontró el tesoro que persiguió con ahínco y devoción.