La pasión de Fernando Rodríguez Ibáñez por la montaña comenzó cuando solo tenía 12 años. Un día cualquiera, su hermano le preguntó si quería acompañarlo al monte y él, pensando que sería un simple paseo, aceptó. Para su sorpresa, esa pequeña expedición a disfrutar de la naturaleza se convirtió en una agotadora travesía por el Aizkorri que nunca olvidaría. Porque, pese a la rabia contenida hacia su hermano por tal engañifa, aquel día descubrió un hobby que continúa siendo parte de su vida varias décadas después. En la actualidad, Fernando es el presidente del Club de Montaña Gazteiz y está de celebración por el 50º aniversario de la entidad, que alumbró en 1971 después de dar nombre a una sección de montaña que llevaba más de veinte años activa dentro del Club Deportivo Vitoria.

¿Qué significado tiene a título personal este aniversario?

-Es un honor. Estoy encantado de estar aquí y de ser una de las personas que lo están organizando. Dentro de las opciones que tenemos, que no son muchas debido a la pandemia, queremos que todo salga bien. Sinceramente, es un placer trabajar para que Vitoria nos recuerde como un club potente que hace mucho por los gasteiztarras, los socios y la montaña.

Varios montañeros ilustres son socios del club, ¿suelen participar en las diferentes actividades que organizan?

-Así es, tenemos la fortuna de contar con personalidades importantes de la montaña como los hermanos Pou, Juanito Oiarzabal, Juan Vallejo o Adolfo Madinabeitia. La mayoría tienen sus propios proyectos y no nos gusta molestarlos, pero sabemos que están ahí y que, si les llamamos y están libres, podemos contar con todos ellos. Son determinantes para la imagen del club al igual que lo fueron otros que ya no están como Antonio Miranda, Atxo Apellaniz y demás grandes personas que nos dejaron y a las que tuve la suerte de conocer.

Obviando a los ilustres, que obviamente están en la cumbre del alpinismo, ¿qué cotas han podido alcanzar los socios de 'a pie'?

-¡Un montón! Tenemos gente que ha subido montes como el Kilimanjaro, el Aconcagua o el Elbrus. Además, alguno ha superado seismiles y sietemiles del Himalaya.

¿Cómo les ha afectado el covid-19?

-Lo cierto es que teníamos muchos planes organizados para este año. Siguen ahí, pero se han atrasado al detenerse la actividad deportiva. Por suerte, algunos están pudiendo ir en grupos de seis al monte y, por otro lado, hemos montado una exposición que repasa los 50 años del club.

Esa exposición que menciona estará disponible en el Centro de Exposiciones de la Fundación Vital hasta el próximo cuatro de abril, ¿qué pueden encontrar en ella las personas que decidan visitarla?

-Es muy completa. Más allá de las imágenes y las revistas que recuerdan la historia del club, los que acudan a la exposición podrán ver con sus propios ojos diferentes maniquíes con ropa de distintas épocas, la zona Himalaya, donde destaca una maqueta del Everest, material histórico de montaña y una exposición sobre la mujer en la montaña. Ha tenido muy buena acogida y, lógicamente, cumple con todas las medidas sanitarias.

¿Les han trasladado los socios esa añoranza por volver a la actividad?

-Cada día. Están todos nerviosos preguntando cuándo volvemos. Lo que no saben es que nosotros tenemos casi más ganas que ellos, pero tenemos que aguantar. No es posible organizar un bus de 50 personas para que luego vuelvan todos contagiados. El club tiene un nombre y no queremos mancharlo, si se habla de nosotros, que sea por lo bueno.

¿Cuántos socios tiene el Club de Montaña Gazteiz en la actualidad?

-Entre 3.400 y 3.500. Dado que salir es una actividad esencial, ha habido mucha gente que se ha hecho socia y se ha federado. Nuestra mejor época fue cuando el esquí estuvo en apogeo, allá por el año 2000, cuando llegamos a superar los 4.000 socios. Fuimos uno de los clubes de montaña más grande de Euskadi y también del Estado, cada sábado y domingo organizábamos diez autobuses para ir a la nieve.

¿Cuáles son las disciplinas más populares entre los socios?

-La marcha nórdica lleva varios años pegando fuerte y la bicicleta de montaña también se practica mucho. Algo que ya no es tan popular, al menos a nivel de club, es la escalada, la gente prefiere hacerla por su cuenta.

¿Qué retos se plantean a futuro?

-Organizar muchas salidas y, sobre todo, concienciar a la gente de que tienen que prepararse antes de partir. Siempre que nieva en el Gorbea hay varios rescates que, con una buena preparación, podrían haberse evitado y eso demuestra que al monte no puede ir cualquiera. Además, tenemos varias actividades pensadas a nivel local, muchas relacionadas con la mujer en la montaña, y queremos hacer una gala a final de año para celebrar el 50º aniversario y agradecer a los socios su aportación. Luego, personalmente, tengo mucha ilusión por montar una expedición al monte Elbrús.

Finalmente, ¿qué le dice a esas personas que están pensando en afiliarse al club pero no se animan a dar el paso?

-Que no tengan ningún reparo porque se van a encontrar con gente que les va a ayudar en todo lo posible. Somos una gran familia y acogemos a cualquiera con ganas de disfrutar de la naturaleza. Además, por experiencia puedo decir que el club también puede ayudar a superar momentos complicados. Al final, cuando vas al monte te olvidas de los problemas y recargas fuerzas para afrontar la rutina posterior.