o hay pandemia mundial que pueda parar la Super Bowl. Ni siquiera la protagonizada por un coronavirus que se ha llevado 459.000 vidas y ha provocado 7 millones de contagios solo en Estados Unidos. El país norteamericano se encuentra en la primera fase de vacunación, saliendo de una nueva ola provocada por Acción de Gracias; pero el partido final de la NFL está marcado en el calendario yankee como fiesta nacional. Así que el espectáculo debe continuar. Y lo hará a lo grande: el duelo que (00.00 horas/Movistar Deportes) enfrentará a los Tampa Bay Buccaneers y los Kansas City Chiefs será evento el más visto del año -se prevé que superará los 102 millones de espectadores que tuvo la final pasada-. Pero también en formato reducido. Porque, aunque el partido se dispute en el Raymond James Stadium de Tampa (Florida), con capacidad para más de 75.000 aficionados; tan solo habrá 22.000 espectadores en las gradas. Un tercio del aforo al que se le obligará a portar mascarilla con el objetivo de prevenir la transmisión.

Sin embargo, los expertos sanitarios estadounidenses temen un contagio masivo. Porque la Super Bowl no es solo un partido. Es espectáculo, celebración y deporte. Es reunión con la familia y los amigos. Es más, desde el Washington Post estiman que un cuarto de la población norteamericana va a asistir a una fiesta de la Super Bowl y ya hablan del pánico a una nueva "explosión del coronavirus". Así pues, llaman a la prudencia para disfrutar de una de las finales de la NFL más cotizadas de la historia. Y es que la reducción de aforo ha provocado que se disparen el precio de las entradas. Por lo que descontando a los 7.500 afortunados que asistirán gratis al evento aprovechándose de los asientos reservados para el personal sanitario, el resto de asistentes deberán rascarse el bolsillo. De hecho, la entrada más barata llega casi a los 8.000 euros y la más cara supera por poco los 20.000. Por no hablar de los 36.500 euros que se han pagado por la experiencia VIP. Pero la Super Bowl no solo mueve cifras desorbitadas con sus entradas. Sino también con su espacio publicitario. Porque la final de la NFL es el único evento deportivo en el que nadie se mueve del sofá cuando aparece el descanso. Así, los anunciantes llegarán a pagar más de 4,5 millones de euros por treinta segundos en el evento más seguido del planeta. Y eso que, en este formato reducido, todo parece indicar que será The Weekend en solitario quien ocupe el escenario de la actuación musical. Aunque los rumores también subieron a él a Rosalía.

Sin embargo, el morbo y el espectáculo estarán en el terreno de juego, donde se enfrentarán los dos jugadores que más expectación levantaron esta temporada en el fútbol americano: Tom Brady, el brazo de los Buccaneers; y Patrick Mahomes, estrella indiscutible de unos Chiefs a los que las apuestan dan como favoritos. Así, mientras el primero intentará, en su décima Super Bowl, aprovechar el factor cancha -es la primera vez en la historia que un equipo juega la final en su propio estadio-; el segundo quiere demostrar por qué es el jugador de la NFL mejor pagado. De hecho, Mahomes era el propietario del mayor contrato de la historia del deporte, tras firmar un acuerdo de 503 millones por diez años; hasta que la semana pasada se revelaron las cifras exactas del contrato de Leo Messi con el Barcelona. Pero, en definitiva, mañana se medirán el presente y el futuro del fútbol americano. Un Brady que con 43 años y seis anillos ha conseguido poner a los Buccaneers en órbita contra un Mahomes de 25 primaveras que quiere llevarse su segunda Super Bowl consecutiva con los Chiefs.

Y es que, de ganar, el conjunto de Kansas se convertiría en el primer equipo que revalida el título en 16 temporadas después de que los New England Patriots fueran bicampeones en 2004 y 2005, justamente cuando comenzba la sensacional carrera de Brady. Sin embargo, para reeditar título, los Chiefs tendrán que contar con un Mahomes en plena forma, lo cual es una incógnita puesto que el joven mariscal sufrió recientemente una conmoción cerebral y una lesión en el pie. Dos semanas ha tenido para recuperarse y ensombrecer a un Brady por cuyo brazo pasan las esperanzas de los Buccaneers. De hecho, todo parece indicar que entre ambos quarterbacks estará la elección del MVP de esta Super Bowl.

Y, aunque los entendidos le dan cierta ventaja a Mahomes, que ya se llevó este galardón el año pasado, la joven estrella no quiere oír hablar de premios individuales: "Tendremos que demostrar en el campo que somos el mejor equipo cuando haya concluido el partido. No tengo más objetivo que hacer mejor a mi equipo y lograr la victoria. Los premios individuales quedan en un segundo plano". Así pues, aun con pandemia, restricciones y limitaciones, la Super Bowl volverá a ser el evento más seguido del año. Un espectáculo que sobrepasa los límites deportivos aunque en esta edición vaya a carecer de la ostentación y lujosidad a la que acostumbra.

Se estima que la final de esta madrugada superará los 102 millones de espectadores que siguieron vía 'streaming' la pasada edición

La final enfrentará a las dos estrellas del año: Tom Brady, el brazo de los Buccaneers, y Patrick Mahomes, líder de los Chiefs