l peor equipo de Europa. Eso es ahora mismo, a pesar del innegable peso de su escudo, un desnortado, abatido y trágico Schalke 04 al que se le ha olvidado cómo ganar un mísero partido en la élite. Superar a un rival al término de los noventa minutos, más allá de su identidad y potencial, va camino de convertirse en una auténtica proeza para un histórico del fútbol alemán con 116 años de recorrido.

Tras la derrota del sábado por 0-1 ante el recién ascendido Arminia Bielefeld son ya 29 partidos consecutivos los que acumula el equipo de Gelsenkirchen sin vencer, lo que le sitúa a solo dos encuentros de igualar la peor racha que ha conocido el fútbol teutón, protagonizada por el Tasmania Berlín entre 1965 y 1966 al enlazar 31 partidos sin victorias de por medio.

La profunda crisis deportiva que vive el Schalke, colista de la Bundesliga con cuatro puntos en trece jornadas, sigue su curso mientras la entidad se hunde a cada paso que da. En total, no en vano, son diez empates y diecinueve derrotas las registradas en liga desde su último triunfo el lejano 17 de enero.

Fue entonces, antes del estallido de una pandemia que ha cambiado el mundo, cuando los mineros, con victoria por 2-0 sobre el Gladbach con goles de Serdar y Gregoritsch, dieron una alegría por última vez a su envidiable afición, la cual solo ha vuelto a ver ganar a su equipo, el pasado 3 de noviembre, en la primera ronda de la Copa alemana por 4-1 al humilde Schweinfurt de la cuarta división, sin que ello supusiera alivio alguno.

Los seguidores, además, siguen sin poder manifestarse en el estadio al disputarse sus encuentros a puerta cerrada, pero sí lo hacen en los aledaños, donde ha habido fuertes protestas e incluso pancartas en contra de la directiva.

Dos entrenadores como David Wagner y Manuel Baum han sido víctimas de tan nefasta realidad, siendo el último recurso del club blanquiazul llamar a Huub Stevens, el aclamado técnico de 67 años que dirigió al Schalke de 1996 a 2002 ganando una Copa de la UEFA y dos copas alemanas para erigirse en ídolo de una hinchada que ve impotente cómo su amado escudo se desangra semana tras semana en el verde.

La historia, por mucho que se trate de un club con siete títulos de liga en su haber -el último en 1958- no saldrá en ayuda de un equipo que ya perdió la categoría en tres ocasiones y va camino de una cuarta como no enderece un rumbo que ha sumido en el caos más absoluto a la entidad, lastrada de por sí en el plano institucional por otra grave crisis motivada por el mal hacer en los despachos.

Tanto es así que rozó la bancarrota al tener que lidiar con los efectos del coronavirus tras llevar una serie de años viviendo por encima de sus posibilidades reales, lo cual impulsó al estado federado alemán de Renania del Norte-Westfalia a avalar a los mineros en quiebra por 30 millones de euros.

La situación del club teutón, sin embargo, sigue siendo más que crítica en el apartado económico al arrastrar una deuda superior a los 200 millones de euros debido, en parte, a la construcción de un campo de entrenamiento cercano al Veltins-Arena por un costo cercano a los 100 millones de euros, lo que convierte a dicha instalación en la segunda de más valor del mundo después de la del Manchester City.

Con unas pérdidas superiores también a los 60 millones de euros en fichajes en los cuatro últimos años, los problemas internos en el vestuario del primer equipo son una constante para lamento añadido del club, toda vez que hombres como Harit y Bentaleb están suspendidos y relegados al filial, mientras que el contrato de Ibisevic será rescindido antes de la entrada de 2021.

Sin futbolistas, así las cosas, capaces de identificarse con un club con tanta tradición, el Schalke, rival del Athletic en los cuartos de final de la Europa League en el curso 2011-12 y presente en los octavos de final de la Champions League hace solo dos años, tratará de evitar su primer descenso desde 1988. Podría acarrear, no en vano, la quiebra definitiva de un gigante en ruinas obligado a levantarse y a reaccionar más pronto que tarde por el peso de su escudo.

El Schalke, con una deuda superior a los 200 millones de euros, vive una grave crisis deportiva e institucional

Colista de la Bundesliga con cuatro puntos en trece jornadas, el descenso de categoría podría acarrear la quiebra del club