En toda crisis existe una oportunidad. En un año pendenciero, extraño, escaso de asideros y repleto de incertidumbres, Jon Barrenetxea (Gamiz, 20 de abril del 2000) ha encontrado la rendija en la que hacer palanca y sumarse al pelotón profesional a través del Caja Rural, que ayer anunció las renovaciones de Jon Aberasturi, Aritz Bagües, David González y Héctor Sáez. Campeón del Torneo Euskaldun, la competición que corona al ciclista más regular del calendario de Euskal Herria y brillante vencedor del Memorial Valenciaga, la clásica que sella pasaportes al profesionalismo, el ciclista de Gamiz rodará con el Caja Rural la próxima campaña.
“Al principio de año, con todo lo que ha pasado, lo veía muy complicado, pero a medida que fui ganando carreras y cogiendo más confianza, pensé que era posible pasar a profesionales. Este año he crecido muchísimo”, expone Barrenetxea, un ciclista muy completo y con capacidad rematadora al que el salto de categoría no le produce vértigo. Le impulsan las alas de la ambición y la ilusión. “No me da miedo el salto. De alguna forma, es como cuando pasas de juveniles a aficionados. Hay que adaptarse. Mi idea es aprender, pero si tengo alguna oportunidad, intentaré aprovecharla”, describe ambicioso.
Barrenetxea se inició en el ciclismo a los ocho años en la Sociedad Ciclista Valentín Uriona de Mungia. Allí siguió la huella de su hermano Mikel, cinco años mayor que él. “Mi primera bici de carretera fue una Orbea azul. Pero al año siguiente me quedaba pequeña”. No es de extrañar. Jon mide 1,88 metros. Mikel es el hilo conductor de Jon en el ciclismo. “En mi familia no había referentes en ese sentido. Yo empecé porque veía a mi hermano. Pero también hacía natación. Siempre me ha gustado nadar”, apunta Barrenetxea que compaginaba ambas disciplinas.
Poseedor de un físico imponente, la fisionomía de Barrenetxea se aleja del arquetipo de ciclista vasco, más menudo y escalador. Si bien el vizcaíno se maneja con soltura en la media montaña, destaca por su olfato ganador. Ese es su punto fuerte. “Cuando llego en pequeños grupos, sé que puedo ganar. Cuando ganas sabes que puedes volver a hacerlo”, subraya el ciclista del Caja Rural. Barrenetxea se impuso en cinco carreras en un calendario diezmado por la pandemia.
“Jon es un corredor muy, muy completo. Tiene las cualidades que muy pocos tienen. Sube mucho para el cuerpo que tiene y a la vez es rápido y rematador. Su mayor cualidad es que se trata de un corredor ganador. Hay corredores que andan mucho pero no consiguen ganar. Jon tiene una cabeza privilegiada y carrera que en la que ve opción de ganar no la perdona. Es un killer en competición”, radiografía Xabier Muriel, que será su director en el Caja Rural y el que ha llevado la preparación de Barrenetxea, un ciclista que por sus características, define Muriel, “puede ser un ganador de muchas etapas siempre y cuando se adapte al ritmo del profesionalismo. Es un corredor más de clásicas y muy peligroso en grupos reducidos”.
En ese aspecto, Barrenetxea encuentra similitudes con ciclistas como Alex Aranburu u Omar Fraile, con instinto depredador. “No tengo ningún ídolo, pero, sinceramente, para mí lo que ha conseguido Oier Lazkano en su primer año es el camino”. Lazkano, que será compañero del vizcaino, logró una impresionante victoria en la Vuelta a Portugal en su estreno en la categoría. “Ese es el camino. Pienso que puedes quedarte en el grupo de atrás si has trabajado mucho, pero si no, hay que saber sufrir para ir adelante y así es posible tener luego oportunidades para ganar”, considera Barrenetxea.
Bici y universidad
Mientras el pelotón profesional se toma un respiro y cuelga las piernas de la percha del descanso una vez finalizado el frenesí de la campaña, Barrenetxea, que comparte grupeta con Pello Bilbao y Omar Fraile, -“de los que se puede aprender mucho”, sugiere- compagina los entrenamientos, todavía enfundando en el maillot del Café Baqué, con la universidad, donde cursa estudios de Administración y Dirección de Empresas. Los estudios son innegociables para sus padres. Bici, sí, pero libros, también. Ese fue siempre el trato en casa de los Barrenetxea-Golzarri.
“Quiero acabar la carrera cuanto antes. El primer año me costó más compaginar el salto a aficionados con la universidad, pero ya lo llevo mejor. Además tengo buenos amigos para que me puedan pasar los apuntes”, argumenta Barrenetxea, que se inició en el ciclismo como un juego. La memoria del vizcaino se traslada a La Arboleda y a Zalla, cuando miraba con los ojos curiosos de la infancia el paso del pelotón. “Tendría 8 años y me acuerdo que íbamos a ver la Itzulia, la carrera de casa”. En ese paisaje donde se posan los recuerdos, el pequeño Jon recolectaba botellines de ciclistas profesionales. “Tengo unos cuantos”, dice. A partir de enero, se los pedirán a él.