vitoria - Cada partido que pasa, Achille Polonara sigue robando el corazón a unos aficionados baskonistas siempre necesitados de ídolos en los malos momentos. En condiciones normales y con un Buesa Arena repleto de público, ayer se hubiese llevado una de esas ovaciones atronadoras que ponen la piel de gallina. Conforme transcurrió un duelo de guante blanco ante el voluntarioso Manresa, la figura del italiano se fue agigantando sobre la cancha azulgrana. En su particular show no faltó ningún tipo de ingrediente: puntos de todos los colores, un extraordinario olfato reboteador, visión de juego aderezada de pases de fantasía para sus compañeros, seriedad atrás y, sobre todo, grandes dosis de liderazgo en una demarcación que parecía haberse debilitado tras la marcha de Toko Shengelia al gélido invierno de Moscú.

Con el Manresa colocando el aliento en la nuca al Baskonia al inicio del último cuarto (61-58), emergió uno de los cualificados boinas verdes de Dusko Ivanovic para evitar cualquier conato de incertidumbre. Sin ánimo de hacer un guiño a los canteranos, ayer completamente irrelevantes, el técnico montenegrino apostó por tres hombres altos con Polonara reciclado al puesto de alero. El equipo vitoriano vio definitivamente la luz para someter a un forastero correoso y todo pundonor pero, al mismo tiempo, consumido por el esfuerzo y con la lengua fuera. Las embestidas locales fueron imparables para el Manresa, carente de músculo y piernas para resistir el volcánico ritmo azulgrana.

Otro partido que podía caminar hacia el enésimo cara o cruz de la temporada terminó convertido en un trámite. El carácter del italiano volvió a sostener a un Baskonia que inició de manera inmejorable una semana agotadora en el plano físico y mental. Otros cuatro jugadores (Vildoza, Jekiri, Dragic y Peters) superaron con creces la decena de puntos, aunque fue Polonara quien realmente se ensañó con el Manresa con una contundencia devastadora. Indiscutible amo y señor de un partido en el que los vitorianos siempre llevaron la delantera en el electrónico y apenas titubearon pese a que las ventajas no fueron concluyentes hasta casi el cuarto final.

Merced a un solvente trabajo coral, el Baskonia evitó sorpresas desagradables ante un rival de ingrato recuerdo. El Manresa se convirtió la pasada temporada en el verdugo que le dejó matemáticamente fuera de la pasada Copa del Rey conquistando el Buesa Arena, pero ayer hincó la rodilla con relativa facilidad en un partido que constató un cambio significativo en la jerarquía del juego interior. Ivanovic siguió apostando por Jekiri como cinco titular y esta vez fue Fall su primer escudero en detrimento de Diop como recompensa a sus notables minutos en Badalona. Ilimane tan solo ingresó en pista bien avanzado el tercer cuarto tras la tercera falta del gigante senegalés y ante la pérdida de confianza del montenegrino en un errático Jekiri.

Fue Vidoza quien rompió la monotonía capitaneando el primer despegue azulgrana en el segundo cuarto. Ocho puntos casi consecutivos del argentino frenaron el ímpetu de un Manresa que, pese a hacer la goma en varias fases y estar repleto de rostros anónimos, siempre trató de agarrarse con uñas y dientes al partido. Cada estirón vitoriano fue neutralizado por el cuadro afincado en el Bagés, aunque esas pequeñas brasas no terminaron desembocando en ningún incendio. Los hombres adiestrados por Pedro Martínez llegaron con las fuerzas justas a un epílogo en el que la sideral diferencia en cuanto a calidad y físico quedó patente con toda la crudeza del mundo.

La defensa alavesa perdió algo de rigor tras el intermedio, un hecho que favoreció el lucimiento de Mason o el purasangre Vaulet. Sin embargo, ello no fue óbice para que el Baskonia sufriera algún tipo de sobresalto en un partido muy desequilibrado. Lástima que algunos titulares acumularan excesivos minutos y que los jóvenes fueran testimoniales o, en algun caso, invisibles (Raieste) en un partido teóricamente propicio para su reivindicación. El Barcelona de Nikola Mirotic, muy terrenal pese al glamur que desprende su proyecto, eleva mañana sobremanera el listón de la exigencia en la Euroliga.

Cambio táctico decisivo Se encaminaba el Baskonia hacia otro final igualado cuando Ivanovic apostó por tres hombres altos con Polonara desplazado al puesto de 'tres'. A partir de ese instante, comenzó el particular show del italiano con una ingente producción en todas las facetas. Su labor multidisciplinar enterró a un Manresa que siempre hizo la goma.

Oleadas letales El guerrero transalpino fue el indiscutible amo y señor de la visita catalana, aunque el Baskonia fue esta vez un conjunto autoritario, rocoso y sostenido por un elevado ritmo de juego en el que cinco jugadores se fueron por encima de la decena de puntos.