- Por ahora, el campo base del Everest se parecerá muy poco al de otros años, con un puñado de tiendas de campaña a la espera de la llegada de más escaladores. "Estamos felices. Estamos de regreso a la montaña", afirma Lakpa Nuru, natural de Khumjung, una pequeña localidad en la ruta hacia el campamento base del Everest, pico que ha escalado en nueve ocasiones.
Para Nuru "la escalada lo es todo", y aunque se trata de una profesión "arriesgada", reconoce que no tiene otra alternativa. Sin embargo, lamenta, ahora "las montañas parecen un pueblo fantasma".
Igual que otros muchos países, en marzo Nepal decidió cerrar sus fronteras y confinar a su población para tratar de evitar que la pandemia del coronavirus se extendiera, con el consecuente impacto devastador a la economía de la nación del Himalaya, muy dependiente de la llegada de miles de turistas atraídos por sus montañas.
Tshiring Sherpa, presidente de Asian Trekking, la agencia que organiza esta primera expedición tras la pandemia, dijo que el objetivo de escalar la montaña es difundir el mensaje positivo de que a pesar del coronavirus, el Himalaya y el pueblo de Nepal están a la espera de recibir a visitantes de todo el mundo.
Ese momento se ve cada vez más cerca, después de que la semana pasada el Gobierno nepalí aprobara finalmente la llegada de turistas extranjeros a partir del 17 de octubre para hacer montañismo o senderismo, una decisión que llegaba después de la reanudación de los vuelos internacionales desde el 1 de septiembre.
No todo van a ser facilidades y apertura para el turismo. Como medida de seguridad, los turistas tendrán que presentar a su llegada al país pruebas PCR negativas realizadas un máximo de 72 horas antes.
Perdida ya la temporada de escalada de primavera, que va de marzo a mayo y suele atraer a más montañeros que tratan de escalar el Everest, la esperanza está puesta ahora en esta temporada de otoño (de septiembre a noviembre), que recibe normalmente a un tercio de los 1,2 millones de turistas que visitan Nepal todos los años.