- Puede verse como una cuestión de persistencia. Por no bajar los brazos cuando el Arsenal le zarandeó por un global de 7-0, allá por octubre de 2012, en su primera participación en la Liga de Campeones. Por insistir tras encajar cinco goles -tres en la ida y dos en la vuelta- frente al Wolfsburgo en sus primeros cuartos de final. Entrada la primavera de 2014, el sorteo definía la suerte del Barcelona. El cruce con cualquier gigante significaba, con certeza, su eliminación. Con la profesionalización de la sección femenina en 2015, la entidad azulgrana empezó a dotar de más recursos a sus futbolistas. Este paso fue definitivo para cambiar su perspectiva e imaginar otra realidad en Europa. El Barça ha alcanzado las semifinales de la Women’s Champions League en tres de las últimas cuatro temporadas, en las que se ha consolidado en la élite continental. La final del pasado año en Budapest plasma su crecimiento. Le queda el título como colofón.
Sumido en ese proceso, el equipo catalán abrió las puertas de su vestuario a estrellas internacionales, como Caroline Graham Hansen. Echó horas y horas en el gimnasio. Dedicó más atención a la táctica. E impulsó el crecimiento del grupo bajo el liderazgo de Alexia Putellas. Fueron ella y las otras capitanas las que acordaron con el técnico Lluís Cortés subir el listón de la exigencia. La final ante el Olympique de Lyon les dejó un duro correctivo (4-1), una medalla de plata y muchas lágrimas. También les dibujó un camino hacia el cetro continental.
Hasta la interrupción de la temporada por la pandemia, el Barcelona compitió a otra velocidad. Encadenó goleadas y goleadas para sostenerse en el primer puesto de la Primera Iberdrola. Ganó también la Copa de Catalunya y la Supercopa de España. Ahora se dispone a abordar el favoritismo del Wolfsburgo en la primera semifinal de la Liga de Campeones, que mañana (20.00 horas) disputarán en el Reale Arena.
Juega en contra el Barça la paralización de la temporada. Le faltó chispa, acierto y convicción ante el Atlético de Madrid, al que doblegó por un ajustado 1-0 en San Mamés el pasado viernes, obra de la francesa Kheira Hamraoui en el minuto 80. 173 días después de su último partido oficial, Lluís Cortés se dio por satisfecho: “Me quedo con que el equipo supo trabajar en un contexto de presión, sin cometer errores. Un partido sencillo no nos hubiera ayudado tanto. Es el mejor entrenamiento y la mejor preparación para la semifinal”.
El Wolfsburgo, campeón de la Bundesliga y la Copa alemana, llega a la cita más rodado. El fútbol, sin distinción entre masculino y femenino, sí se reanudó en Alemania. Se vio en su físico y en su ritmo, aunque el 9-1 ante el débil Glasgow City no es demasiado concluyente. En todo caso, Pernille Harder se dio un festín con cuatro goles y ratificó su estatus de estrella. Redondear el triplete en esta final a ocho debería ser el impulso definitivo hacia la conquista de los premios individuales que inexplicablemente, dado su talento, todavía le faltan.
En la otra semifinal, fijada para el miércoles en La Catedral, el París Saint-Germain abordará al Olympique de Lyon, su verdugo en la reciente final de la Copa de Francia. El equipo capitaneado por Irene Paredes claudicó en los penaltis. Tiene la reválida tras haber apeado al Arsenal.