- Collin Morikawa dejó en San Francisco su impronta como nuevo fenómeno del golf mundial. Se sabía que el joven californiano de 23 años era muy bueno, pero en el PGA Championship quedó claro que también es un ganador. En su segunda presencia en un major, el jugador de antepasados japoneses, que lleva catorce meses como profesional, se llevó el Trofeo Wanamaker y se anotó su primera victoria grande. Y no fue cualquier triunfo porque lo logró en el grande más igualado que se recuerda. A cinco hoyos del final, hasta ocho jugadores tenían opciones de ganar, con siete de ellos empatados en el liderato. Era el momento de la verdad y Morikawa, pese a su inexperiencia, jugó con autoridad. En el hoyo 14 embocó un chip desde fuera de green para ponerse líder en solitario y en el 16 llegó el golpe de su vida. Era un par 4 corto y se la jugó con el drive de salida. Le salió un impacto perfecto que dejó la bola a escasos dos metros de la bandera. Metió el putt de eagle y dio la puntilla a un torneo muy emocionante.
La precocidad de Morikawa le sitúa como una de las estrellas del futuro, pero su presente es enorme porque se ha situado ya en el quinto puesto del ranking mundial y suma tres triunfos en el PGA Tour. Nada más debutar, firmó una racha de 22 torneos consecutivos sin perder el corte, algo que solo había superado Tiger Woods, y en el TPC Harding Park dejó otro registro para la historia: nadie había jugado el fin de semana de un major con once golpes bajo par. Cuando el palo más pesaba, Collin Morikawa se comportó con una madurez extraordinaria, lo que los expertos más destacan de su personalidad. Y también demostró que no hay que reventar la bola para acercarla al hoyo. Solo hay que ponerla en el sitio correcto.