uatro meses y medio después de que se suspendiera aquel encuentro entre los Oklahoma City Thunder y los Utah Jazz, con los jugadores ya en pista preparados para el salto inicial, al conocerse que Rudy Gobert, pívot de la franquicia de Salt Lake City, había dado positivo por covid-19, la NBA retoma hoy su actividad oficial en un ecosistema muy particular, enclaustrada en una burbuja de seguridad con un coste de más de 170 millones de euros que se espera que ofrezca las garantías sanitarias suficientes para que los 22 equipos que quedan en competición puedan enzarzarse en la lucha por el anillo de campeón, que se alargará hasta mediados de octubre.
Las escuadras llevan ya dos semanas dentro del campus ubicado en el ESPN Wide World of Sports Complex, en el interior del Walt Disney World Resort en Orlando (Florida), y durante las últimas siete jornadas han tenido la oportunidad de disputar partidos de preparación, además de aclimatarse a unas condiciones de competición y vida tan novedosas como desconocidas para los protagonistas. Adiós a los constantes y kilométricos viajes (todos los encuentros se disputarán en los tres pabellones del complejo deportivo), bienvenida a unas circunstancias de clausura que ya han dado mucho que hablar. Haciendo una comparación con la burbuja en la que se disputó la fase final de la Liga Endesa en Valencia, cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia. Los equipos fueron llegando de manera escalonada a Orlando, algunos jugadores aterrizaron días después que sus compañeros y las salidas y entradas del recinto por "razones personales" han sido numerosas las últimas semanas.
Así, se ha dado el caso de que equipos como Los Angeles Clippers han llegado a tener fuera en algún momento hasta a cuatro jugadores, con el caso especial de Lou Williams, que pidió permiso para asistir a un funeral y fue fotografiado en un club de strippers de Atlanta. La NBA ha apostado por los controles PCR diarios para garantizar el buen funcionamiento de la burbuja, habiendo sido también obligatorios para los jugadores que la han abandonado en algún momento -a los que los pasaban, se les aplicaba un periodo de confinamiento de solo cuatro días a su regreso-, y se ha abrazado a la tecnología, haciendo que los jugadores y técnicos tengan la posibilidad de portar un anillo que mide constantemente la temperatura corporal, la frecuencia cardíaca y respiratoria, entre otros parámetros, y que según los expertos es capaz de detectar con tres días de antelación los síntomas asociados al covid-19.
Con los 22 equipos alojados en tres hoteles de lujo, los jugadores teniendo a su disposición actividades paralelas como golf o pesca y una semana de entrenamientos para quitar el óxido de la inactividad y la enfermedad (Russell Westbrook, Ricky Rubio y Nikola Jokic, entre otros, han superado recientemente la infección por covid-19), llega el momento de la actividad oficial. Primero, ocho partidos de temporada regular para acabar de definir los 16 conjuntos que pugnarán por el anillo (si entre el noveno y el octavo clasificado de cada conferencia no hay una distancia superior a los cuatro partidos, ambos equipos disputarán un play-in para decidir cuál sigue en competición) y, a continuación, el play-off en su formato habitual al mejor de siete duelos hasta la gran final en la primera quincena de octubre. Atendiendo a las extraordinarias circunstancias vividas los últimos meses, es complicado asignar favoritismos, pues prácticamente todas las franquicias cuentan con ausencias de piezas importantes por motivos personales, jugadores que han hecho públicas sus dudas y temores por participar en estas circunstancias u otros que incluso han padecido la enfermedad. Por todo ello, la condición física y mental de las plantillas tendrá mucho peso en la balanza.
Atendiendo a lo visto hasta la interrupción del curso, las dos franquicias angelinas, Lakers y Clippers, asomaban fuertes por el Oeste mientras que Milwaukee Bucks y Toronto Raptors lo hacían por el Este. LeBron James, Anthony Davis y los suyos van bien encaminados para hacerse con el título de conferencia y pueden pescar en río revuelto, pero deberán superar las bajas de Avery Bradley y Rajon Rondo (podría volver a mediados de septiembre) y ajustar su rotación con la inclusión de dos tipos tan díscolos como JR Smith y Dion Waiters. Por su parte, los Clippers tienen una amplitud de rotación sin parangón en toda la liga y la presencia de Kawhi Leonard y Paul George les convierte en grandes favoritos desde el arranque del ejercicio, pero las constantes salidas y entradas de sus jugadores en la burbuja han hecho que su preparación no haya sido la idónea. En el Oeste, esperando un tropezón de estos dos trasatlánticos figuran los Denver Nuggets, los Utah Jazz y, sobre todo, esos grandes apóstoles del small ball que son los Houston Rockets, capaces de todo con James Harden y Russell Westbrook.
El Este, por su parte, pone sobre la mesa tanta pólvora o más. Los Milwaukee Bucks de Giannis Antetokounmpo presentaban en marzo el mejor balance de toda la liga (53 victorias y 12 derrotas) y está por ver si han alcanzado el grado de madurez que les faltó el pasado curso, porque en caso contrario ahí estarán los graníticos Raptors, que pese a haber perdido el pasado verano a Kawhi Leonard, han competido tan bien o incluso mejor merced a un grupo humano con las ideas muy claras liderado por Kyle Lowry, Pascal Siakam y Marc Gasol. Los peligrosos Boston Celtics, los irregulares Philadelphia 76ers y los ásperos Miami Heat aparecen un paso por detrás, pero con el suficiente armamento como para llegar muy lejos.
Los Clippers, los Lakers, en el Oeste, y los Raptors y los Bucks, en Este, asoman como los más fuertes si se tiene en cuenta el inicio de curso