Vitoria - El deporte alavés, y el ciclismo más concretamente, pierde a uno de sus grandes referentes históricos. Eusebio Vélez de Mendizábal (Durana, 28 de marzo de 1935) ha fallecido a los 85 años de edad, dejando tras de sí una estela cargada de éxitos y reconocimiento, como bien refleja el cariño que le profesaban allá donde se hablase de ciclismo.

No en vano, estuvo ligado a la bicicleta desde la juventud, primero como ciclista profesional (veintiún victorias jalonan su palmarés, con dos presencias en el podio de la Vuelta a España), posteriormente como director deportivo de prestigio al frente del mítico Kas vitoriano (de su mano, el equipo ganó dos Vueltas y sumó dos podios en el Tour de Francia) y después con la fundación de la marca de bicicletas Mendiz, que desde 1984 se ha convertido en un referente.

Como desde hace décadas lo era su fundador con todo aquellos relacionado con el deporte de las dos ruedas en la provincia y en cuyo homenaje se celebra cada año en su Durana natal el trofeo que lleva su nombre -el pasado mes de abril debería haberse celebrado su 52ª edición, que tuvo que ser suspendida por la pandemia- y que forma parte del Torneo Lehendakari en el que participan las mayores promesas del ciclismo estatal.

Tras entrar en el campo profesional como independiente a finales de 1958, dos años después pasa a enrolarse en el Kas vitoriano, donde sería pieza destacada de uno de los equipos más recordados de la historia del ciclismo y en el que el colectivo estaba por encima de las, por otra parte, excelsas individualidades, antes de dos temporadas finales en el Fagor.

Durante la primera época, Eusebio Vélez de Mendizábal fue una pieza clave en la que durante muchos años fue considerada como la mejor escuadra del mundo. Todavía sin victorias, en la Vuelta de 1961 su nombre sale a relucir de manera destacada al portar el jersey de líder durante tres etapas, lo que supondría el inicio de su particular idilio con la ronda española.

Fue segundo en la edición de 1966 y cuarto en la de 1968, ganando además la etapa inaugural en 1964, una contrarreloj. Precisamente, su fortaleza en los esfuerzos individuales contra el cronómetro y su fortaleza a la hora de aguantar el tipo en las ascensiones le convirtieron en un corredor muy fiable en las generales y en un gregario de primera categoría al ofrecer apoyo a sus líderes en todo tipo de terrenos.

Su primera victoria llegó en 1962, el Gran Premio Bilbao al que seguiría ese mismo año el Campeonato de España de Regiones contrarreloj. En 1963 alcanzaría su tope de victorias en una temporada (cinco, las mismas que en 1966) con triunfos en el Gran Premio Primavera, el Circuito Urbano de Burgos, la Vuelta a la Reigada y el Circuito Montañés, en el que se llevó la general y una etapa.

En 1964 llegaron otros cuatro triunfos (una etapa en la Vuelta a Levante, de nuevo el Gran Premio Primavera, la etapa en la Vuelta que supone su única victoria en una de las tres grandes y el Gran Premio Astorga). Otras dos veces levantó los brazos en 1965 (etapa en la Bicicleta Eibarresa y el Gran Premio Vasco Navarro de Montaña) antes de 1966, su gran año, con cinco triunfos (general y etapa en la Bicicleta Eibarresa, Subida a Urkiola, Vuelta a La Reigada y Gran Premio Rodolfo González) y la segunda posición en la Vuelta, a solo 36 segundos de su compañero Gabica.

Tras quedarse en blanco en 1967, en 1968 fichó por el equipo Fagor, con el que ganó ese año la Subida Arrate y el Gran Premio de Primavera y fue podio en la Vuelta, retirándose a la conclusión de 1969 con la última de sus veintiún victorias profesionales, el Gran Premio de la Amistad. Acabó en cinco ocasiones entre los diez primeros de la Vuelta; fue décimo y undécimo en sus dos presencias en el Giro de Italia; y no pudo acabar los cuatros Tour de Francia en los que participó, siendo vigésimo primero en su único Mundial.

Tras dejar la bicicleta, en 1973 inicia su trayectoria como director deportivo de la mano del Kas como mano derecha de Dalmacio Langarica en un colectivo de mucho nivel en el que destacaba José Manuel Fuente El Tarangu. Con infinidad de victorias parciales en etapas y generales de rondas menores, el equipo vitoriano consiguió en los cinco años de Eusebio Vélez de Mendizábal en la dirección dos Vueltas (la de 1974 con Fuente y la de 1976 con Pesarrodona), un par de podios en el Tour y el segundo puesto en el Giro de otro alavés, Paco Galdos.

Durante esa época, el Kas vitoriano fue además el gran dominador de las clasificaciones por equipos.

Ya en 1984, su relación con el ciclismo continuaría como empresario con la puesta en marcha de la casa de bicicletas Mendiz, muy reputada en el mundo de las dos ruedas. Ahí queda su legado, pero más allá de sus éxitos y de un lustroso palmarés, para la historia quedará, además de su discreción -se le podía ver apoyando todas las pruebas locales y también cuando los profesionales pisaban el territorio-, su condición de gran compañero y mejor maestro de ciclistas.

La cifra

21

Victorias

Eusebio Vélez de Mendizábal acumuló veintiún triunfos como profesional y dos podios en la Vuelta, amén de un sinfín de triunfos como director deportivo del Kas.