e acerco a la oficina y aprovecho para hacer las compras pequeñas donde me encuentro con la gente esencial. Con Marian en la panadería, con Sara en la pescadería y con Fernando Arroniz en la carnicería. Un integral hoy, y el Diario, un chicharro un poco más grande y 12 almejas para un arroz y la morcilla de Burgos, un chorizo palentino y el paquetito con trocitos de jamón que viene bien para todo. Voy de camino, cargado y justificado, y me cruzo con el cortador de hierba, la sopladora y con el conductor de la barredora, un tres en uno que mantiene limpia las aceras. Esenciales todos, que le dan vida a la ciudad mientras permanece cerrada. Necesito la máquina que ordene los pensamientos para esta página en la que voy a introducir a otro esencial con alma de pelotari, que con el portátil, en casa, el pensamiento y la estructura desaparecen cada seis o siete segundo mientras me ocupo de arrastrar el dedo y cliquear márgenes y sangrados y me olvido de escribir. Con éste, como con el bolígrafo, los pensamientos se transmiten con fluidez. No sé qué pasa con el de casa que, como con algunas lecturas, tengo que volver atrás tantas veces que se me acaban las ganas de seguir.
Resulta que hoy, después de cuatro días con buenas cifras, repunta el número de afectados, de ingresos y fallecidos por el virus. También los dados de alta, gracias a Dios. Es martes. Desde ayer ciertos talleres, empresas pequeñas y también alguna grande, han reiniciado su funcionamiento. Cada cifra es una familia, un drama, un golpe en los corazones. Los números son personas y, hay ciertas imágenes que nunca debieran verse. En El Mundo una portada que puede con mi moral y no sé si también con todas las éticas. Hay opiniones. Son féretros ordenados alfabéticamente sobre la cancha de una pista de hielo. Es verdad, es un dato y, como escriben, son personas a las que se refiere tanto dato… de ahí la portada. No sé…
Volantazo, con más ánimo, para presentar Eutsi Goiari -referencia eutsi-goiari.com. A partir de la iniciativa personal y ciudadana de los doctores Jorge Guadilla y Orlando Pompei. Una Fundación con casi 80.000 euros recaudados para la compra de material sanitario para hospitales, residencias y centros donde el personal se enfrenta al virus todos los días. A partir de ahí surge Eutsi Goiari y empuja el padelero y carismático David Rupérez. Pablo Gómez, que no sabe de redes, empieza el camino con una camiseta del Alavés de hace 20 años. Era de Karmona y está firmada por la plantilla que casi juega champions. Aitor Pinedo aporta txapela y trabajo. Y mucho impulso. Luego viene Konpa y camiseta de sus buenos años en el frontón. Y Martín Fiz. Y Juanito. Los González Galdeano, los Pou, Tania Lamarca y Olaizola, Irujo, Altuna… y Jon Rahm. Y Fernando Palacios con una camiseta del padre, del ciclón Ogueta, y una pelota que conoció el viejo vitoriano. Cada uno con algo por lo que pujar desde el pasado martes. Esenciales. Ya te digo. Atentos a la subasta. Esenciales todos.
Vamos hacia otro lado. Nuevo volantazo, a bordo de un siete plazas Mercedes V, conducido por Andoni Murga Aguirre, uno de nuestros grandes. Profesional desde los 21 hasta los 27 años en Eskulari. Con Maíz, Pierola, los Ariño, Bengoetxea, III y IV, Bergara… entre mucho otros. Taxista y esencial. Personaje que requiere de mucho más espacio. Lo tendrá más adelante. Afable, simpático, accesible. Compañero habitual, muchos años, del gran Manu Furundarena, con el que lo ganó todo en el campo aficionado. “Manu era un pelotari rocoso con una zurda fenomenal que no tiraba una pelota”, recuerda Andoni. Aquella pareja de Amurrio fue rival a batir durante muchos años. Murga fue campeón en el Federaciones, en el mano a mano contra Zabala (18-17), que también jugaría luego en el campo profesional.
Se despidió en Arnedo, en fiestas, “por San Mateo, más o menos”, junto a Garaita y contra Muntión e Iturza “creo”. “Aquel día me rompí la clavícula y Fernando me llevó en su coche hasta la Policlínica de San José”, recuerda. En aquellos seis años como pelotari profesional “jugué y obtuve más de un triunfo en primera al lado de Lajos y Martinikorena”, subraya.
La saga continúa en casa, con Mikel, un joven con buena planta, alto y de muy buenas maneras, algo irregular, al que se le auguraba un buen futuro que, una mano blanda y la falta de continuidad le pararon en seco. Y está Ane, paletista de categoría. Delgada y fibrosa como el hermano, técnica y con un don natural para el frontón. A día de hoy “trabajan como pueden en casa para mantenerse en forma”, dice el padre, que mata las horas de confinamiento “cortando hierba, con algo de poda y un poco de huerta”. Como muchos, la huerta -un trozo del jardín de casa- pasó a un segundo plano “cuando el abuelo Andoni dejó de tirar del carro”. Ane es estudiante de Farmacia en Gasteiz y Mikel ya trabaja -“ahora no, ahora todos en casa”- después de prepararse con un módulo de Administración y Finanzas y otro de Asistencia a la Dirección. Parece que en Amurrio, las grandes empresas, Tubos y Tubacex llevan unos días funcionando a ritmo medio, las pequeñas empresas podrían empezar poco a poco -Sanidad y Gobierno marcarán los plazos- y, como en el resto de Euskadi, un día, más pronto que tarde, sin prisa, “todo se irá normalizando”. “Hay que ser pacientes”, remarca Murga.
Andoni es taxista. Uno de nuestros esenciales. Con poca carga de trabajo estas semanas. El domingo se encargó de devolver a casa desde Loiu a una pareja de recién casados que volvía de Nueva Zelanda: Adelaida y Jon. Antes y después, varios viajes de Asistencia en Carretera para conductores accidentados. El último, para un conductor de Miranda accidentado en Murguia al que hubo que “llevarle hasta Santander”. Parece que Asistencia en Viaje Mapfre funciona. Como debe ser. Y un tercero, entre semana, un enfermo en la zona de Berberana, en el norte de Burgos, frontera con Álava “al que hube que trasladar al hospital de Miranda de Ebro”.
La mujer de Andoni, funcionaria en el ayuntamiento de Bilbao, tampoco ha parado. Cristina es otra esencial. Desde el día 12 de marzo Amurrio está cerrado pero la vida no se detiene. Entre otras cosas porque hay personas que la hacen girar. Los más tenemos trabajo en casa. No menos importante.