como prometí en el anterior artículo, voy a continuar narrando los diferentes casos de auténtico desconocimiento culinario que he ido acumulando en mi memoria. Gracias a mis años de experiencia ligados al mundo de los fogones y de la alimentación podría decir que soy una enciclopedia andante de curiosidades culinario-nutricionales y me resulta realmente difícil decidir cuáles contaros.
En esta ocasión, me voy a centrar en dos casos concretos. Estos espero que os sirvan como ejemplo de la mala interpretación que somos capaces de hacer de los consejos alimenticios que nos hacen los profesionales de la nutrición y el deporte. Pongámonos en materia.
Las legumbres. No hay nutricionista o experto en nutrición que no considere las legumbres un alimento básico de una correcta alimentación. Ricas en fibra, proteínas de calidad, minerales y vitaminas las hacen imprescindibles en una dieta saludable. Además no son especialmente calóricas, por lo que su consumo puede ser habitual incluso en dietas en las que pretendemos reducir nuestro peso corporal. Entonces, ¿dónde esta el problema? Sin lugar a dudas os puedo decir que la forma de prepararlas y los acompañamientos son el problema de este grupo de alimentos. Cuando pensamos en legumbres de consumo diario para un deportista no nos referimos a unas faves asturianas con todos y cada uno de los sacramentos o a un cocido leonés con su espectacular morcilla de matachana o a unos garbanzos con callos a la madrileña.
Debemos cambiar totalmente el chip, ya que aunque este tipo de platos son exquisitos para un consumo ocasional, no pueden formar parte de una dieta diaria equilibrada. Los platos de legumbres a las que nos referimos son aquellos en los que el ingrediente principal es la legumbre y sus acompañamientos serán básicamente hortalizas y algo de proteína lo más magra posible. Un poquito de jamón no muy graso, una o dos rodajitas de chorizo previamente desgrasado, o cualquier pescado o carne magra previamente salteada pueden ser opciones perfectas. Debemos olvidar los productos procesados del cerdo y probar otras exquisitas combinaciones, nuestro cuerpo lo agradecerá.
Las ensaladas. Hoy en día el mundo de las ensaladas ha evolucionado de una forma increíble. Atrás quedaron la ensalada mixta e ilustrada aliñadas con una humilde vinagreta de aceite de oliva virgen extra y en su lugar, han llegado ensaladas con cientos de ingredientes bañadas por aliños que sus calorías superan toda imaginación. Una ensalada se tiene que basar en las hortalizas de todo tipo, incluso se podría añadir algunas frutas y algún ingrediente que haga de guarnición o de condimentación. Lo que no es una auténtica ensalada es aquella que se base en el arroz, la pasta, frutos secos a mansalva, daditos de queso, pollo rebozado procesado, ahumados varios o salsas tipo César, cóctel o preparados similares. No nos engañemos eso no son ensaladas. Si decidimos cenar ensalada porque queremos reducir nuestro peso o porque simplemente nos toca en la dieta, por favor, seamos realistas y hagámoslo bien, volvamos a las hortalizas de temporada; al rico tomate, lechugas, cebolletas, pepinos y demás productos de la huerta. Nuestro cuerpo lo agradecerá.
Debemos adquirir sentido común real con nuestra alimentación y cocinar mucho, nuestra salud lo agradecerá.