PORTO ALEGRE (BRASIL) - El segundo finalista de la Copa América se definirá la próxima madrugada con el Clásico del Pacífico entre Chile y Perú, una de las rivalidades más fuertes del fútbol sudamericano que poco tiene que envidiarle al superclásico entre el anfitrión Brasil y Argentina que se dará en la otra semifinal. La Roja y la Blanquirroja volverán a protagonizar un duelo de viejos vecinos y enconado antagonismo que en esta ocasión contrapone el sueño chileno de alcanzar la triple corona en la Copa América y la sed de gloria y revancha de los peruanos.
Chile es, por antecedentes y por ser la campeona de las dos últimas ediciones, favorita ante Perú. No obstante, el duelo está igualado ya que Chile no está siendo tan superior como antaño y, de hecho, llega a esta semifinal por la misma vía de la tanda de penaltis que metió a los peruanos en esta cita. Arturo Vidal, Edu Vargas, Erick Pulgar, Charles Aránguiz y Alexis Sánchez estuvieron certeros en la tanda fatídica y superaron a Colombia (4-5) después del empate sin goles al término del partido y de la prórroga. Tampoco falló un solo penalti Perú para eliminar a la Uruguay de Cavani y Luis Suárez, siendo el blaugrana el único que erró. La fortuna se alió con estos dos países que ahora se verán las caras en busca de la gran final. Chile, que perdió contra Uruguay en la fase de grupos y pasó como segunda, va encontrando su juego enrocada en sus pilares, los que la llevaron a festejar el título en 2015 y 2016.
Por su parte, la Perú de Ricardo Gareca no se conforma con haber eliminado en cuartos a Uruguay y quiere seguir matando gigantes. Con Paolo Guerrero como 9 y referente ofensivo, por mucho que sólo lleva un tanto en la competición, la selección inca confía en hacer valer su capacidad defensiva y sus contras para morder a Chile.
El encuentro, que se jugará en el estadio Arena do Grêmio, de Porto Alegre, puede dejar la tercera final consecutiva para Chile, campeón de las dos últimas ediciones de la Copa América; o la primera final en 44 años para los peruanos, que no ha vuelto a jugar una desde que en 1975 ganó su segundo y último título. Solo una de estas ambiciones tendrá espacio en la final del próximo domingo en el estadio Maracaná, de Río de Janeiro, donde se medirá al ganador de la otra semifinal entre Brasil y Argentina. - Efe