Estar bien nutridos para conseguir los resultados deportivos que buscamos depende de un montón de factores diferentes. Es importante saber qué comer, en qué cantidad hacerlo, cuándo comerlo, y cómo preparar los alimentos que metemos en nuestro organismo.
Se podría hablar de cada una de estas cuestiones, pero hay una que sé de buena tinta que se está haciendo mal o muy mal. Me refiero al dónde. Es decir, dónde compramos los alimentos que vamos a comer. Porque una vez que decidimos qué es lo que vamos a meternos al cuerpo, es tanto o más importante saber dónde vamos a comprar estos alimentos, y qué calidad nos ofrecen cuando nos los venden.
Me parece sorprendente a la vez que triste ver cómo las grandes superficies de venta de alimentos están cada día más llenas. Y no solo de gente que llena su dieta de alimentos procesados y que no se cuida, sino también de gente deportista, gente que supuestamente se cuida y que sabe que su alimentación es clave para sus resultados. Como ya hemos explicado alguna vez, los auténticos productos de calidad, de los que siempre hablamos, son aquellos productos sin ingredientes. El mejor lugar para encontrar estos productos no son los hipermercados, sino las pequeñas tiendas de barrio: panaderías, pescaderías, fruterías, carnicerías, tiendas a granel? Y parece que están cayendo en el olvido.
Los dueños de este tipo de establecimientos (aunque hay de todo, pero bueno, la gran mayoría) se preocupan personalmente de los productos que ofrecen, de su calidad, procedencia y variedad. Y todo ello con un cariño que jamás encontraremos en los supermercados. En estas tiendas nos pueden asesorar con cada filete, con cada porción de fruta? Tienen un absoluto conocimiento de los productos que venden y, en la mayoría de los casos, si comparamos calidad y precio, este baremo no es peor que en las grandes superficies. Las tiendas de barrio son absolutamente competitivas.
¿Se necesita más tiempo para hacer la compra en las tiendas de barrio? Puede ser. Pero si tenemos tiempo para entrenar para un triatlón? ¿no vamos a tener 15 minutos para ir al comercio del barrio? Seguro que sí, y si lo hacemos, nuestro cuerpo nos lo agradecerá. Digamos que este acto formará parte de nuestro entrenamiento. Además, si nos planificamos bien, podemos congelar parte de la compra, utilizar producto de temporada, ahorrar, y hacer que nuestros vecinos se ganen la vida. ¿Qué más se puede pedir?
Un ejemplo claro de este tipo de negocio es la carnicería Arriaga, regentada por mi gran amigo y mejor profesional Modesto. Es un verdadero placer comprar en su tienda: carnes magras, materia prima de cercanía, conocimiento del producto y buenos precios. La verdad es que me encantan este tipo de negocios, y no podemos permitir que desparezcan. Sobre todo la gente joven tenemos que hacer un esfuerzo e ir a las tiendas de barrio, no ya por ellos, sino por nosotros mismos.
Cuidarse es más que entrenar y leer sobre nutrición. También es cuidar la fuente de donde vienen los alimentos que tomamos. Si no, estamos construyendo la casa por el tejado.