parís - Su gesto se ha calmado tras la tensión de dos semanas intensas de competición. Nadal se acomoda en una butaca del hotel donde se ha hospedado cada año, desde su primer triunfo en 2005, y desde donde ha afrontado el desafío de Roland Garros. Habla tranquilo.
¿Le ha dado tiempo a leer las portadas de los diarios?
-No he visto nada, todavía no he tenido tiempo. Acostumbro a leer la actualidad y veo cosas que salen de mi, pero no soy un gran seguidor de leer mucho lo que cuentan de mi. Suelo leer titulares y algún artículo en particular, pero no mucho. Ni cuando las cosas van mal ni cuando van muy bien. Lo que me produce satisfacción es lo que yo he hecho, más que lo que puedan decir. El reconocimiento es una de las cosas más bonitas que uno puede tener. Tengo que agradecer el cariño y el apoyo que me han dado los medios de comunicación, siempre se han portado bien conmigo.
¿Cómo hace uno para no caer en la vanidad?
-Creo que es más fácil caer cuando tienes 19 o 20 años, cuando empiezas. Hay gente que le ocurre. Pero con 33 no es momento de caer en esas cosas. He tenido gente alrededor toda mi vida que ha tenido la dedicación y me han trasmitido una educación adecuada para evitarlo. Por suerte, yo también he sido lo suficientemente humilde o respetuoso para escuchar y hacer caso a las personas que me rodeaban.
¿Esa humildad es la única forma pare ganar doce veces Roland Garros?
-De momento sí, porque solo yo lo he hecho. Pero hay muchas maneras de llegar al éxito. No todos los mejores deportistas de la historia son humildes. Seguro que son trabajadores, pero algunos no necesitan ser humildes para triunfar como deportistas. Lo necesario es capacidad de trabajo y dedicación.
¿Cómo es su relación con el éxito?
-Lo vivo con normalidad. Una de las claves de poder seguir estando donde estoy es no tener grandes picos de felicidad. Ni de sentirme demasiado, ni de sentirme demasiado poco cuando las cosas no van de la manera que me gustaría. Creo que mi estado emocional es estable y eso me ayuda a poder enfocar mi vida y mi carrera profesional de una manera coherente y tranquila.
¿Ayuda a eso no haber abandonado Manacor, no haber tenido las tentaciones de otras grandes ciudades?
-Lo que me ayuda es la educación que he recibido de pequeño y los ejemplos de personas que me rodean.
Usted ha dicho que este Roland Garros es especial por la difícil situación que atravesó hace un mes a causa de las lesiones. ¿Se siente más orgulloso de la forma en la que supera los malos momentos que de los éxitos?
-Es que al final el éxito personal es mucho más potente que el éxito profesional. El éxito personal es tener la capacidad de sobreponerse a momentos complicados, tener perseverancia cuando se hace difícil tenerla y tener ilusión y pasión cuando lo más sencillo sería dejar de tenerla. Roland Garros me llena de satisfacción, claro que sí, pero mi gran satisfacción es haber tenido estas últimas cinco semanas la voluntad de tener un cambio de actitud y valorar las pequeñas mejoras. Y lo he hecho gracias a la ayuda de mi equipo.
Esos meses, tras la lesión de Indian Wells, ¿han sido su momento más bajo anímicamente?
-No creo que sea el momento más bajo. El momento más bajo fue 2005, cuando me diagnostican la lesión del pie y me dicen que quizá no podría volver a jugar al tenis al nivel que lo había hecho hasta el momento. Este año, más que un nivel muy bajo, es que uno se cansa de recibir bofetadas a nivel de lesiones continuadas. No es un tema solo de actividad profesional. Tener un dolor continuado, más de la cuenta, que no te permite desarrollar una vida agradable durante mucho tiempo,... a uno le puede dar un bajón.
¿Haber superado ese bache le va a dar más fortaleza?
-La fortaleza la he tenido siempre, por eso he conseguido lo que he conseguido. Pero evidentemente, salir de momentos difíciles a uno le hace fuerte y le ayuda de cara al futuro a ver las cosas con una ilusión y una perspectiva más positiva.