barcelona - Se sabía que iba a ser un partido emotivo y ganó en tensión por culpa de una interrupción por lluvia, que no dejó de amenazar, y porque Rafa Nadal y David Ferrer, dos de los mejores jugadores de la última década y media, se emplearon a fondo en la tercera ronda del Barcelona Open-Conde de Godó. El balear mejoró sus prestaciones y se impuso por un doble 6-3 al alicantino, que jugó su último partido en el torneo catalán. Ferrer se fue con la satisfacción de haber dado un buen nivel ante un rival que le ha apartado de un mejor palmarés, pero que con el paso de los años se convirtió en su amigo. “He hecho lo que he podido. Ha sido un partido de idas y venidas, pero estoy muy contento de acabar en la pista central y de acabar en el Conde de Godó jugando con Rafa”, confesó el veterano jugador al borde de las lágrimas y tras depositar, como viene haciendo en otros torneos, la cinta del pelo en un rincón de la pista en señal de despedida. “El Godó siempre es un torneo muy especial para mí. Es cierto que no lo he ganado y que he perdido cuatro finales, pero acabar compitiendo así el último año me maravilla”, añadió Ferrer, que pondrá fin a su carrera dentro de dos semanas en el Mutua Madrid Open.
El torneo barcelonés sigue sin él y Nadal, sin alcanzar aún su mejor nivel, está en cuartos de final. Ayer al menos su golpe de derecha fue más resolutivo sobre una superficie muy lenta tras el agua recibida y apenas cometió doce errores no forzados. “Ante Mayer fue un partido duro, a todos los niveles, y las sensaciones han mejorado porque he jugado con una energía y una actitud diferentes”, admitió el de Manacor. Su próximo rival será el alemán Jan-Lennard Struff, que impidió la repetición de la final del año pasado al apear a Stefanos Tsitsipas. La historia del torneo es la del chileno Nicolás Jarry, que entró en el cuadro como lucky loser y ha llegado a cuartos de final tras dejar por el camino a Granollers, que le había eliminado en la previa, Alexander Zverev y Grigor Dimitrov. - R. Calvo