“Le felicito porque ha llevado el tenis a otra dimensión”. Este fue el mensaje de Stefanos Tsitsipas después de ser derrotado por Rafa Nadal en la semifinal del Abierto de Australia. El balear sometió con un tenis portentoso al joven griego, que también reconoció que durante muchos tramos del partido “no sabía qué hacer, sentía como la mente en blanco, algo que no me suele suceder en la pista”. El resultado de 6-2, 6-4 y 6-0 después de una hora y 46 minutos de juego coloca al de Manacor en su quinta final en Melbourne, donde ganó el título en 2009 y lo fue subcampeón en 2012, 2014 y 2017.
“Lo he pasado mal en este torneo por culpa de las lesiones, pero no siento que el deporte me deba nada”, confesó Nadal tras plantarse en el duelo decisivo sin ceder un set en los seis partidos que ha jugado. Esa nueva dimensión de la que habló Tsitsipas ha tenido que ver con su saque, que ha modificado en su ejecución técnica para tratar de ganar velocidad, tomar la iniciativa de los puntos y tratar de acortarlos. En el primer duelo ante James Duckwoth cedió su saque dos veces, pero desde entonces lo ha protegido y en la semifinal contra el heleno solo cedió una bola de rotura y fue cuando servía para ganar en el tercer set con 5-0 a su favor. Así, el tenista balear ha conseguido su propósito y se presenta en la final con una media de doce horas de juego por partido, precisamente en el escenario donde ha dejado algunas actuaciones extenuantes y épicas como las finales ante Djokovic en 2012 o Federer en 2017.
En un partido que comenzó con una temperatura de 39 grados en la Rod Laver Arena. La igualdad solo existió durante los primeros juegos cuando Tsitsipas apuntó algunos buenos golpes y la intención de buscar la red. Pero cuando Nadal le rompió el saque en el tercer juego empezó un partido distinto en el que el balear fue minándole la moral poco a poco con algunos tiros imposibles, mucha solidez con el revés y un servicio que el griego no supo cómo contrarrestar: 85% de efectividad en los primeros saques.
“Nadal tiene la virtud y el talento de hacerte jugar mal. Espero haber aprendido para la próxima vez y hacerlo mejor”, concedió el jugador de 20 años, que ha perdido sus tres duelos ante el número 2 del mundo y que tendrá muchas oportunidades de lograr un Grand Slam, pero de momento no le toca. “Aparte de que he sacado muy bien, es importante que continúe bien las jugadas tras el servicio, es importante que el rival vea lejos la posibilidad de lograr la rotura” explicó el balear, quien también destacó la importancia de mantenerse agresivo con el revés para “ser todavía más imprevisible”.
vigésimo quinta final Con todo, Rafa Nadal se ha situado en su vigésimo quinta final de Grand Slam y ante la posibilidad de ser el primer jugador en la Era Open que gana al menos dos veces los cuatro grandes. Y lo ha hecho después de pasar cuatro meses alejado de la competición, desde que se retiró en semifinales del US Open ante Juan Martín del Potro. En ese tiempo, se sometió a una operación de tobillo y en su regreso en la exhibición de Abu Dhabi a finales de diciembre sufrió una lesión en la zona abdominal que le obligó a renunciar al torneo de Brisbane y que tiene bajo vigilancia en este Abierto de Australia. “Pese a todo, creo que ha hecho una buena preparación para este torneo”, apuntó Nadal, algo que confirman quienes han podido ver su trabajo a las órdenes de Carlos Moyá en su Academia de Manacor.
En estos seis partidos en Melbourne, se ha visto a un jugador con una extraordinaria velocidad de piernas y que con 32 años tiene más recursos que hace una década cuando ganó su único título en Australia. Cuando John McEnroe le preguntó en la entrevista a pie de pista si podía jugar mejor que ante Stefanos Tsitsipas, respondió: “Espero que sí”. Es el constante deseo de superación de un tenista que pasó una crisis en 2015 y 2016, pero que ha salido de ella fortalecido e igual de ambicioso, como si quisiera recuperar el tiempo perdido. En los últimos años ha ganado tres Grand Slams, ha jugado a dos finales y ha llegado dos veces a las semifinales. Su último obstáculo será Novak Djokovic o Lucas Pouille.