donostia - El joven entrenador guipuzcoano salió de Zubieta en 2012, cuando tenía 33 años, y desde entonces no para de triunfar en el extranjero, ya que ha conseguido títulos en Arabia Saudí, Bolivia y Chile. Su figura cada vez es más reconocida y no sería raro verlo a medio plazo entrenando en Europa. Es un entusiasta del fútbol en todas sus vertientes: desde la táctica hasta las relaciones humanas. San José ha estado unos días en Donostia e hizo un hueco a este periódico para charlar de su trayectoria antes de partir rumbo a Emiratos, donde ya se encuentra.
Siguiente destino: Al Nasr. ¿Por qué ha elegido ese equipo? Va a jugar la Champions de Asia.
-Vamos a jugar la previa de la Champions a mediados de febrero. Además, tenemos la liga, que está complicada porque el equipo va noveno, y las dos Copas que se juegan en Emiratos. Ahí podemos tener opciones.
Tiene jugadores de nivel internacional como Álvaro Negredo y el francés Yohan Cabaye.
-Sí, sí. Con Negredo están súper contentos y Cabaye es un gran jugador. Marcan diferencias. El club ha hecho un esfuerzo por jugadores de esa talla y como entrenador me motiva muchísimo. Tienen jugadores locales muy buenos, algunos en la selección, y me dan la opción de llevar jugadores que yo quiero, a priori difíciles de fichar pero por los que el club va a hacer un esfuerzo.
Se va después de ganar la liga con el Universidad Católica y pudiendo jugar la Libertadores.
-Fue un año extraordinario, pero difícil. Yo tenía una cláusula de salida que era asequible y que expiraba a la semana de terminar la competición. Quería sentirme libre para tomar una decisión, porque a la semana esa cláusula era diez veces más cara. Sentía que esa etapa había terminado y quería estar libre, por eso hice uso de la cláusula. Era conveniente terminar la etapa en el momento adecuado.
Ganaron la liga. ¿Por qué dice que fue un año difícil?
-La dificultad es que estuvimos todo el año primeros menos una jornada, y estar ahí es muy complicado, requiere una constancia y una intensidad tremendas. Además, el año anterior el equipo había terminado 11º y no se hicieron grandes incorporaciones. Al revés. Se apostó por subir jugadores jóvenes, que hicimos debutar a unos cuantos, y otros que estaban cedidos, también jóvenes, volvieron. La mezcla de activar a un grupo más veterano, con jerarquía, añadir gente joven y mantenerse todo el año primeros te hacía estar con una intensidad brutal en todos los detalles. Los jugadores respondieron muy bien, se lo agradezco, y el club también en lo humano nos trató muy bien y ayudó mucho.
¿No le da pena no seguir ese proyecto y jugar la Libertadores?
-Sí, sí, me da pena y he tenido mil dudas. Además de lo profesional, personalmente es un club, desde el presidente, con muy buen trato humano, y eso lo ha hecho aún más difícil. Pero la profesión de entrenador es muy delicada y hay que tomar bien las decisiones. Fue duro tener que tomar esa decisión, porque quería jugar la Libertadores, no solo eso, sino hacer un buen equipo y competir la Libertadores. Y tenía esa ilusión de repetir título en Chile. Claro que me lo pensé, pero tenía que tomar una decisión con la convicción de que hay que saber cuándo termina una etapa.
¿Es mayor el desgaste allí por esa pasión con la que se vive el fútbol? ¿Hay más presión?
-Hay presión en todos lados, pero en Sudamérica se vive con una pasión especial. Eso hace que todo se lleve más al extremo. Cuando he conseguido títulos en Sudamérica, la felicidad de la gente ha sido brutal. No es fácil, he tenido que entender su idiosincrasia y cambiar el chip. Pero son gente súper amable que te ayuda mucho.
Pese a ganar el título e ir todo el año en primera posición, ha recibido bastantes críticas por el juego del equipo.
-Tuve una buena relación con la prensa y siempre estaba abierto a entrevistas porque me debo a mi club, soy su imagen. Lo que pasa es que allí entienden el buen juego como el tipo de juego de Bielsa. Pero no siempre se puede hacer ese tipo de juego, igual no tienes los jugadores, o no es el momento. Entonces lo que hicimos fue un estilo de juego muy versátil, teníamos varios estilos, y de ahí vinieron las críticas. En Chile quieren ver un tipo de fútbol del que yo soy muy fan, me encanta Bielsa, pero tuvimos que hacer un estilo más versátil. Cuando tuvimos que replegar y defender un resultado lo hicimos, como cuando tuvimos que atacar con cinco delanteros para marcar, también lo hicimos. Pusimos en práctica todo tipo de estilos y eso les costó entenderlo. La exigencia era máxima.
Usted ya era fan del fútbol chileno antes incluso de recalar allí.
-Sí, sí. Me quedé maravillado con Bielsa en el Athletic, sin ser el Barça o el Madrid jugaba increíble. Me interesé por lo que hacía en Chile y también estaba en su momento Sampaoli con la selección. Además, me atraían jugadores como Alexis Sánchez, Arturo Vidal, Gary Medel, Marcelo Díaz, Charles Aránguiz, Claudio Bravo... Todo eso me llevó a hacer un seguimiento del fútbol chileno. Soy muy fan de Bielsa, pero como entrenador mi labor es sacar el potencial del equipo más allá del estilo de juego que emplee.
Por cierto, ¿ha hablado alguna vez con Bielsa?
-No. Vi algún entrenamiento en Lezama porque abría las puertas. Pero no he podido estar con él. Lo intenté, pero no pude. Nunca se sabe, quizás algún día. Es uno de los mejores de la historia del fútbol.
¿Usted también se pone una cama y una cocina en el campo de entrenamiento como ha hecho él en el Leeds?
-No, pero casi casi. Siempre intento vivir lo más cerca posible del club. A mí me gusta llegar a las instalaciones del club, ponerme el chándal de entrenamiento y estar todo el día ahí. Siempre lo he hecho así, también cuando estaba en Zubieta. Me encanta meterme ahí, estar tranquilo, vivir el trabajo del fútbol ahí dentro. Si sales mucho te puedes dispersar con otras cosas. Me gusta desayunar y comer ahí, y luego ya cenar en casa. Me gusta vivir así. No tengo redes sociales ni nada de eso porque son cosas que te despistan.
Después de dirigir al Al-Ettifaq en la temporada 2014-15, se fue a Chile sin tener equipo.
-Tal cual. Cuando estaba en el fútbol árabe, en las fechas FIFA de selecciones solía aprovechar para ir a Catar o a Emiratos, me gusta charlar con gente del fútbol. Conocí a Sebastián Delgado, de una familia argentina muy futbolera que es dueña de un equipo, el San Felipe de Chile. Vio que yo estaba muy culturizado en el fútbol chileno y me dijo que un día tenía que dirigir en Chile, que era algo que me iba a enriquecer a mí y que yo también podía aportar cosas. Y llegó un momento en el que iba a fichar por un equipo de Catar, pero por unos temas burocráticos se rompió el precontrato. Me quedé sin nada y vi que podía ser el momento de ir a Chile. Estuve el mes de agosto recluido en el hotel analizando con mi programa profesional a los equipos de Chile. En ese momento había empezado la liga y también iba a ver partidos en directo.
¿Cómo surge entonces la opción del Antofagasta?
-Además de charlar con técnicos y ver instalaciones de los equipos, me reuní con tres clubes. Uno de ellos fue el Antofagasta, que luego me citó para dos reuniones más. Les gustó mi idea. En siete u ocho jornadas iban con dos puntos y dos goles a favor. Era un reto y fui muy motivado, a muerte. Fue increíble porque no solo nos salvamos sino que entramos en la liguilla que da acceso a la Liga Sudamericana, la mejor clasificación hasta entonces en la historia del club. Creía que con mi experiencia en el fútbol asiático, poder ir allí y absorber de cerca el fútbol sudamericano me iba a hacer un entrenador más completo.
Luego fue a Bolivia. No le cuesta hacer las maletas.
-Más que el país, lo que me cautiva son los proyectos deportivos, la ambición. El Bolívar es el más importante del país, me daba la oportunidad de volver a dirigir a un club grande y poder pelear por títulos. Además, coincidía que el equipo había estado mal y había acabado séptimo el año anterior. Había que levantarlo. El primer año fuimos subcampeones, que creo que merecimos más, y después ganamos los dos siguientes campeonatos, el Apertura y el Clausura. Personalmente me fue muy bien y jugamos también la Libertadores. Fue un año bonito y me llamó el Universidad Católica. Era un nuevo reto para mí. Al final son pasos profesionales y personales.
Siempre ha sido un fanático del fútbol. ¿Desde que era jugador se veía como entrenador?
-Es que me encanta todo del fútbol. El factor humano, individual. Me gusta cómo nos comportamos en grupo, cómo podemos conseguir cosas que son difíciles. Eso es clave y vale para todo en la vida. Y me apasiona la táctica, me gusta la historia de la táctica, leer sobre el juego, ver cómo adecuar los movimientos para mejorar al jugador, al equipo. Me encanta el análisis. Juntas todo y es la vida del entrenador. Es como más disfruto del fútbol. Desde chaval me sentí muy identificado con los entrenadores.
Es muy motivador, se mete en el bolsillo a los jugadores.
-Quiero que estén con el grupo, que haya una meta e ir a por ello. La felicidad está en la satisfacción de hacer bien tu trabajo. Al final es un privilegio trabajar en lo que a uno le gusta, y para mí hay que honrarlo con la mejor actitud posible, más allá de que estén conmigo a muerte o no. Pero tienen que ir a muerte con el proyecto y la idea. Yo soy el primero que me tengo que adecuar a ellos, ver cómo funciona el individuo y el equipo, y cómo sacar lo mejor del equipo para conseguir un objetivo.
Con tan buen cartel en el fútbol árabe y en Sudamérica, ¿no ha tenido ofertas de Europa?
-He tenido ofrecimientos de Europa, y en España, por lo que me dice mi agente, soy atractivo para algunos clubes. Pero lo de España no lo quiero forzar ni precipitar. Lo que tenga que llegar ya llegará, lo que estoy haciendo fuera, ser campeón en varios países, me abre las puertas de Europa. Cuando yo esté preparado al 100%, cuando surja, lo sentiré e iré con todo, como hasta ahora. Pero no me precipito.
No era fácil dar aquel paso de ir de Zubieta al fútbol árabe. Algunos pensarían que era un iluminado...
-En Zubieta ya sabían que tenía una ambición fuerte por estar en el fútbol profesional. Para mí era un sueño estar en la cantera de la Real, me daban el equipo infantil o el cadete, pero cuando me preguntaban dónde me veía, yo decía lo más arriba posible, cerca del profesionalismo. Yo a los chicos los trataba como tal, con valores y tratando de educarlos, pero también me gustaba darles ese punto de profesionalismo. Cuando me propusieron ir a Arabia Saudí, para coger el filial de un equipo profesional, en Zubieta lo entendieron. Estoy muy agradecido a Zubieta por todo lo que aprendí, pero ir a otro país fue un crecimiento personal y profesional, me lo pedía el cuerpo. Y con 33 años debuté en un equipo profesional en Arabia Saudí.