El título de este artículo parece cogido de cualquier bandeja de entrada de cualquier email de cualquier empresa. Todo es para ayer, todo urge y los resultados inmediatos siempre son requeridos y deseados. En el deporte suele pasar lo mismo. Leo un artículo sobre Pedro Martínez y me viene a la mente su destitución. Dos partidos malos y un despido fulminante. Jamás entraré a valorar si este tipo de decisiones son acertadas o no. Tenemos miles de casos, cada uno con su evolución y resultados. Podíamos hablar del caso de Pedro y posterior nombramiento de Perasovic y también podríamos hablar de casos como la contratación de Abelardo por el Alavés. Misma decisión, diferentes resultados. Hoy no quiero entrar a valorar si este tipo de decisiones son acertadas o no ni cómo gestionar este tipo de situaciones. Hoy me encantaría hacer una oda a la pausa, a cocinar a fuego lento y al camino más que a la meta. Por suerte o por desgracia, nadie es capaz de predecir el futuro y es por ello que nunca sabrás si este tipo de decisiones son acertadas o no hasta el momento que las implantas. Un profesor de la certificación de coaching a la cual acudí decía que el futuro es fruto de las decisiones que tomas en el presente, que no hay casualidades, sino causalidades. “Causa y efecto”, simplemente eso. Todavía me viene a la mente los dos primeros partidos de Guardiola en el Barca o el partido de Luis Enrique en Anoeta, donde decidió dejar a Messi y Neymar en el banquillo.¿Qué hubiera pasado si ese día hubieran sido destituidos? ¿Hubieran llegado los resultados que llegaron con otro entrenador?
El deporte es un claro reflejo de la sociedad en la que vivimos. Reflexionaba hace unos días con un amigo sobre la dinámica de “hacer” en la cual estamos sumergidos un alto porcentaje de las personas. Hacer y hacer con intención de conseguir un objetivo, sin pararnos ni siquiera a observar el camino y percibir si es o no el camino correcto. Siempre pensando en ideas nuevas, en cómo ocupar nuestros huecos y en querer acelerar un camino de por sí ya bastante corto. Ese día llegamos a la siguiente conclusión: ¿Somos seres humanos o haceres humanos? ¿Por qué tanta importancia al hacer y tan poca al ser? ¿Por qué no parar y entender que nada es tan urgente como aprender a vivir en el presente? Al fin y al cabo, son las acciones y decisiones en el presente lo que nos van a configurar los resultados en el futuro.
Es curioso también observar la poca memoria que tiene el deporte y cómo se traslada esto al día a día. Da igual tu trayectoria, tu palmarés o tus resultados. Día a día debes demostrar lo que vales y como te duermas, rápido te da la sensación de que “te han comido la tostada”. ¿Cuántos equipos son abucheados en su propio campo, aunque el pasado consiguieron hitos muy importantes?
¿Cuántos deportistas sufren de auto exigencia, creyendo tener que demostrar día a día que siguen siendo igual de válidos? Los que me conocéis sabéis que me encanta el baloncesto, que el fútbol no es mi predilección. Aun así, disfruto de cinco o seis partidos al año en Mendizorroza. Y hay algo que siempre que voy me sorprende. Pase lo que pase, vaya el equipo como vaya, corran o no los jugadores, siempre se les anima. Hace mucho tiempo que no escucho pitar a Mendizorroza. Mucha sabiduría concentrada en un campo de fútbol. Una oda al camino, al disfrute del momento, desapegándose completamente del resultado. Y es que no hay mayor lección que las que nos dan películas como Campeones. Nuestra felicidad y estado de ánimo no debería de depender del resultado. Ni en el deporte ni en la vida en general. Al fin y al cabo, estamos aquí de paso.
* Socio de Sport&Play