Se quemó la penúltima oportunidad camino de La Rabassa en una etapa en la que Movistar, desde el principio, apostó por controlar la carrera. La idea que tenían era jugársela con Valverde e intentar hacerse con la bonificación para acercarse más a Yates, pero el plan no les salió bien. Perdieron muchas opciones de hacerse con el maillot rojo. Golpe de mano de Yates. Valverde pasó un día malo en la subida a La Rabassa, pero antes de ello, en una zona en la que entraba viento, intentaron contar al líder, que iba un poco despistado. Por un momento rompieron el grupo, pero había demasiados equipos que se quedaron atrás y sin colaboración de otros equipos era difícil conseguir un corte peligroso. En La Rabassa pusieron toda la carne en el asador. Quintana abrió las hostilidades. Eso activó a Kruijswijk y después Pinot, que iba a por la etapa. Cuando menos lo esperábamos atacó el líder. Se fue con bastante facilidad, con ese cambio potente que le caracteriza y detrás nos quedamos a la expectativa de quién podía cerrar ese hueco. Nadie quería tomar esa responsabilidad. Era un momento complicado. El inicio del puerto se hizo muy rápido y la gente iba con el gancho. Comprobamos que se había hecho el hueco y que a Valverde se le iba la Vuelta. Quintana le echó una mano pero tampoco pudo cerrar el hueco. Yo me puse delante para marcar un ritmo fuerte hasta que faltaban dos kilómetros. A partir de entonces atacó Miguel Ángel López y se le vio la debilidad a Valverde. Hay opciones de pelear por el podio y tratar de ganar la Vuelta en un día que se espera complicado y en el que se espera lluvia. Puede pasar cualquier cosa.
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