mendizorroza asistió el domingo por la tarde a la intervención de lo que supone la mayor revolución del juego del fútbol en, al menos, los últimos veinte años. El VAR. Lo que rodea a este deporte ha crecido de manera exponencial y se ha transformado críticamente, pero ningún cambio había incidido con tanta trascendencia dentro del césped. En casi cualquier ámbito, la llegada de una evolución rupturista trae aparejado el escepticismo, la imperfección, el choque cultural y la consiguiente crítica. Siempre que llega algo nuevo habría que asumir de antemano que va a tener fallos y que, por mucho que mejore lo anterior con creces, no deja de ser algo embrionario. Si hoy el avión es el método de transporte más seguro es porque mucha gente murió en los cielos durante todo el siglo XX. Lo que hizo (y hace) la industria de la aviación fue estudiar cada accidente, analizar las causas y poner soluciones. Esto es un poco el primer problema al que se enfrenta el VAR. El invento a día de hoy dista mucho de ser perfecto y por ahí lo atacan los Negacionistas de la Mano de Dios. La principal queja al VAR en el Alavés-Espanyol fue que el saque de esquina que precede el penalti señalado a Laguardia (que es de libro) no fue. Que debía haber sido saque de puerta y que nunca hubiera existido esa acción. Y que claro, como el VAR no puede entrar en esa acción, pues el VAR ya no vale. De todas formas, ¿hasta dónde podríamos reconstruir el pasado hasta encontrar una acción mal pitada que hubiera cambiado el curso de la historia? Esto es un poco como cuando Homer Simpson viaja al pasado y cualquier alteración que produce en el ecosistema anterior tiene consecuencias fatales cuando regresa al presente.
Si rebobinamos todo el partido seguro que hay una acción mal señalada antes de ese córner que hubiera mutado el desarrollo de la secuencia posterior. Machín, el entrenador del Sevilla, dijo después del partido contra el Betis que “para hacer esto que arbitren en el BAR tomándose unas cañas”. Que el aficionado medio acuda a la demagogia tiene un pase, pero que alguien del fútbol venga a reventar el caspómetro ya es el inadmisible. En el otro lado de la trinchera se situó el sábado Victoria Pavón, presidenta del Leganés. “Yo lo he visto claro, no pensaba que fuera falta, pensaba que era gol legal”, respondió sobre el tanto bien concedido a Benzema tras la revisión. La respuesta cobra más valor ante la pregunta capciosa (qué sorpresa) de Mónica Marchante. “En la jugada que desequilibra el partido intervino el VAR, la primera vez en el Santiago Bernabéu, ¿para usted no hubiera sido necesario, lo ha visto claro?”. El árbitro y toda España había visto que Benzema no hace nada pero Marchante todavía jugó sus chances de una respuesta populista que la presidenta evitó con clase y retratando a la preguntadora. Porque esa es otra. Una parte de la prensa sigue buscando sus dobleces al VAR hasta cuando toma la decisión correcta. Desde titulares tendenciosos (“el VAR salva a XXX”) a paranoias con las líneas del fuera de juego pasando por preguntas que la tecnología debería dejar ya fuera de la ecuación.
Todos los agentes del fútbol, desde los profesionales a los aficionados, deberíamos tener altura y perspectiva ante este proceso transformador. Asumir las imperfecciones del VAR y ponerlas, incluso en su estadio primario, ante el retorno que ya el mejorable VAR asegura. Un fútbol sin goles ilegales, sin penaltis por simular, sin goles fantasma, sin agresiones con o sin balón que queden impunes. El VAR ha cambiado la manera de arbitrar y de ver el fútbol y de alguna manera también acabará cambiando el juego. El drama del videoabritraje sería quedarse en esta versión y no ir mejorando en actualizaciones posteriores que revisen su jurisprudencia, qué se revisa y qué no, o su velocidad. Hasta que ese VAR perfecto del futuro llegue, solo queda convivir con sus imperfecciones y dormir tranquilos. Nuestro equipo nunca dejará de ganar un título, de clasificarse para Europa o de conseguir la permanencia porque le marquen un gol en fuera de juego o tras un penalti por piscinazo. Eso sí, el Real Madrid probablemente seguirá ganando las Copas de Europa en los siglos que están por venir.