Sochi - La selección española entra en juego en el Mundial 2018 contra Portugal, Cristiano Ronaldo y una crisis sin precedentes a las puertas del torneo, que desató la destitución de Julen Lopetegui y el nombramiento de Fernando Hierro, que debuta después de una vorágine de 20 horas.
No es el mejor momento para encarar un duelo de tan alto nivel, además el primero en una cita en la que la ambición de la Roja sólo le permite aspirar a lo máximo en Rusia 2018; un partido clave en cada gran competición que admite margen de error, sí, pero que también condiciona y presiona para los otros dos restantes choques.
Todo dentro de una perspectiva desenfocada desde el martes, cuando el anuncio del fichaje de Lopetegui por el Real Madrid tras el Mundial 2018 provocó un ciclón de decisiones que comenzó con la vuelta de Luis Rubiales, el presidente de la Federación, de urgencia a Krasnodar y continuó el miércoles con el despido del seleccionador y la elección de Fernando Hierro para dirigir al grupo en Rusia.
Entre todas esas circunstancias, después de dos días en los que se ha hablado poco o nada del partido de Portugal, de apenas dos sesiones al frente del equipo, con miembros del nuevo cuerpo técnico llegados a última hora y con la convulsión de todo lo sucedido, aparece el estreno mundialista en el estadio Fisht de Sochi.
Un choque contra el actual campeón de Europa, que conquistó el torneo continental contra pronóstico en Francia 2016; contra un buen grupo de jugadores y, sobre todo, contra Cristiano Ronaldo, un goleador enorme, voraz, que lidera sin ninguna discusión al conjunto luso y que reta a España en un pulso previsible por el liderato.
A su lado con futbolistas de indudable potencial como Bernardo Silva, André Silva o Gonçalo Guedes, resguardado por detrás además por la experiencia de Pepe y por la fiabilidad bajo palos de Rui Patricio, el astro del Real Madrid es la referencia indudable del combinado luso. También es la amenaza más peligrosa para España. Por delante, un encuentro que marcará todo lo que vendrá después. “El desempeño en el Mundial será dictado por lo que ocurra en el primer partido frente a España, pero las expectativas son altas después de haber sido campeones europeos y tener a nuestros jugadores en los mejores equipos del mundo”, advirtió Ricardo Costa, ante su cuarto Mundial, tras jugar en 2006, 2010 y 2014.
El objetivo de España apunta a lo más alto. Ni siquiera la destitución de Lopetegui rebaja las pretensiones de la Roja en Rusia 2018. “Si no estuviese convencido de que podemos hacer un gran Mundial no estaría aquí”, anunció Hierro durante su presentación, en una contrarreloj para la preparación del partido frente a Portugal.
No habrá cambios, ni mucho menos revoluciones, en su debut en el cargo. Ni hay tiempo ni cree que sea necesario. “Lo que no se puede tocar en dos días es lo que lleva dos años de trabajo”, advierte el nuevo seleccionador, que seguirá la línea de Lopetegui, con el que ha trabajado los últimos siete meses como director deportivo.
En ese sentido, el once mantiene las mismas tres incógnitas que tenía antes del despido del futuro técnico del Real Madrid; una por cada línea, desde el lateral derecho, donde concentra el entrenador la única baja para la cita de este miércoles -Dani Carvajal por una lesión muscular- hasta el delantero, pasando por el medio campo.
Dos jugadores compiten por la banda diestra, Álvaro Odriozola, más ofensivo, con más profundidad en ataque, o Nacho Fernández, fiable en cada minuto y en cada partido; otros dos por una posición en el centro del campo, Thiago Alcántara o Koke Resurrección, con más posibilidades aparentemente para el segundo; y en ataque todo apunta a la titularidad de Diego Costa en el debut contra Portugal.
Las otras ocho plazas del once tienen los nombres definidos: De Gea, Ramos, Piqué, Alba, Busquets, Iniesta, Isco y Silva, el máximo goleador de la era Lopetegui.
También tiene prácticamente definida su formación titular Fernando Santos, sin variaciones respecto del habitual que afrontó los partidos decisivos de preparación.