vitoria - Cuando dos estrellas del deporte coinciden en momento, lugar y comparten disciplina están condenadas a eclipsarse. El deporte no es generoso administrando gloria, no es demócrata, sino una dictadura en la que solo puede gobernar uno. El deporte es despiadado. ¿A quién le montan un podio en su puesto de trabajo? Así se alimenta la competitividad. En esa pugna por destacar, la ambición puede desbordar al talento, como dijo un aciago día Stoner, abatido por Rossi. Cuando el deseo sobrepasa a la capacidad en ese afán por reinar, se desliza la polémica.

Valentino Rossi, 39 años, y Marc Márquez, 25, son ganadores natos, elegidos del motociclismo, colonizadores. En esa búsqueda de la superación, en la defensa del orgullo, a veces se compromete al reglamento; incluso a la ética del deporte, que trasciende de la ley. Son dos tipos que, dispuestos jugarse el pellejo, lidian con la límites por ser la estrella madre del firmamento. He ahí cuando nace el debate sobre fronteras.

Hubo un tiempo en el que Rossi era ídolo de Márquez, pero tan eterno como genial el uno y tan prometedor el otro, el tiempo les citaría en la pista. Cuando esto sucedió, la relación degeneró. Del vínculo ‘aprendiz-maestro’ se pasó al concepto ‘aspirante-campeón’, y cuando el aspirante se transformó en rival, el pasado se perdió como lágrimas en el mar.

Desde la distancia, ese primer plano que ofrece de cada salida de una carrera el pit-lane -porque desde ese balcón Rossi es testigo de cada salida-, el italiano vio crecer a su amenaza. El ídolo comenzó a idolatrar a su posible sucesor. Abundaba el buen rollo. Coincide además que son dos tipos con sonrisa de fácil esbozo. Se repartían consejos y sensaciones. La admiración era mutua. Afloraban también los recuerdos de infancia: Rossi veía ante sí a un pequeño Rossi, a un heredero del imperio de uno de los pilotos más fructíferos de la historia; solo Ángel Nieto, trece, y Giacomo Agostini, quince, abarcan más títulos que el nonacampeón Rossi.

norma que favorece a márquez Con el aterrizaje de Márquez en MotoGP, Il Dottore vio modificado el reglamento en pro de Márquez; un cambio que en su día no se ejecutó con Rossi. Desde la aparición de Márquez en la categoría reina, el piloto debutante puede estrenarse a lomos de un equipo de fábrica. La perspectiva de la figura de Márquez propició el cambio en la ley; el chico podía aspirar a la máquina más competitiva y, en consecuencia, ganaba opciones de ser campeón, como así lo fue. El difunto Ángel Nieto apuntó en su día que Rossi atraía al 60% de la audiencia del campeonato. “El motociclismo en toda su historia ha tenido figuras muy importantes, aunque a lo mejor ninguna tanto desde el punto de vista mediático”, aseveró para DEIA en 2010 el consejero delegado de Dorna, Carmelo Ezpeleta. De modo que la organización del Mundial se frotaba contemplando a un heredero en Márquez.

¿Nacieron las envidias? Desde luego brotó la rivalidad. Rossi y Márquez pasaron a convivir en MotoGP como candidatos a la corona. De modo que los duelos en pista eran imposición por las circunstancias. Así, entró en escena el orgullo, porque la victoria trascendía del éxito en sí; ganar era cuestión de honor.

2013 es fecha clave recurriendo a la situación personal. Márquez apuntaba alto en el equipo oficial de Honda; Rossi regresaba a Yamaha para recuperar la competitividad perdida en su aciago periplo en Ducati, donde alimentó la impotencia y la frustración, donde se educó en perdedor siendo vago aprendiz. Ambos partían como aspirantes al título, reservado para uno, y ese fue Márquez. Como para un ganador la asunción de la derrota es materia compleja, Rossi encontró su refugio en la reinvención. Comenzó a visitar los gimnasios que jamás había pisado. Clases particulares.

Dejó de ser piloto y se hizo deportista. Márquez fue un estímulo en esa persecución de su décima corona, la que lleva nueve temporadas buscando. Tiempo que ha acrecentado las ansias de gloria para Il Dottore, ahora más becario que doctor. De hecho, en 2014 Rossi invitó a Márquez a su rancho en Tavullia, y compartieron jornadas de dirt track, modalidad que el catalán practica para perfeccionar su estilo en MotoGP. El joven batió el récord por vuelta del propio dueño de la finca. “Era su casa y se veía que se conocía muy bien la pista, pero el dirt track, el flat track y todo esto siempre se me ha dado muy bien. Lo hago desde pequeñito”, dijo Márquez, que al año siguiente dejó de ir. Llegó la fricción.

2015, nacen los roces En 2015 estalla la bomba de relojería. Llega el primer contacto en pista y el consiguiente deterioro de la relación. Márquez viene de ganar dos títulos seguidos en sus dos años iniciáticos en la máxima cilindrada. Nubla el anhelo de Rossi. El de Cervera ansía más, porque apunta al cielo del motociclismo, y al perenne Rossi se le agotan los años para palpar su décima corona.

En Argentina’15, en pleno duelo, con Rossi por delante, Márquez se estampa contra la rueda trasera del italiano, que hizo un brusco cambio de dirección que se somete a debate sobre su voluntariedad para tirar al catalán, quien acaba en el suelo. Luego, el episodio de Assen, donde Márquez choca con Rossi y le saca de la pista en la última curva de la carrera; a pesar de ello, el italiano atraviesa la grava y vence, lo que minimiza el percance. En Australia, tras una intensa pugna entre ambos y con Lorenzo como principal rival de Rossi en la lucha por el campeonato, el resultado final hace que Lorenzo recorte puntos a Rossi, por aquel entonces líder de un Mundial en el que termina derrotado. El papel de Márquez es clave para reducir las diferencias. Antes de correr en Malasia, Rossi acusa a Márquez de favorecer a su compatriota Lorenzo -el famoso biscotto-. Ya en el marco de la carrera, Márquez se empeña en quedar por delante de Rossi con agresivas maniobras, y el italiano suelta la pierna tocando al catalán y conduciéndole al suelo. El italiano es penalizado con la última posición en la parrilla de salida de Valencia, donde perdió el cetro de MotoGP.

Este último incidente de 2015 se convierte en una brecha que hoy se antoja insalvable. Al término del campeonato Márquez y Rossi rompen como socios. Los hermanos Márquez comunican un acuerdo para rescindir el contrato en el que cedían la gestión de la explotación de los derechos comerciales a VR46 Racing Apparel, compañía propiedad de Rossi.

Quizás porque en la actualidad hay un abanico más amplio de pilotos aspirantes al título, los duelos con incidentes entre Márquez y Rossi han desaparecido en ese lapso entre el fin de 2015 y Argentina’18, a diferencia de los que tuvo el italiano cuando apenas contaba con un solo rival en la pugna por el Mundial; los problemas eran más habituales cada domingo. Cuando hay dos aspirantes el debate es cosa de dos, pero cuando hay varios, los incidentes se reparten.

“márquez es como rossi” El caso es que tanto Rossi como Márquez siempre han tenido fricciones con sus mayores rivales. El italiano ha vivido percances con Biaggi, Gibernau, Stoner, Lorenzo y ahora Márquez, o sea el rival de turno. El catalán es más de lo mismo, ha rozado con Pol Espargaró, Pedrosa, Lorenzo y ahora Rossi, cada oposición en su camino hacia sus seis títulos -la excepción, por ahora, es Dovizioso-.

La diferencia entre ambos reside en la manera de sobrellevarlo en el plano público, fuera de la pista. Márquez se ha moderado; Rossi pasea su visceralidad, como se vio en Argentina, con un discurso acusador impropio de Márquez y sin aceptar las disculpas por el suceso. “Viene a por mí”; “ha destrozado este deporte”; “le tengo miedo”; “a mí que no me mire a la cara”. Esto ha elevado el tono de la rivalidad de dos tipos de personalidad que poco difieren en cuanto a ambición y a lidiar con los límites en la pista. Así lo acreditan leyendas de las dos ruedas como Giacomo Agostini, “Rossi ha hecho cosas parecidas a Márquez”, o Randy Mamola, “Márquez es como Rossi de joven, un poco loco”.

Quizás el hecho de hacer cosas parecidas sobre el asfalto es lo que les haya instalado en la cúspide del motociclismo. Al fin y al cabo, casi nadie ha logrado semejantes números. Mientras sigan coincidiendo en pista y presenten los mismos objetivos, están condenados a cruzarse en el camino. Los límites los marcan ellos. Bueno, en esta batalla también hay una organización del campeonato para acotar los márgenes de cada comportamiento. Pero desde luego, esta rivalidad aumenta el interés mediático y eso beneficia a todos: a Rossi, a Márquez y a la organización, siempre y cuando no haya daños físicos irreparables, los que no han sucedido pero pueden suceder. Entonces no habrá vuelta atrás. Cierto es que los implicados están dispuestos a sostener la dinámica, porque nada parece cambiar, ni leyes ni actitudes. El territorio Márquez que es el Gran Premio de Las Américas -cinco victorias en las cinco carreras que ha acogido Texas- es nuevo hogar para la rivalidad. Por de pronto, las declaraciones previas a la carrera las emitirán por separado en lugar de juntos, como es lo habitual.