A 10 de abril de 2018 el Alavés ya trabaja más en la próxima temporada que en esta. La victoria contra el Getafe selló la permanencia de manera virtual. Tanto el vestuario como el club se saben salvados. A más de cuatro meses para el inicio del curso 18-19 el tiempo de nuevo vuelve a estar de lado del Glorioso para planificar lo que viene y tratar de evitar los errores que pusieron al equipo en una situación más que comprometida en otoño. Mikel Uriarte y Borja Mallo informaron ayer en este periódico de que la renovación de Abelardo por una temporada está prácticamente cerrada. Sin duda es una decisión a celebrar por todo el alavesismo. La principal razón para renovar al asturiano es su hoja de servicios. El Pitu cogió un grupo que agonizaba, anémico de puntos y sin confianza y lo transformó, casi desde el primer día, en una unidad sólida, de convicciones futbolísticas y emocionales férreas. Zubeldía, el infame De Biasi, y hasta Prigioni supongo que también han jugado a favor del Pitu. En clubes obligados a vender piezas y que no pueden retener todo el talento que les gustaría, acertar con la figura del entrenador es clave. Si algo no se podía permitir el tándem Sergio/Querejeta era volver a fallar en el banquillo. De cuatro que han tenido en Primera, dos han sido un rotundo éxito y otros dos un estruendoso fracaso. Suena coherente mantener a un tipo que además ha conectado con la afición. Aunque el populismo no meta goles.

En la resurrección del Alavés también hay que apuntar a Sergio Fernández, por cierto. Si su responsabilidad en el mal inicio fue crítica (mala decisión con el entrenador, plantilla cerrada demasiado tarde, posiciones y roles sin cubrir), también lo es su capacidad para pivotar y enmendar muchos de sus errores.

Uno de los asuntos que se tienen que cerrar, ahora que estamos en pretemporada, es la continuidad de Manu García. La situación está complicada y en el club no son optimistas. Creen que han hecho más que suficiente por llevar la negociación a buen puerto pero necesitan ya una respuesta. La oferta está sobre la mesa pero el reloj está corriendo. Lo que no quiere el Alavés es que se extienda la situación. Es justo que la entidad sepa a tiempo si va a poder seguir contando con una pieza como es el capitán. En la calle, en Twitter y en cualquier foro de opinión el debate ya es un lodazal. Me decía el otro día un amigo que no está en ninguna de las dos trincheras que “lo mejor que puede pasar con Manu es que le hagan un homenaje (merecido), le den las gracias y se termine la relación profesional”. En este periódico se pronunció Iñigo Kalderon hace unos días. “El que diga que está pidiendo mucho es que no sabe lo que cobra el resto. Él pedirá lo que cree justo y a mí me gustaría que siguiese en el Alavés, aunque aquí se suele tratar mejor al de fuera que al de casa”. Aquí hay una cosa. Quizás la gente no sabe lo que cobra el resto pero, ¿tu información sobre “qué cobra el resto” viene de Manu? Estoy de acuerdo en que él pida lo que él cree justo, pero aquí hay que pensar que el club también está en posición de pensar que lo que es “justo” para Manu no es lo que Manu cree que merece cobrar. Kalderon también añadió el mayor aval que tiene el capitán, que es su rendimiento. “Me gustaría que siguiese. Es injusto el debate que hay en Vitoria con él. No sé qué tiene que hacer para que dejen de cuestionarle. Ha jugado con todos los entrenadores y con diferentes filosofías, siempre rindiendo”. Esto cierra cualquier debate futbolístico sobre Manu. Su rendimiento está más que probado al más alto nivel. El problema es que la conversación sobre la renovación hace tiempo que dejó de tener que ver con el balón. Es una cuestión de intereses de unos y otros y esencialmente de dinero. Ojo, como es en el 100% de los casos en este negocio y en la vida profesional.