Cardiff - La estadística del británico Anthony Joshua dictaba que quien se pusiera delante contaba el combate por derrota. Es más, besaba la lona. Así, en 20 ocasiones. El púgil de 28 años (110 kilos y 1.98 metros) era la ley en los pesos pesados. Su voluntad se plasmaba realidad. La pasada madrugada Joshua pretendía ascender otro peldaño boxístico, camino de la leyenda. Enfrente, ante los 78.000 espectadores del Principality Stadium de Cardiff, aceptaba el reto el neozelandés Joseph Parker, 26 años (107 kilos y 1.93 metros), invicto con 24 victorias y 18 KOs, inmaculado como Joshua. El boxeo, salvo tablas, solo respeta la condición de uno. Y ese fue Joshua, que unificó los cinturones de la Asociación Mundial de Boxeo, la Federación Internacional de Boxeo, la Organización Internacional de Boxeo y la Organización Mundial de Boxeo, este último obtenido ayer. Todos ellos de los pesos pesados.

Después de 12 asaltos, el que fuera campeón olímpico en Londres 2012 logró el consenso de los jueces, que determinaron cartones de 118-110, 118-110 y 119-109. Si bien, Parker logró lo que ningún otro contendiente frente a Joshua: llevar el combate a los puntos. El neozelandés se encomendó a una propuesta defensiva, de búsqueda del golpe certero al contraataque; el británico, aunque prudente, impuso el ritmo, buscó al rival. Si bien reinó la cautela. No se ofrecieron riesgos por ninguna de las dos partes. Joshua peleó economizando, consciente de ir por delante en el recuento, y Parker vivió de la esperanza del K.O. para sumar un triunfo, o al menos mancillar la historia de la Apisonadora Joshua.

Ahora el boxeador de Watford busca el monopolio. Con los cinturones de cuatro organizaciones en posesión, únicamente le falta el cetro del Consejo Mundial de Boxeo para unificar los títulos de los pesos pesados, título que ostenta el invicto estadounidense Deontay Wilder (40 victorias y 39 KOs). - E. Oyarzabal