¿Qué haría usted con un billete premiado de, digamos, el Euromillón? ¿Mantendría su puesto de trabajo? ¿Crearía un empleo a su medida? ¿Se entregaría a una vida contemplativa? Seguro que hay respuesta; soñar es de humanos. He aquí la historia de un trabajador de Córcega que a sus 33 años permanece laborioso por amor al arte.

Para poner en perspectiva lo que aquí se cuenta, cabe arrojar algunos números. La empresa KPGM, una red social que ofrece servicios de auditoría, publicó el año pasado su segunda edición de la denominada ‘Evaluación de los Clubes de Fútbol: la élite europea de 2017’. El estudio establece lo que se califica como Valor Empresarial de los 32 principales clubes del Viejo Continente, el cual cifra en 29.900 millones de euros. El podio lo copan: Manchester United (3.045 millones), Real Madrid (2.976) y Barcelona (2.765); el Athletic es el número 25, con una tasación de 300 millones. Pues bien, hay un jugador de fútbol que, de ser su antojo, podría comprar de golpe y porrazo los 32 clubes.

Ahora, ¿serían ustedes capaces de ser como El Tío Gilito -personaje de Disney considerado por Forbes como el personaje de ficción más rico de la historia-, pero pasando desapercibido? Desde luego, sería arduo complicado. Así ha vivido buena parte de su vida el centrocampista francés Mathieu Flamini, camuflado en un mundo de riqueza como es el fútbol de primer nivel, una escena en la que, en el caso de la Primera División española, el sueldo mínimo es algo superior a los 155.000 euros por temporada. Para Flamini, esto son migas.

Flamini no ha sido una estrella del balompié, pero tampoco es cojo. Debutó profesionalmente en el Olympique de Marsella, vistió la camiseta del Arsenal en dos etapas y entre medio rindió para el Milan. Su último club venía siendo el Crystal Palace inglés, donde en junio de 2017 se dio fin a su relación contractual. 443 partidos disputados y 21 goles de bagaje deportivo. Desde entonces, Marathon Man (El Hombre Maratón, que le decían en Inglaterra), tres veces internacional con Francia, permanecía sin equipo. Hasta que en el reciente mercado de invierno el Getafe, debido a la baja de larga duración de Markel Bergara y la marcha de Mehdi Lacen, se hizo con sus servicios, los del jugador más rico del planeta.

La vida secreta de Flamini salió a la luz en 2016, cuando para los micrófonos de la cadena BBC reveló su vida paralela, el tesoro que escondía. En 2008, durante su estancia en Milán, conoció al que sería su socio, Pasquale Granata, otro inquieto que ansía un mundo mejor. “Después de reunirnos con un científico, juntos desarrollamos esta biotecnología”. Ambos fundaron la compañía GFBiochemicals, nacida con una máxima: salvar la Tierra. Y como rescatar el planeta pasa por aportar algo nuevo, la invención resultó tan extraordinaria que ha transformado a Flamini en el futbolista con mayor fortuna. Actualmente, la empresa tiene un valor de 30.000 millones de euros. Por poner un termómetro a la cifra, decir que Bill Gates, poseedor de la mayor riqueza individual de 2017 según Forbes, amasa 80.000 millones de euros. “Ni siquiera mi familia sabía nada sobre esto. Mis padres lo supieron hace un año y estaban preocupados; ahora se sienten orgullosos”, relató Flamini en 2016 sobre su confidencia.

Desde su fundación hasta hoy, GFBiochemicals ha pasado a ser la compañía más relevante de su ámbito. Produce ácido levulínico. Tal y como indica el Departamento de Energía de los Estados Unidos, es una de las doce moléculas clave como posibles sustitutas del petróleo para hacer un planeta más limpio. Básicamente, permite erradicar la contaminación y reducir los costes de producción de este combustible. El crecimiento de la empresa de Flamini fue de tal magnitud que absorbió a la compañía referente del sector en EE.UU., llamada Segetis y afincada en Minnesota. “He invertido mucho dinero, había un gran riesgo, pero para tener éxito hay que tomar decisiones arriesgadas”, explicó el galo, que ha acumulado con el fútbol una fortuna de unos 18 millones de los cuales partió su inversión, inspirada por su preocupación por el cambio climático y por cómo luchar contra él. “Es el mayor problema de nuestro tiempo”, advierte. Pero mientras el cuerpo aguante y haya quien le reclame, como el Getafe, seguirá dando patadas al balón. “Quiero dejar algo claro: mi prioridad es el fútbol. Pero como se puede imaginar, un jugador de fútbol tiene otros intereses fuera del campo. Y mi interés es la bioeconomía”, explica El Hombre Maratón, dueño de un tesoro oculto maratoniano.