Varazdin - La selección española de balonmano, vigente subcampeona continental, afronta el Europeo de Croacia con el objetivo de volver a subir a un podio del que no se ha bajado en las dos últimas ediciones.
Algo que no pudo repetir el pasado año en el debut de Jordi Ribera al frente del equipo español, al concluir en quinta posición en el Mundial de Francia, tras caer ante Croacia en cuartos de final por 29-30.
Un amargo resultado del que la selección tratará de resarcirse en Croacia redoblando su apuesta por un rico juego combinativo, que convierte al equipo español en una excepción dentro de un balonmano en el que cada día tiene mayor preponderancia el factor físico. “Creo que tenemos mucha variedad en el juego de ataque, no somos un equipo que haga dos o tres acciones de juego y no salga de ahí, sino que genera muchas situaciones distintas de juego”, señala Ribera.
Variedad ofensiva que se sustenta en la riqueza táctica y la polivalencia de un grupo de jugadores que, desprovistos de un poderoso lanzamiento exterior, parecen empeñados en hacer de la carencia una virtud, trazando un camino propio al margen de las tendencias actuales.
Una actitud casi subversiva que ejemplifica como nadie el capitán, Raúl Entrerríos, último representante de un modelo de central volcado en la creación de juego para sus compañeros, en contraposición con los robóticos directores de juego actuales, más centrados en la faceta goleadora.
Entrerríos cuenta para ello con los mejores aliados posibles: un técnico apasionado por el juego colectivo y, sobre todo, unos compañeros de primera línea que, como recalca Ribera, “podrían ser cada uno de ellos perfectamente los cerebros del equipo”. Una circunstancia que permite a España explotar al máximo a sus efectivos jugadores de segunda línea, extremos y pivotes con características completamente distintas, lo que ayuda a enriquecer todavía más si cabe el juego ofensivo del conjunto español.
Incluso la llegada del jovencísimo lateral Dani Dujshebaev, una de las dos novedades junto al extremo Ferrán Solé con relación al pasado Mundial, parece haber dotado de una mayor capacidad de lanzamiento, el auténtico talón de Aquiles en los últimos años de los Hispanos.
portería y defensa Pero la clave para poder aspirar nuevamente a las medallas estará una vez más en el rendimiento de la portería, donde España parece perfectamente guarecida por la pareja que conforman Gonzalo Pérez de Vargas y Rodrigo Corrales; y la defensa, la faceta del juego que ha suscitado más interrogantes durante la fase de preparación.
La nueva defensa 5-1 no parece lo suficientemente asentada para garantizar la máxima fiabilidad, al igual que los intentos por variar la pareja de centrales del 6-0 para evitar el doble cambio ataque-defensa, que ralentiza el balance defensivo.
Dudas que España deberá resolver si quiere superar con puntos una primera fase en la que los Hispanos se medirán con la República Checa, un equipo en busca de una nueva identidad tras la retirada de Filip Jicha; la nueva Hungría de Ljubomir Vranjes; y la Dinamarca de Mikkel Hansen.