vitoria - A pesar de las buenas noticicias que en los últimos años vienen rodeando al patinador Iñigo Vidondo, no está siendo ésta una experiencia agradable ni mucho menos una camino de rosas lo que está viviendo el alavés para poder alcanzar el sueño de convertirse en el primer español que compite en velocidad sobre hielo en unos Juegos Olímpicos, en este caso los de Pyeongchang 2018 (Corea del Sur), una cita que tendrá lugar el próximo mes de febrero (del 9 al 25). Y no está siendo un camino de rosas porque las penurias, económicas fundamentalmente, están a la orden del día en la vida rutinaria de este joven deportista, que mucha veces tiene que renunciar incluso a un simple café para que al final de mes cuadren las cuentas. Si la aventura en el hielo canadiense es posible actualmente para este vitoriano se debe a la presencia de varias becas y patrocinios públicos y privados (Bat Basque Team, Ayuntamiento, Diputación, Michelin, In-Gravity, Sports Spirit, Toxogel, Silice Viticultores, Mobel, Hunter, Vikingskates, Federación Vasca y Alavesa de Deportes de Invierno, Federación Española de Deportes de Invierno) con los que puede sufragarse los costos derivados del alojamiento, la alimentación, el alquiler de la pista y el salario de su entrenadora.

en canadá, hasta marzo Por no hablar del carísimo material que necesita para deslizarse sobre el hielo. “Cada par de patines cuesta 2.000 euros y cada juego de cuchillas otros mil, así que como para andar cambiándolas cada cierto tiempo...”, se resigna el vitoriano, que de momento continuará viviendo en Canadá hasta que pasen los Juegos Olímpicos. Luego ya se verá lo que hace, aunque conociendo su conocida insistencia es probable que encuentre acomodo en otro país del norte donde pueda seguir mejorando y volando a más de 70 kilómetros por hora. - A. Goñi