Duración: 37:55 minutos de juego.
Saques: 6 de Altuna III (tantos 7, 12, 15, 18, 21 y 22) y 1 de Artola (tanto 6).
Faltas de saque: 1 de Artola.
Pelotazos: 181 pelotazos en juego.
Tantos en juego: 9 de Altuna III y 5 de Artola.
Errores: 1 de Altuna III y 6 de Artola.
Marcador: 1-0, 1-1, 2-1, 5-2, 6-3, 10-4, 11-4, 16-5, 17-7 y 22-17.
Botilleros: Ejercieron de botilleros Ekaitz Saralegi (con Jokin Altuna) y Mikel Olaetxea (con Iñaki Artola).
Apuestas: Se cantaron posturas de salida de 100 a 70 a favor de Jokin Altuna.
Incidencias: Partido correspondiente a la liguilla de cuartos de final del Grupo B del Cuatro y Medio de Primera de la LEP.M disputado en el frontón Astelena de Eibar. 621 espectadores. En el primer partido, Retegi Bi-Rezusta ganaron a Jaka-Zabaleta (22-19). En el tercero, Peña II venció a Ugalde (15-22) en el Cuatro y Medio de Segunda.
EIBAR - La contundencia de Jokin Altuna sepultó ayer en el Astelena a Iñaki Artola como si fuera una tonelada de cemento. El 22-7 provocó un efecto dominó: la victoria en Eibar estalló un terremoto en Zaratamo. Es decir, generó la clasificación matemática de Mikel Urrutikoetxea para las semifinales del Cuatro y Medio de Primera por tercer año consecutivo. Para empezar, el de Asegarce será cabeza de serie en 2018. Para continuar, el empaque mostrado durante sus dos contiendas alumbra para el campeón vizcaino salpicaduras del sueño de regresar a 2016, año en el que logró una txapela inmensa, coronada por una remontada, un salto mortal, ante Juan Martínez de Irujo. Para terminar, la tercera jornada de la liguilla de cuartos de final queda dividida entre la intrascendencia del envite entre el clasificado zaratamoztarra y el descabalgado alegiarra y la sensación de tensión por la eliminatoria pura y dura entre Altuna III y Joseba Ezkurdia. Un compromiso muy peligroso.
Accederá como duelista el artista amezketarra con el zurrón lleno de confianza después de haber sentido temblores en su primer pleito frente a Urrutikoetxea. Un adversario superior, que le ha tomado la medida en las citas individuales, dejó al guipuzcoano tocado en Lekunberri. La situación era calcada a la del curso pasado, en el que consiguió recomponerse de un mal comienzo y acabó discutiendo la final con Oinatz Bengoetxea en busca del primi sin suerte. De cualquier modo, Altuna III supo restañar su camino y encontrar la brújula con una exhibicion frente a un tocado Artola, que quedó borrado por un adversario a kilómetros. No pesó la responsabilidad. La propuesta de Jokin estuvo repleta de síntomas de inteligencia en el juego. Un tratado del Cuatro y Medio: búsqueda de ángulos y punto final. Ni más ni menos. El repicar de campanas trajo un réquiem que dejó frío el Astelena por la falta de pimienta. La dentellada de Altuna llegó desde el saque, suerte en la que se encontró Artola perdido, y en el peloteo. Si bien el alegiarra se plantea como de mayor potencia física, no estuvo acertado en el cuerpo a cuerpo y no pudo sacar de sitio a Jokin, quien, de cara, rellenó la mochila de confianza ante un último sprint hacia las semifinales.
Crepitó la contienda en los primeros compases con cierta sensación de igualdad, pero fue un espejismo. El partido quedó colorado en un descorche espídico. Artola, defensor de piernas de maratoniano, expuso la rocosidad en el traqueteo, pero quedó ahogado por el empaque y la claridad de su contrincante. Aunque hubo mano a mano, dosis de velocidad y meollo, el 5-1 con el que se rompió el partido fue un lastre perpetuo para Iñaki.
Ocurre que un par de latigazos del de Asegarce parecieron dar emoción al luminoso. Fogueo. A partir del 5-3 se descerrajó la igualdad. No hubo más. Altuna III fue un huracán. Acostumbrado al duende y al arte, Jokin expuso otras razones: velocidad, sentido y guion. Del verso a la prosa. De la experimentación a la contundencia. Superior en el peloteo, con velocidad en el golpe, los problemas del alegiarra en el resto alimentaron la falla. El amezketarra se escapó 10-3 y 16-4 en dos fogonazos. Abrir y cerrar de ojos. Tic tac. El choque quedó visto para sentencia. Sobre todo, dada la sobriedad del de Aspe, entonado arquitecto a la hora de sacar punta a las líneas.
La superioridad fue tal, que Altuna III falló su primer y única pelota en el 16-5 en un golpe envenenado por la pared que se le atragantó. Después, Artola asomó de nuevo. Agua en el desierto. Un saque y un gancho perpetuaron la agonía. El 16-7 fue el mejor tanto del alegiarra, en el que alargó el pelotazo para sacar de sitio a un Altuna más efervescente cerca del frontis. Y le salió cara. Después, un fallo azul en el saque-remate inició el último arreón del amezketarra(22-7). La reivindicación llegó de su solidez. De un cambio de rumbo: del crecimiento a la contundencia.