PEKÍN - Rafa Nadal ha vuelto para quedarse y no está dispuesto a hacer ninguna concesiones a sus rivales. El que quiera ganarle tendrá que poner mucho de su parte. En el ATP 500 de Pekín ha superado retos duros como en la primera ronda ante Lucas Pouille, en cuartos de final ante John Isner y ayer en la semifinal ante Grigor Dimitrov, que le ganó el año pasado en el mismo escenario pekinés.

El búlgaro, que ofreció un nivel de tenis muy alto, llegó a igualar el choque de ayer tras ir 6-3 y 2-0 abajo, pero tras firmar el 4-6 en el segundo set en los momentos de más dudas de Nadal, cedió ante la fortaleza del tenista de Manacor, que apretando sin cesar el revés de su rival tuvo capacidad para meter una marcha más al ritmo del partido, colocarse de salida en un 4-0 y agotar a Dimitrov tras dos horas y 16 minutos con un parcial de 6-1 en el tercer set.

El rival de Nadal en la final será Nick Kyrgios, que superó en el duelo de jóvenes genios de la raqueta a Alexander Zverev: 6-3 y 7-5. Ya se sabe que con el volcánico australiano, afectado este año por las lesiones, al otro lado de la red cualquier cosa puede pasar, pero el balear camina este año muy por encima de los demás, salvo Roger Federer, el único que ha podido ganarle un partido decisivo.

Rafa Nadal jugará, por tanto, su novena final de 2017, la 110ª de su carrera, en busca de su sexto título del año y el segundo en el torneo de Pekín doce años después del primero. “Está siendo un curso muy bueno y emocionante desde el comienzo porque cuanto más mayor te haces, la dificultad es siempre más grande”, confesó ayer Nadal tras sumar su 60ª victoria esta temporada. - R. Calvo