En el escalofriante relato del vínculo de la familia Rumsas con el dopaje, -Raimondas, el cabeza de familia dio positivo por EPO en 2003; su mujer, Edita, fue condenada junto a su marido por importación de sustancias dopantes; Raimondas Junior, el hijo mayor que ha dado recientemente positivo por el uso de hormona de crecimiento y su hermano Linas, el joven que falleció en mayo con apenas 21 años, muerte que está siendo investigada por la Fiscalía de Lucca-, solo faltaba la suegra, como en los chistes malos. La madre de Edita, suegra de Raimondas, también aparece en el grotesco álbum de familia. Fue el comienzo de todo. Edita se acordó de su madre enferma cuando los gendarmes le dieron el alto en Bonneville, una localidad próxima a los Alpes franceses, y registraron su vehículo en pleno Tour de Francia de 2002. La madre de Edita, la suegra de Raimondas, fue la coartada que Edita empleó para justificar el arsenal de sustancias prohibidas (testosterona, EPO y corticoides) que portaba en el maletero de su coche y esquivar a los policías. “Son para mi madre, que está enferma”, dijo. Ese mismo día, domingo, a un puñado de kilómetros de aquella mentira, en los Campos Elíseos de París, un sorprendente Raimondas se subía al podio del Tour de la era Armstrong, otra gran falacia. El norteamericano festejaba su quinta corona. Joseba Beloki disfrutaba de la segunda plaza.
La Justicia francesa, que no actúa como la española, al que le cuelga aún el cartel de la vergonzosa resolución de la operación Puerto, no se tragó semejante cuento de Edita, y ambos, -Raimondas dio positivo por EPO un año después en el Giro de Italia de 2003- fueron condenados en 2005 a cuatro meses de prisión. El tribunal de Lyon demostró que eran culpables de un delito de importación ilegal de sustancias dopantes. Por aquel entonces, el lituano había dejado de ser ciclista profesional. Suspendido un año por su positivo del Giro, en el que había concluido en sexta posición, el lituano colgó la bicicleta en diciembre de 2004 tras una breve incursión en el pelotón que no prosperó.
el drama Raimondas no regresó jamás a la alta competición. Tampoco aprendió nada de aquel castigo. O tal vez demasiado. Los Rumsas no abandonaron sus autodestructivos hábitos ni sus lucrativos negocios. Ni cuando tuvieron familia. No respetaron ni a sus hijos. Instalados en Italia, los Rumsas tuvieron dos hijos: Raimondas y Linas. Víctimas de un estilo de vida nocivo. A ambos les inculcaron sus padres la pasión por el ciclismo y también por las trampas, tan presentes en tantas y tantas biografías ciclistas. El listado da para una enciclopedia. Nunca se desprendieron los Rumsas de aquel modo de respirar. Raimondas Junior, de 23 años, dio positivo el pasado 4 de septiembre. Fue suspendido de forma provisional por el Comité Olímpico Italiano tras su positivo por hormona de crecimiento. Ocurrió apenas meses después de la muerte de su hermano Linas, también ciclista. Campeón de Lituania sub’23, el joven, de 21 años, fue hallado inconsciente en su domicilio el pasado 2 de mayo. Trasladado de urgencia a un centro hospitalario, lo médicos solo pudieron certificar la defunción del muchacho. La Fiscalía investiga el fallecimiento de Linas. “Nosotros también queremos saber de qué murió Linas, pero nadie responde. Sus cenizas están en casa, las llevaremos a Lituania cuando sepamos la verdad”, decía consternada Edita tras asistir al drama de la muerte de su hijo pequeño.
Las malas noticias continuaron golpeando a la puerta de los Rumsas. El positivo de su hijo Raimondas dio pie a las actuaciones de la policía italiana, advertidos por el legado familiar. Los investigadores de Lucca dieron con un tesoro de productos dopantes: encontraron jeringuillas, insulina, analgésicos y medicamentos de toda clase y dudosa procedencia empleados para la trampa. Los policías hallaron la mercancía en la casa de los Rumsas, en el coche propiedad de Raimondas Junior y en la sede de su equipo.