Alcañiz (Teruel) - En una entrevista realizada el pasado mes de diciembre para El Hormiguero, de La Sexta, Marc Márquez explicó su mutación como piloto. El de Cervera describió el Márquez del pasado, el extinto a su juicio, y el que considera que es el Márquez del presente, el perfeccionado: “A una sola carrera, el Márquez de hace tres años sería puerta grande o enfermería, tendría números; el Marc de ahora ve que un cuarto o un quinto a veces va bien”.
Márquez se retrató así. Aunque quizás no haya dos Márquez, uno vetusto y otro renovado, sino la conjugación de dos. Bipolar. Quizás sea que, simplemente reinventado, ha introducido en su manual de estilo variables sin olvidar sus orígenes. El mérito de Márquez es saber en qué momento del desarrollo de la prueba recurrir a uno u otro. Selectivo. Pero es el primero el que, a estas alturas del campeonato, sobresale por encima del otro. El instinto primario lleva las riendas de su personalidad. Su genética es irremediablemente ganadora.
Es verdad que se atisban cambios en su conducción. Básicamente, el eje sobre el que pivota esa modificación es que actualmente sabe moderarse, conoce de reprimir su ambición e ímpetu, lo que le concede equilibrio, regularidad para el campeonato. Se ha tornado analista, frío, calculador. Ha sofocado esa visceralidad tan peligrosa (esto es aplicable solo a las carreras porque este año se ha caído 23 veces, aunque solo dos en carrera, y con la fortuna de no sufrir lesiones; por otra parte es un número que supera con creces al de 2016, con 17 arrastrones). Pero a pesar de comedirse, en carrera, en ocasiones el antiguo yo vence al nuevo yo. La educación a veces se pierde en los recovecos de la memoria para caer en el olvido, porque la genética sigue ahí, presente, para florecer, irrumpir poderosa. Para llamar a la puerta reclamando libertad. Y Márquez la sigue atendiendo para recobrar su espíritu, al Márquez de “puerta grande o enfermería”.
Obedeció a su instinto primario en San Marino y allí igualó a Dovizioso en el liderato del Mundial con 199 puntos. Quizás arriesgó demasiado para el botín obtenido, porque ganar implica asunción de riesgo -y no está el campeonato para sumar ceros- y además se peleó por el triunfo con un piloto sin nada que perder, como Danilo Petrucci. Pero parejo como está el Mundial, la diferencia la hace la victoria. En Misano, Márquez ganó. Siguiente estación: Aragón.
En el páramo de Alcañiz el guion fue similar. Hubo grandes dosis de ese nuevo Márquez: se contuvo seis vueltas en el cuarto lugar, contemplativo; permaneció casi otras siete en tercera posición, laxo; rodó otras cinco siendo segundo, manso, para cobrarse el liderato a ocho vueltas del final. De ahí puso rumbo sin oposición al triunfo, autoritario, implacable, desatado. Si bien, la decisión de pasar al frente y aguardar a la posible reacción de Lorenzo, líder hasta que restaban ocho abrazos a Motorland para la conclusión, fue valiente y arriesgada. Cuando Marc figuraba segundo era consciente de que era líder virtual del Mundial, porque Dovi rodaba retrasado, nublado ayer. Sin embargo, la segunda plaza no colmaba su conformismo. Ahí surgió el Márquez de “puerta grande o enfermería”. La llamada de la jungla. El instinto primario doblegó a la represión y se batió, de nuevo, con un piloto con nada en juego, esta vez Lorenzo, que lideró más vueltas de carrera que nunca con la Ducati, pero que padeció la vestimenta de calzos blandos. De hecho, Pedrosa, séptimo como se llegó a ver, apeó al mallorquín del segundo peldaño del podio en el último latido.
Respecto a Dovi, no se halló cómodo y su discreta séptima plaza le obliga a reaccionar en las cuatro últimas citas del año. Verse en semejante tesitura es insospechado para él, por lo que cabe esperar un órdago del italiano, que respira a 16 puntos del jerarca Márquez. Dovi deposita parte de sus opciones de campeón en las intervenciones de Lorenzo, Pedrosa, Viñales o Rossi, ya rezagados en el campeonato, pero seguramente jueces en el desenlace. Viñales fue una decepción ayer. Desde la pole, claudicó cuarto y se descuelga a 28 puntos del liderato. Una profunda sima que hace pensar que el título es debate de dos. Mención aparte merece Valentino Rossi, vencedor moral en Aragón. 24 días después de operarse de su fractura de tibia y peroné -prevista su baja para 40 amaneceres-, rodó media prueba en segundo posición, a rueda de Lorenzo, para finiquitar en quinto lugar. Su amor por la competición, su privilegiado compromiso como piloto a sus 38 años, conservando como en formol ambición y nivel competitivo, merecen una investigación sobre el comportamiento y evolución del ser humano. En cuanto al ganador técnico, el radiante Márquez, una vez adoptada su camaleónica propuesta, maridaje de templanza y osadía según el desarrollo de la carrera, ha sellado dos victorias seguidas -para un total de cinco en 2017, más que cualquiera- que le han elevado al trono. Vive abrazado a su instinto primario, riesgoso pero sofocado por lapsos de prudencia para resultar diferenciador. Reconversión exitosa. Es el nuevo Márquez, comedido, pero de naturaleza eternamente ganador. Dos en uno.
G. P. de Aragón de MotoGP
1. Marc Márquez (Honda) 42:06,816
2. Dani Pedrosa (Honda) a 0,879
3. Jorge Lorenzo (Ducati) a 2,028
Mundial de MotoGP
1. Marc Márquez (ESP) 224 puntos
2. Andrea Dovizioso (ITA) 208
3. Maverick Viñales (ESP) 196
G. P. de Aragón de Moto2
1. Franco Morbidelli (Kalex) 40:09,904
2. Mattia Pasini (Kalex) a 0,145
3. Miguel Oliveira (KTM) a 0,577
Mundial de Moto2
1. Franco Morbidelli (ITA) 248 puntos
2. Thomas Luthi (SUI) 227
3. Miguel Oliveira (POR) 157
G. P. de Aragón de Moto3
1. Joan Mir (Honda) 25:57,607
2. F. di Giannantonio (Honda) a 0,043
3. Enea Bastianini (Honda)a 0,051
Mundial de Moto3
1. Joan Mir (ESP) 271 puntos
2. Romano Fenati (ITA) 191
3. Arón Canet (ESP) 173