Jon Rahm sale hoy a partir de las 19.35 horas de Euskadi en el único major en el que aun no había participado. El PGA Championship, que a partir de 2019 se disputará en el mes de mayo, tiene al vizcaíno en la nómina de jugadores a seguir en el campo de Quail Hollow, un larguísimo par 72 de casi 7.000 metros, donde estarán 97 de los 100 primeros del mundo. El de Barrika está el sexto en esa lista, con posibilidades de llegar al segundo, pero antes debe mostrar un alto nivel de juego durante las cuatro jornadas, algo que él mismo reconoce que le está costando conseguir en Estados Unidos desde hace unos cuantos torneos. Sus ganas de hacerlo bien son evidentes, pero hay que canalizarlas a la hora de jugar cada uno de los 18 hoyos.

Con cobertura televisiva durante los dos primeros días, compartirá uno de los partidos estelares con Rory McIlroy y Rickie Fowler, que ya saben lo que es ganar en el campo de North Carolina cuando fue sede del Wells Fargo Championship. De hecho, el norirlandés tiene el récord de menos golpes en una vuelta, 61, once bajo par, desde hace dos años y parte como principal favorito. Los tres conocen el campo, que ha sufrido algunas variaciones en los últimos meses, pero una cosa es tenerlo aprendido en el papel y en los mapas y en los datos y otra, que las condiciones externas lo modifiquen. Es lo que puede ocurrir en Quail Hollow, donde se espera para estos días lluvias constantes y tormentas que de nuevo pueden poner a prueba la paciencia de los jugadores y los aficionados. Los turnos de salida y la rapidez con que vayan los partidos puede influir a la hora de sumar golpes a las tarjetas y variar las posiciones de forma casi aleatoria.

“Va a ser un reto mental porque todo puede cambiar de un momento a otro”, admite Rahm, que dice que mandará “el que mejor sepa adaptarse a la lluvia”. Si el campo está mojado convendrá pegar largo porque la bola rodará poco por las calles y los greenes estarán más receptivos para quien logre manejar los hierros. Ahí estuvo el problema del de Barrika la semana pasada en el Bridgestone Invitational y donde tendrá que afinar desde hoy en su sexta presencia en un major, quinta como profesional, en los que hasta ahora no ha conseguido un resultado brillante.

EXPECTATIVAS “He llegado con muchas expectativas a otros majors y no se ha dado bien. A ver si ahora es diferente y puedo mantenerlas bajo control”, añade en declaraciones al portal especializado Ten-Golf. Pero eso no es óbice para que siga siendo considerado una alternativa a los nombres habituales en los últimos años. Lo recordó el propio Jordan Spieth, que no cree que este torneo y el futuro vayan a ser un duelo entre él y McIlroy. “Mira lo que ha hecho Jon Rahm en su primer año completo como profesional, es realmente increíble. Es un jugador que va a ganar majors y será otro rival más a tener en cuenta”, dijo el de Dallas en la rueda de prensa oficial.

Ya se sabe que Rahm acepta los desafíos de buen grado y este del PGA Championship es uno inédito en su aún corta carrera. Dicen que el último major es como la reválida, una oportunidad de enderezar trayectorias o asaltar la élite. Pero, como todos, este también reivindica su personalidad propia y su exigencia competitiva. Una leyenda como Arnold Palmer no pudo llevarlo a su palmarés y a los golfistas estatales no se les ha dado bien casi nunca. Rahm espera que esa tendencia cambie, pero ha entendido que los majors no perdonan y que las prisas no son buenas consejeras.