tras años siendo espacios vetados para las mujeres, los estadios iraníes empiezan a abrirse a las aficionadas pero con bastantes limitaciones, en medio del tira y afloja entre los sectores aperturistas y conservadores del país. Unas 300 mujeres pudieron presenciar cada uno de los tres partidos de la Liga Mundial de Voleibol 2017, celebrada la pasada semana en el estadio cubierto Azadi de Teherán, con una capacidad para 12.000 espectadores.
Durante el primer encuentro, entre los equipos de Irán y Bélgica, circularon en las redes sociales fotografías de un grupo de mujeres animando al equipo masculino. Sin embargo, ni la televisión estatal las mostró durante su retransmisión en directo ni los medios iraníes se hicieron eco de la noticia. Quizá, para no levantar polémica, pese a que el acceso no fue libre para las féminas.
Los más conservadores de la República Islámica se oponen a la presencia de las mujeres en los estadios. Algunos lo consideran incluso pecado y otros alegan que el ambiente a veces violento y plagado de lenguaje soez no es apropiado para ellas.
Parece que la insistencia del Gobierno moderado de Hasan Rohaní está ganando poco a poco la batalla al campo rival, ayudados sin duda por la decisión de la Federación Internacional de Voleibol (FIVB) de no conceder a Irán la organización de ningún evento mientras estuviera vigente la prohibición a las mujeres.
Una de las afortunadas fue la diputada Tayebe Siavoshí, que fue invitada junto a otras parlamentarias, familiares de deportistas y periodistas al partido en el que Irán venció a Bélgica 3-2. “Fue nuestro primer paso y creo que fue exitoso, aunque nuestro objetivo lógicamente es que se abra completamente a las mujeres”, dijo Siavoshí. La diputada, que describió el ambiente en el estadio de “sano y alegre”, aseguró que el Ministerio de Deporte trabaja para que poco a poco el acceso de las mujeres sea totalmente libre. Unos avances considerados insuficientes por el grupo de activistas “Let Iranian women enter their stadiums”, que denunció en las redes sociales que finalmente no se vendieron entradas a las mujeres como se había prometido.
Para este grupo, se trató simplemente de “una presencia decorativa en el estadio” para intentar mostrar que no hay restricciones y permitir a Irán acoger estos encuentros internacionales.
Al respecto, Siavoshí insistió en que aunque la mayoría de las 300 mujeres que asistieron a cada partido estaban invitadas, sí se vendieron cerca de un centenar de entradas. En 2016, organismos como Human Rights Watch pidieron a las autoridades iraníes abolir esta prohibición y acabar con la discriminación a las mujeres en los estadios. Desde hace un año se ha permitido en algunos partidos la presencia de representantes del sexo femenino, pero siempre muy figurativa, inferior al medio centenar, y por invitación. La prohibición a las mujeres para asistir a los partidos de fútbol de los equipos masculinos viene de lejos, mientras que la relacionada con el voleibol data de 2012.