Esto debe resultar tan complicado como que te toque el calvo de la Lotería de Navidad. O que al calvo le saga pelo? Y ya que te toque varias veces? De no ser que seas el ínclito Carlos Fabra, expresidente de la Diputación de Castellón, a quien el azar -jejeje- de la Lotería le sonrió en siete ocasiones. Algo parecido -aunque en esta ocasión a base de esfuerzo- es lo que ha protagonizado José Bordalás. Ascenso la pasada campaña con el Deportivo Alavés, ascenso la presente temporada con el Getafe. Y junto a él, también dos repetidores con pasado albiazul: Sergio Mora y Dani Pacheco. Ahí es nada. Los top ten de la división de plata que tocan de nuevo la gloria. Cómo es el fútbol. Parece que ha transcurrido un mundo desde que los tres citados defendieron los intereses alavesistas? Y fue hace sólo unos meses. Será que me estoy haciendo mayor y lo veo todo en blanco y negro, como Rosendo Mercado. José Bordalás llegó a Vitoria-Gasteiz como esos proletarios del grano que han debido doblar el espinazo en innumerables ocasiones antes de recolectar una buena cosecha. Tras abandonar la práctica activa del balompié a causa de las lesiones con sólo 28 primaveras, comenzó a cosechar, y cosechar, y cosechar? antes de poder hacerse con una gran recolección. Pasó por casi toda la Comunidad Valenciana, Extremadura y Madrid -Alicante, Benidorm, Eldense, Muchavista, de nuevo Alicante, Cacereño, Novelda, vuelta al Alicante, Hércules, Alcoyano, Elche y Alcorcón-. Casi más equipos tuvo que novios Leticia Sabater. Hace sólo 24 meses, el 11 de junio de 2015, el Deportivo Alavés anunciaba su contratación. Con fama de amarrategi, yo, que para esto tengo mucho ojo, lo tuve bien claro ya en noviembre. “Este no se come el turrón en Gasteiz”. Ojo clínico el mío. Se comió el duro, el blando, el de chocolate y el de Jijona. No acerté ni el número complementario. Sin exhibir grandes florituras pero sin incurrir en excesivas tropelías, el equipo fue creciendo desde la seriedad defensiva hasta la consistencia. Pasaron las Navidades y se comió el turrón, llegaron los Carnavales y se disfrazó en Vitoria, vio los vía crucis de la Semana Santa gasteiztarra y, para alegría mía y de la afición, me fui comiendo mis premonitorias palabras con patatas fritas. Llegó el tramo final y jijiji-jajaja, jajaja-jijiji, consiguió que el equipo resultara prácticamente imbatible. Total, lo que yo predije: campeones de Liga y ascenso directo. Pero mira tú que mi bola de cristal predecía con retardo. El jefe in pectore, Josean Kerejeta, decidía que “fue bello mientras duró” y “El Deportivo Alavés agradece los servicios prestados?”. El fútbol es así. La vida es así. Por la propiedad transitiva, el fútbol es la vida. Nueva división, nuevo proyecto albiazul. Bordalás se fue al rincón de pensar y a buen seguro que no le faltarían novias estivales que no consumarían la copulación. Inició la campaña 16/17 en el paro obrero, pero muy pronto, a principios de octubre, dijo sí a un equipo con mucha jeta: el Getafe. Aceptó el reto, difícil reto, de coger a un equipo recién descendido de Primera y en puestos de descenso a Segunda B. Lo sacó con rapidez del infierno y entre la tradicionalmente fría parroquia getafense comenzó a obrar el milagro. Hace 8 meses, de forma anónima, aparecieron por el municipio unos carteles con la imagen hipsteriana de Bordalás y un único mensaje: “Llévame a Primera”. Y Bordalás guió a las ovejas y carneros a lo más alto. Hoy esos carteles son objeto de deseo entre los aficionados azulones. Tercera posición en la tabla y verdugo de Huesca y Tenerife en los play off. Ángel Torres, propietario y presidente del club, ya le ha confirmado como entrenador del Getafe en Primera División. Felicidades, Pepe, don José, señor Bordalás. La próxima campaña sólo nos queda aplaudirle cuando visite Mendizorrotza. Porque su nombre y su trabajo ya son parte de la historia del Glorioso Deportivo Alavés. Amén.
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