SÖLDEN - Rohan Dennis finalizó la semana del mismo modo en la que le dio la bienvenida. Ganándole al tiempo. En realidad, la crono fue una cosa del BMC, el equipo al que una prestigioasa marca de relojes le fortalece la economía. Fue la profecía que se cumple a sí misma. Dennis, Küng y Caruso, tres de los muchachos de la formación que tiene querencia por las manecillas, marcaron los mejor registros el día de cierre del Tour de Suiza. El triunfo de Dennis en la etapa definitiva fue tan rotundo y redondo que esperó la resto de competidores trasteando con el móvil. Cansado de esperar. Aburrido. La emoción le llegaba por whatsapp, toda vez que la tabla de tiempos era un remanso de paz. A Simon Spilak tampoco le alteró el pulso nada que no fuera la alegría del podio y el retorno a 2015, cuando conquistó por vez primera la carrera helvética. El esloveno realmente plegó el maillot amarillo en la maleta en las alturas de Sölden, cuando atravesó el túnel y clavó su estandarte el sábado. En la cima gigantesca construyó su victoria. En el epílogo contra el crono en Schaffhausen, Spilak demostró su solidez y su solvencia. Fue quinto, solo por detrás del trío del BMC y en el mismo segundo que Ion Izagirre, que certificó una magnífica actuación.
La alergia que le acechó en Villars Sur Ollon impideron a Izagirre, limándose para encarar el Tour, donde ejercerá de capitán del Bahrain, un mejor semblante en la orla final del curso suizo. Con todo, su capacidad de reinventarse tras el primer episodio de montaña, sitúan a Izagirre en el buena senda. Junto a él, sexto en el recuento último, -cuarto ayer- también brillaron Mikel Nieve, uno de los alfiles del Sky. El leitzarra cerró su participación con un meritorio noveno pusto. En esa línea, Pello Bilbao, que finalizó el Giro en buena forma, pudo cerrar el Tour de Suiza en la décima plaza, una clasificación que endereza el complicado arranque de campaña que padeció el gernikarra. Junto a ellos, Marc Soler, el hombre que espera el futuro, firmó una buena crono para lograr el octavo puesto en la general final.
bajo control La esgrima en el pasillo de la general careció de ruido de sables porque Spilak ordenó la rendición del resto con su puesta en escena. Sus rivales envainaron sus intenciones porque el esloveno no mostró fisura alguna. Ágil, convencido de su fortaleza y de su capacidad para sostenerse sin titubeos en la crono, Spilak no se desvió ni un centímetro de su senda hacia la coronación. El triunfo en 2015 le sirvió de muelle. Caruso apenas pudo arañarle cuatro segundos en lo 28 kilómetros de contrarreloj. Kruijswijk, que también se movió en ese mismo espectro, se dejó cuatro respecto a Spilak, que calcó los recuerdos de hace un par de años.