No había hombre más feliz en el Oracle Arena la pasada madrugada que Kevin Durant. El ex de los Oklahoma City Thunder no estuvo involucrado en la catastrófica remontada que sufrieron los Warriors en las pasadas finales, pero sí ha sido blanco de numerosas críticas durante todo el año por unirse al equipo rival. Además, comenzaba a pesar sobre él el clásico estigma de perdedor, algo con lo que también tuvo que lidiar en su día el propio LeBron James.
Pero todo eso se disipó con el logro de su primer campeonato, que además vino de la mano con el flamante MVP de las finales. Y es que Stephen Curry puede ser el auténtico líder de la franquicia californiana y su principal estandarte, pero ha sido Kevin Durant quien más y mejor ha respondido sobre la cancha en el momento decisivo. Sus espectaculares promedios de 35,2 puntos, 8 rebotes y 5,4 asistencias le han hecho valedor de dicho galardón, entregado por el mítico Bill Russell de los Celtics de los 60. Unos números solo superados en esta serie por los de LeBron James. Durant no ha bajado de los 30 puntos en ninguno de los cinco duelos. El tímido jugador desató un torrente de emociones al final del encuentro, sin separarse de su añorada y carismática madre, Wanda Durant, que le repetía una y otra vez: “Lo has conseguido”. “Siempre supe que no me equivoqué con la decisión que tomé. Darles un título a los Warriors es algo que me compensa como profesional y como persona”