Cavaliers137 - Warriors116

CLEVELAND CAVALIERS Irving (40), Smith (15), Thompson (5), Love (23), James (31) -cinco inicial-, Derrick Williams (2), Jefferson (8), Deron Williams (5), Shumpert (5), D. Jones (-), J. Jones (-) y Korver (3)..

GOLDEN STATE WARRIORS Curry (14), Thompson (13), Pachulia (6), Green (16), Durant (35) -cinco inicial-, West (6), Barnes (-), McAdoo (-), Iguodala (4), McGee (4), McCaw (3), Livingston (10) y Clark (5)..

Parciales 49-33, 37-35, 29-28 y 22-20.

Árbitros Callahan, Davis y Goble.

Pabellón Quicken Loans Arena de Cleveland, 20.562 espectadores..

Al término del tercer partido los Cavaliers parecían desalmados. Un equipo que lo había dado todo y que perdió en el último minuto ante un simple arreón final de sus rivales. Parecía que los Warriors podrían poner fin a la serie sin regresar a Oakland y alzarse con su segundo anillo en tres años, además de la histórica e inédita marca de las 16 victorias y cero derrotas en el play off.

Pero, sin que nadie lo esperara, resurgieron. Y de qué manera. Por vez primera en la serie el conjunto de Ohio se ejerció como claro dominador del escenario ante unos Golden State Warriors incapaces de cerrar todos los boquetes que los locales abrían en cada ataque. Cleveland jugaba como si no tuviera nada que perder, de tú a tú a un súper equipo como pocas veces se ha visto en la NBA. Y esa pérdida del miedo fue precisamente el factor que permitió a LeBron James y los suyos resistir y evitar que los californianos celebraran el título en la morada del Rey, como ya hicieron dos años atrás.

Los Cavaliers salieron con todo desde el inicio. Los lanzamientos suicidas de J.R. Smith entraban. Irving estaba en su salsa desde el primer minuto, protagonizando temeridad tras temeridad. Incluso Tristan Thompson, desaparecido hasta este choque, recordó al sobresaliente reboteador que provocó el pánico en la zona californiana durante las pasadas finales. Y LeBron James, por supuesto, dominó como en sus mejores noches. Como el mejor James de siempre, haciendo lo que quería y lo que necesitaba su equipo. En un abrir y cerrar de ojos, la ventaja de su equipo ya oscilaba entre los 20 puntos en un cuarto con 49 puntos, récord absoluto de las finales. Un ejercicio aún más monstruoso si se tiene en cuenta el rival de enfrente.

Porque los Warriors habían conseguido maniatar en defensa a los locales, pero en la pasada madrugada no fueron capaces. Parecían los de Cleveland ese equipo de armas infinitas que los Warriors eran incapaces de neutralizar al unísono, tal y como había ocurrido a la inversa en los tres partidos anteriores. Las prestaciones defensivas de los de La Bahía fueron inferiores en este cuarto duelo. Con Kevin Durant, Stephen Curry y Klay Thompson entre otros siempre existió la amenaza de remontada, pero la ventaja era de los locales, que de nuevo, batían otro récord con su marca de 86 puntos al descanso.

protagonistas inesperados Los más de 20.000 espectadores que asistieron al Quicken Loans disfrutaban de un espectáculo privilegiado, ligeramente ensuciado en el tercer cuarto, cuando el trío arbitral adquirió un protagonismo no deseado en el encuentro. Una serie de discutidas decisiones unida al desquiciamiento de los visitantes hicieron de dicho tercer periodo una guerrilla eterna, en la que el excelente baloncesto visto hasta ahora se experimentó con cuentagotas. No faltó la polémica con un golpe sucio de Zaza Pachulia sobre Iman Shumpert y una posterior técnica pitada a Draymond Green, que debió de ser expulsado al haber recibido otra en la primera parte, posteriormente otorgada a su técnico, Steve Kerr, en un sospechoso ejercicio por parte de los árbitros.

Toda esta reyerta unida a la capacidad ofensiva de los Warriors les hizo soñar con la remontada, llegándose a colocar a 11 puntos al inicio del último cuarto. Pero LeBron e Irving protegieron su reino hasta el último instante para alargar la serie como mínimo un partido más.

Con el público de Oakland encendido, parece que el quinto partido tendrá un guion totalmente diferente. Pero lo cierto que es hace un año, Cleveland viajó también a La Bahía con balance idéntico, y las esperanzas aún vivas.