Duración: 51:41 minutos de juego.
Saques: 3 de Albisu (tantos 4, 10 y 14) y 4 de Laso (tantos 6, 12, 15 y 18).
Faltas de saque: 1 de Laso.
Pelotazos: 254 pelotazos en juego.
Tantos en juego: 8 de Albisu y 11 de Laso.
Errores: 7 de Albisu y 7 de Laso.
Marcador: 0-1, 1-1, 1-2, 2-2, 5-3, 6-4, 6-5, 6-6, 7-8, 8-8, 12-9, 12-12, 13-12, 14-13, 14-14, 15-15, 15-16, 16-19, 16-20, 17-20, 17-21, 18-21 y 19-22.
Botilleros: Ejercieron de botilleros Mikel Olaetxea (con Jon Ander Albisu) y Unai Astiz (con Unai Laso).
Incidencias: Partido correspondiente a la primera eliminatoria del Manomanista de Primera de la LEP.M disputado en el frontón Labrit de Iruñea. Buena entrada.
Iruñea - Si el Manomanista es grande es por partidos como el de ayer, por días especiales en los que se derrama el esfuerzo por los cuatro costados; en los que se nada en sudor y el hambre se traduce en un final de maratón, con dos contendientes a los que se les observan costuras de solo pellejo por los vaivenes. Si el Manomanista es grande es por las circunstancias que se zurcen de su propio planteamiento: dos pelotaris y 36 metros -o 38 en algunos recintos- de erial sobre el que batirse el cobre. La competición es una batalla de cuentas pendientes más digna de partisanos que de artistas de frágil costura. El Manomanista no es para contendientes de cristal y sí para competidores de piedra y coraje. El Manomanista es raíz. El Manomanista es Jon Ander Albisu castigando con piernas elegantes de caballo árabe y Unai Laso, en plena construcción, asomando desatado, eléctrico, en un viacrucis improvisado.
El de Bizkarreta-Gerendiain se llevó el gato al agua sobre el tapete del Labrit de Iruñea en su primer envite en Primera y supo vestir la corona de espinas de un adversario incómodo y realmente entonado. El navarro tumbó a Albisu en un pregón al sacrificio y a la dureza de la modalidad más bella de la pelota a mano en días de todo. El problema es la amenaza de ruptura del duelo.
Y ayer no llegó la sangre al río por el empaque de dos contendientes que se fueron a casa con el trabajo bien hecho, aunque fuera el joven Laso el que se clasificara para los octavos de final. El puntillero fundamentó su propuesta en el cuajo que atesora y en la sensación de que no le importa sufrir. Unai defendió mucho de aire y con el sotamano y esbozó poder en todas las posturas, manejándose bien en cuestiones a contrapelo. Y es que, Albisu, un zaguero pegador, al que se le podría haber esperado desnortado en la especialidad, se mostró incisivo, sin demasiados errores de bulto, rápido de piernas y con las ideas bastante claras sobre su guion de músculo. El guipuzcoano completó un gran partido y terminó varios tantos cerca del frontis, pero sus opciones reales pasaron por sacar a relucir la chispa de sus brazos largos en el peloteo a bote, cuestión que consiguió sin apenas regalar y conteniendo a un rematador al que no le importa echar la moneda al aire.
Aun así, si bien los dos manistas se fajaron en un duelo bonito, emocionante y bien jugado por los dos bandos; la facilidad en defensa de Laso -llevó pelotazos increíbles y en base a su nervio abre brechas con las dos manos- fue la que penó el buen trabajo del ataundarra a partir de la segunda mitad. No le hizo tanto daño en su juego de golpe una vez el partido se fue alargando y el navarro creció hasta el 19-22 final. Laso se medirá en la siguiente fase a Iñaki Artola, un hueso.
Albisu controló el marcador hasta el 5-3 con una idea seria y bien ejecutada. Sin embargo, Laso quiso meterse en liza a base de entrañas. Empataron a seis y a ocho. Y después el ataundarra se escapó en su mejor momento de juego: piernas sueltas, manos de oro. Dominó hasta el 12-8. Pero el de Bizkarreta-Gerendiain se agarró a la eliminatoria. Empató a doce, a catorce y a quince. Y entonó buscando sus artes de delantero. Ahí, un trabajador Albisu naufragó: perdió golpe y fuelle. Encajó una tacada de cuatro tantos y se revolvió como un lobo herido. A Unai le pasaron factura los errores y, aun yendo 17-21, estuvo a punto de perder. De cualquier modo, el duelo fue una loa al Manomanista y emboca a un superviviente peligroso: Laso.