Bilbao - Cuando los supermercados eran ultramarinos, o más bien tiendas de barrio, cuando la caja registradora iba a manivela en el mejor de los casos, cuando la cajera era la dueña del negocio y no una persona con una chapa con su nombre en la pechera al lado del logo de la cadena de hipermercados, bastaba con un cajón para los cambios, una libreta y un lápiz. En los tiempos modernos se incluyó el bolígrafo. En aquellas cuartillas latía un barrio entero, los nombres o los apodos del vecindario. Era como el listín telefónico de las pequeñas deudas. Un escueto lugar en el que apilar frases que anunciaban un mejor futuro: ya te pagaré mañana o apúntame esto, porque al presente le faltaban monedas en la cartera. Igual daba que fuera un olvido, fin de mes o un contratiempo. Siempre había un sitio en el lista, como en el camposanto. En las tiendas se fiaba, aunque el nombre y la deuda se subrayara en rojo. Como un recordatorio.
El calendario, como las libretas de los viejos supermercados, recuerda que hoy se pone en marcha la Vuelta al País Vasco en Iruñea con varias cuentas pendientes. Está Alberto Contador, rey de la carrera, cuatro veces entronizado en la Itzulia, que pretende su quinto triunfo y romper así el techo de cristal que le equipara a José Antonio González Linares, con quien comparte escalafón en el histórico de la carrera. La cita para el madrileño es el memorándum. Quiere que su nombre ondee en lo más alto de la cordillera vasca. A esa cumbre desea subirse Alejandro Valverde, cuyas cuentas son infinitas. No deja de sumar triunfos. Inabordable hasta el momento, Valverde, que derrotó a Contador en la Vuelta a Andalucía y en Catalunya, se adentra con la intención de colgar en su enciclopédico palmarés la condecoración de la Itzulia. “Siempre he estado ahí para ganarla: segundo, tercero, he ganado etapas, pero la general se me ha resistido por el momento. Este año llego con mucha ilusión, muy motivado y en muy buena forma. La afronto con las mayores garantías de triunfo”.
El murciano, al que solo le falta una a y le resta una u para ser marciano, a un mes de los 37, se inició con las victorias oficiales en un sprint en la Vuelta al País Vasco. De eso hace 13 años y más de 100 laureles, pero la memoria se engancha con facilidad en los buenos momentos. “La recuerdo como algo muy bonito. Era mi segundo año de profesional y era una llegada en Vitoria. Estaban dos compañeros del equipo Gerolsteiner luchando por ver quién ganaba y llegué yo por detrás y les superé por media rueda. No solo fue mi primera victoria en la Vuelta al País Vasco, sino sobre todo, mi primer triunfo como profesional. Esta carrera siempre será especial para mí”, discurre Valverde. Reconvertido en ciclista total, como la Holanda que acunó Cruyff, Valverde no esconde que su intención es la corona. “Busco la victoria, está claro. Es una carrera buena para mí y tal y como llego, si no hay ningún problema, tengo que optar al triunfo final”.
un perfil con menos sierra Acceder al trono de la Itzulia se antoja complejo, si bien el recorrido ha amainado su perfil dentudo, atemperado por los brackets de las capitales de Euskal Herria. Hay menos sierra, pero la carrera se presume afilada, -“porque el ciclismo depende de los ciclistas del ritmo que lleve la carrera”, sostiene Ion Izagirre-cortante en sus dos últimas etapas, la que repta hasta Arrate y la que descarga en Eibar, con una contrarreloj de 27 kilómetros que cubrirá con la lana de la txapela al vencedor. Ese preciado tesoro lo acarició Sergio Henao, dos veces segundo. Tan cerca y tan lejos. Sus cuentas son las de un rosario. Líder hasta el podio final, cuando el amarillo mudó en blanco en el rostro del colombiano. Una historia repetida. Purito le ejecutó en Aia; Contador le bombardeó en Eibar. Reconstruido sobre aquellos escombros, cicatrices de la batalla, asoma fortalecido Henao después de celebrar la París-Niza donde se impuso por un par de segundos a Contador, que el pasado año le dejó fuera de plano en el celebración definitiva de Eibar. No hubo champán para Henao, que quiere recuperar el cosquilleo burbujeante de Niza.
La candidatura de izagirre Ese trago refrescante, bebida de los elegidos, lo quiere paladear Ion Izagirre, tercero en 2015, borrado por una gastroenteritis el pasado año. “Aquello fue un poco frustrante porque llegaba bien y encima era la carrera de casa. Quedarte fuera por una gastroenteritis el día antes fue duro. Me dio mucha rabia”, invoca Izagirre. Otra cuenta que saldar, acallar el infortunio. Pleno de confianza, “me veo entre los favoritos para ganar”, apunta, al de Ormaiztegi, que se estrena como líder en el Bahrain-Merida, le sonríe la contrarreloj final y su lectura táctica. Tiene buen ojo Ion y la capacidad de estar presente cuando lo exige el libreto. “Es muy bueno tácticamente y la contrarreloj le viene muy bien”, establece Pello Bilbao, que resalta su candidatura. “Las diferencias que se puedan sacar en la etapa de Arrate tampoco parece que serán decisivas. La crono final decidirá quién es el ganador”. En Eibar, donde las armas dejaron paso a las bicicletas, será el momento de hacer las cuentas y acabar con las deudas, que lo mismo descansan en un cajón, en una libreta o en la memoria, el disco duro más persistente. Como en aquellas tiendas de barrio, donde todos tenían un nombre y un apodo, será el momento de tachar la deuda y borrarse de la lista. El precio, la victoria.