BILBAO - Alex Txikon vuela hoy mismo al Campo Base del Everest después de pasar los últimos ocho días en Katmandú, capital de Nepal. El alpinista de Lemoa se encuentra con “muchas ganas” de regresar a la montaña más alta del planeta, cuya cima está situada 8.848 metros sobre el nivel del mar y sobre la que tiene trazado el punto de mira desde que partiera desde el aeropuerto de Loiu el pasado 25 de diciembre. El hito de coronar la cumbre en invierno y sin oxígeno artificial continúa siendo un sueño para Txikon, que aspira a ser el primero en conseguirlo. Tiene de margen hasta el 21 de marzo, fecha en la que entra la primavera.
Así las cosas, el alpinista retomará la vida en el campamento después de pasar la última semana reponiendo fuerzas. El de Lemoa es consciente de que la bajada puede aportarle una “supercompensación” de cara a retomar el pulso a la montaña, tras perder doce kilos en mes y medio de aventura. “Cuando el cuerpo está aclimatado a 6.000 metros y bajas, el oxígeno empieza a correr por tus venas. De la aclimatación que llevamos hecha, de los días que llevamos fuera de casa, ahora mismo tenemos una supercompensación. Si tú bajas 2.000 o 3.000 metros, el cuerpo siente una compensación. Al estar abajo una semana, vamos a subir con gas, con mucha fuerza”, cuenta el de Lemoa.
De todos modos, las razones del descenso no fueron técnicas. Después de un primer intento de ataque, que no pudo siquiera forjarse al cambiar el tiempo de modo violento en el Collado Sur (7.950 metros), Txikon tuvo que retirarse y sufrió una avalancha de piedras que le dejó el cuerpo dolorido. Para colmo, al llegar al Campo Base, la empresa Seven Summits Trek desmontó el campamento por “diferencias económicas”. El vizcaíno optó por viajar a la capital nepalí para arreglar los problemas y pactar la continuidad de la expedición.
Una vez logrado cerrar toda la burocracia, Txikon vuelve hoy al Everest respaldado por seis sherpas. Les esperan cuatro días de trabajo hasta el Campo 1. - Igor G. Vico