BILBAO - Jorge Dueñas (Bilbao, 1962) ya no es el entrenador de la selección española femenina de balonmano, cargo en el que puede presumir de haber conseguido cuatro medallas: plata en el Europeo de Macedonia de 2008, bronce en el Mundial de Brasil, bronce en los Juegos Olímpicos de Londres de 2012 y plata en el Europeo de Croacia y Hungría de 2014. Sin embargo, tras el fracaso de las Guerreras en el último Mundial, el último Europeo e irse a casa antes de tiempo en los Juegos de Río, perdió su puesto. Ahora hace balance.

El domingo se supo que ya no era seleccionador. ¿Lo tiene asimilado?

-Más o menos me olía que podía pasar, que buscarían un cambio porque los últimos resultados no habían sido buenos. También había habido rumores y desde la Federación me transmitían un poco la intranquilidad por los malos resultados. Y ya la semana pasada vino Blázquez (presidente de la Federación Española de Balonmano) a notificármelo. Sé que ahora tienen que buscar otras posibilidades y creo que este cambio puede ser bueno para la selección.

¿Cómo se siente tras cerrar una etapa de nueve años?

-Si hago balance de toda mi trayectoria en la selección, estoy muy contento porque, cuando empecé en 2007, el equipo estaba siempre con posibilidades de participar en los campeonatos importantes, pero nunca aspirando a medallas. Y en estos nueve años hemos conseguido esas medallas y ser siempre un equipo candidato al podio. Hemos conseguido el respeto de los rivales. Sin embargo, si resumimos mi trayectoria en el último año, estoy decepcionado porque los últimos resultados no han sido buenos. Teníamos la presión y la ilusión de volver al podio y no fue así. Me hubiera gustado despedirme con un oro, a ser posible en los Juegos.

¿Como valora esas cuatro medallas?

-Cada una tiene su matiz. Entiendo que la primera, la plata de 2008, nos abrió las puertas y los ojos y nos convirtió en un equipo con aspiraciones a cotas más importantes. Hizo que las jugadoras creyeran en ello. La segunda, en el Mundial de 2011, fue importante porque nos abría las puertas a los Juegos. El bronce en Londres fue la medalla más mediática y seguramente la que más repercusión ha tenido por todo lo que suponen los Juegos. Y la de 2014 ha sido la que nos ha mantenido con la ilusión de poder continuar en el podio.

La plata de 2008 fue la primera de la historia del balonmano femenino español. ¿Cómo la recuerda?

-Fue un campeonato especial porque íbamos con mucha ilusión, pero sabiendo que era complicado meternos en el podio. Sin embargo, fuimos creciendo a medida que avanzaba la competición y nos plantamos en semifinales. Allí esperaba la potente Alemania, pero hicimos un partido muy bueno y sorprendimos por nuestro juego. Nos metimos en la final y la perdimos claramente contra Noruega porque pecamos un poco de novatas, pero tengo claro que si no hemos conseguido alguna medalla más es porque hemos tenido la mala suerte de cruzarnos contra la mejor Noruega de los últimos tiempos.

¿Es el bronce de los Juegos el que más valor tiene deportivamente?

-Claro. Es la que hizo que tuviéramos más visibilidad a nivel de prensa y público. Y fue la que hizo que el balonmano femenino tuviera la repercusión que tiene ahora.

Ese partido interminable en Londres contra Corea, con dos prórrogas, ha quedado grabada en la memoria de todos los amantes del balonmano.

-Ese tercer y cuarto puesto contra Corea fue un partido heroico, fue muy emotivo ganar el bronce olímpico tras dos prórrogas muy sufridas y luchadas. Es normal que quede grabado ese encuentro.

Y la voltereta que dio para celebrar el bronce trajo cola.

-Casi me mato (risas). Pero fue la forma que tuve de liberar la tensión.

Sin embargo, tras la plata de 2014, la selección no ha vuelto al podio.

-Se pueden hacer varias valoraciones. Hemos ido cambiando de jugadoras en el relevo generacional y ese es un proceso que requiere de tiempo para que las nuevas puedan llegar a mayor nivel. Además, en los últimos años la competitividad de la Liga española ha caído y eso no ha favorecido a la selección. Impide que sigamos manteniendo el mismo nivel, por no hablar de las dificultades que tienen las jugadoras porque muchas no se dedican por completo al balonmano, y las que son profesionales tienen que emigrar.

¿Se sintió quemado alguna vez?

-Después de algún campeonato en el que no has conseguido lo que querías, vienes decepcionado y piensas que puedes estar un poco cansado, pero como esto no es tan continuo te da tiempo a recapacitar, situarte y coger fuerzas.

¿Cree que si la selección hubiera hecho un mejor papel en los últimos tres campeonatos usted seguiría siendo seleccionador?

-Sí, seguro. En la vida del entrenador, los resultados llevan a la gloria o al infierno. Y en este caso me han llevado fuera de la selección porque es evidente que si estoy fuera de la selección absoluta es porque los últimos resultados no han sido buenos. Mi puesto está condicionado a ellos.

¿Le hubiera gustado continuar?

-No, ya dije desde los últimos campeonatos que no iba a ser ningún obstáculo para la federación porque entiendo que son muchos años y que la gente se cansa de ver la misma cara. Cuando me lo planteó, me dolió, pero tuve que aceptarlo.

¿Le han llegado ofertas?

-Siempre hay que abrir puertas. Entiendo que de momento todo es muy reciente. Pero, si en algún momento alguna selección o club tiene idea de cambiar de técnico, es evidente que puedo entrar en esas posibilidades. Pero todavía es temprano.

Durante su etapa como seleccionador rechazó ofertas del extranjero, como la del CSM Bucarest. ¿Ir fuera sería ahora una idea atractiva?

-Sí que llegaron ofertas y tuve dudas de si aceptarlas o no porque algunas eran muy interesantes. Pero ese tren ya pasó y no sé si volverá, aunque como entrenador tienes que estar abierto a escuchar todo.

¿Y quedarse en algún club de la Liga española?

-Ya entrené al Arrate y al Bera Bera, además del Zuazo, aunque fue por un periodo corto de tiempo. Pero es una puerta que tampoco cierro.

En cualquier caso, por lo que dice, parece que hay Jorge Dueñas para rato.

-Claro. Espero, si la salud y la familia me lo permiten, poder seguir en esto mucho tiempo.